México D.F. Viernes 17 de octubre de 2003
Sánchez de Lozada insiste: "no renunciaré, quieren imponer una narcodictadura"
Marcha multitudinaria en La Paz al grito de "šque se vaya Goni!"
Allanamientos del ejército casa por casa en El Alto Protestan por hambre, dice politóloga
El presidente acusa de "terroristas apoyados por guerrillas externas" a líderes de la oposición
AFP, REUTERS, DPA Y PL
La Paz, 16 de octubre. "Que caiga Goni, que se vaya", fue una de las consignas en la multitudinaria manifestación de este jueves en La Paz, donde las huelgas de hambre, marchas y barricadas se extendieron, al igual que en otras ciudades de Bolivia, para exigir la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, quien insistió en que no dimitirá y calificó de "terroristas" a los líderes de la oposición, quienes según él quieren imponer una narcodictadura o una anarcodemocracia.
Anoche, Sánchez de Lozada había ofrecido un referendo sobre el tema de la exportación de gas -una operación que sólo beneficia a las multinacionales petroleras, y que fue detonante de la rebelión hace un mes-, pero además de que la propuesta no significa que la operación sea anulada, no hizo mención a los más de 80 muertos que ha dejado la represión.
Sigue la mano dura
Además, el mandatario no ha abandonado la opción de mano dura, según reportó desde La Paz -sede del Ejecutivo- el periodista Manuel Robles Sosa. Esa opción "asomaba anoche en allanamientos militares, casa por casa, en El Alto, y en la voladura de las antenas de transmisión del canal universitario y la radio sindical Pío XII de la sureña ciudad de Oruro, aunque en opinión del analista Róger Cortez el gobierno contempla como alternativa agotar por cansancio a la protesta".
En El Alto, reportó a su vez la agencia alternativa Econoticias, "no han pegado los ojos. Han sufrido y penado toda la noche, sometidos a tortura sicológica emprendida por militares carapintadas que hacían explotar dinamita y bombas, lo mismo que disparaban metralla al aire para amedrentar a los vecinos".
"La represión hasta ahora sólo ha conseguido hacer crecer el conflicto, pues aplicada con virulencia en el vecino distrito de El Alto -el más pobre y el más rebelde del país- causó la paralización total de La Paz y propagó la protesta a la mayoría de las ciudades. Hoy, una multitud jamás vista en Bolivia, indignada pero pacífica, pidió a voz en cuello la salida del presidente, aunque fue desalojada del centro a punta de gases y balines de goma", con saldo de varios heridos, señaló Robles Sosa.
La multitud, más de 50 mil personas según prensa citada por Afp, se concentró en el centro de La Paz gritando consignas contra Sánchez de Lozada. Muchos provenían de los barrios miserables de las laderas de la ciudad y también de El Alto, donde al menos una cincuentena de personas murieron el pasado fin de semana a manos del ejército.
"No son subversivos, son el pueblo", comenta un comerciante mestizo al paso de la columna de indígenas expulsados por la pobreza del altilplano a El Alto, la ciudad más poblada del país y también la más pobre.
"Goni asesino, Goni al paredón", gritaban los manifestantes al converger en la céntrica Plaza San Francisco, convertida en epicentro del descontento popular contra el mandatario, conocido por ese apodo.
En una entrevista con el Grupo Latinoamericano de Radio, Sánchez de Lozada dijo: "yo no asumo la responsabilidad por los actos vandálicos, pero la responsabilidad por los muertos siempre cae en el presidente".
Se justificó: "nos hemos visto obligados a mantener el orden en el marco de la Constitución.
"No voy a renunciar, vamos a mantener la democracia y la unidad de la nación", insistió el mandatario, impulsor de una ola de privatizaciones, para quien sólo un acto "de Dios" lo hará abandonar el cargo.
"Si tiene éxito este movimiento subversivo, la droga será la única y principal exportación de Bolivia, y el país se convertirá en un campo de batalla", insistió Sánchez de Lozada, cuyo discurso acusa a los opositores de "sediciosos" y "terroristas" apoyados por "guerrillas" y sectores externos.
El mandatario habló incluso de la presencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, en un "rol de entrenamiento y preparación y capacitación", y más tarde, en declaraciones a la cadena CNN, insistió en que las protestas están dirigidas por "elementos que están en el cultivo de la coca", y que "tienen lazos con Sendero Luminoso".
Esta noche agregó -a la misma cadena noticiosa- que los líderes de las protestas lo que buscan es un "golpe de Estado" para instalar una anarcodemocracia o narcodemocracia. Mencionó haber convocado al Congreso para que examine la crisis social y retó a la oposición a que traslade a ese foro "el debate y el enfrentamiento" que mantiene en las calles.
En relación a su oferta de anoche, el mandatario dijo a estaciones de radio que "el líder Evo Morales (de cocaleros) y Felipe Quispe (de campesinos) manejan los sindicatos de La Paz en aras de mantener su dinámica de terroristas, son los enemigos que vienen escudándose en las demandas sociales, a las cuales yo he respondido".
Morales y Quispe habían calificado de burla la propuesta presidencial: "Después de la cantidad de compañeros acribillados, la posición del pueblo boliviano es dejarlo fuera del gobierno", dijo el primero, diputado del Movimiento al Socialismo (MAS), la primera fuerza de oposición en el Congreso.
"Si la represión es la única respuesta a sus reivindicaciones, temo de verdad que se llegue a la lucha armada. Para evitar llegar a estos extremos terribles y para que los indígenas no pierdan la esperanza, hemos decidido jugar la carta de la acción política", sostuvo Morales al diario francés Le Monde.
La oposición pidió al vicepresidente Carlos Mesa que asuma el poder, pero éste, un intelectual independiente que se alejó del gobierno el martes en desacuerdo por la violenta represión, dijo hoy que no está "dispuesto a servir como instrumento en un proceso creciente y peligroso de polarización de la sociedad boliviana".
"Es tarde para concesiones"
Otros sectores rechazaron la propuesta de Sánchez de Lozada: "Desde el radical dirigente campesino aimara Quispe hasta la moderada ex defensora del Pueblo, Ana María Romero, promotora del movimiento de ayuno de la clase media, el criterio unánime es que ya es muy tarde para concesiones que durante meses las organizaciones sociales y los partidos políticos habían hecho al mandatario, sin ser escuchados", dice el periodista Robles Sosa.
"Lo que pasa ahora es que sobre las espaldas del presidente pesan muchos muertos", apuntó por su lado el sacerdote católico Eduardo Pérez Iribarne, director de la cadena de radios Fides.
La propuesta "parece una burla a los muertos" en las ciudades de La Paz y El Alto, consideró el analista Alvaro García, "cuando medios locales denuncian acoso" a los vecinos de esas localidades y "cuando han silenciado la radio Pio XII".
La politóloga Ximena Costa, de la universidad pública de La Paz, estimó a su vez que el mantenimiento de la represión militar policial contra los manifestantes en calles y caminos "no hará otra cosa que desembozar al gobierno que acusa a todos sus opositores de sediciosos, narcotraficantes y terroristas, cosa que no es así, porque se marcha por hambre, por pobreza".
Sánchez de Lozada, apoyado firmemente por Estados Unidos, sostuvo, no obstante, en su charla con las radios, que "la gran mayoría del país, sus plantas, sus minas y sus fábricas están funcionando normalmente".
Sin embargo, a las marchas y barricadas impulsadas por sindicatos y organizaciones indígenas y campesinas, se suma una huelga de hambre que casi un centenar de intelectuales, artistas, empresarios, antiguos miembros del gobierno y sacerdotes realizan en 38 lugares diferentes de Bolivia, según la ex Defensora del Pueblo Ana María Romero.
"El presidente ya no tiene credibilidad y su propuesta no fue oportunamente planteada, por lo tanto lo que corresponde es que renuncie", afirmó el viceministro de Microempresa, Samuel Soria, quien renunció y se sumó a la huelga de hambre.
Por su lado, el secretario ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB), Jaime Solares, dijo que el embajador de Estados Unidos, David Greenlee, debe abandonar el país, ya que violó la soberanía boliviana al intervenir para mantener en el cargo al presidente.
El dirigente de la Federación de Trabajadores de la Prensa de La Paz, Arsenio Alvarez, denunció a su vez que el embajador reunió en días pasados a los directores de diversos medios de comunicación, a quienes advirtió que su país no reconocerá a ningún presidente que no sea Sánchez de Lozada.
En tanto, en Sucre, capital oficial de Bolivia, el comité cívico regional mantiene una huelga indefinida desde el lunes, mientras una marcha de campesinos avanzaba hacia Santa Cruz, polo económico en el este boliviano, aunque a última hora decidieron regresar sobre sus pasos para evitar un choque con grupos de civiles que no quieren su presencia en esa ciudad.
En Oruro y Potosí, en el sur andino, las manifestaciones de descontento persistían y tendían a recrudecer, según versiones de medios locales.
Kirchner y Lula acuerdan enviar una misión
de observadores a La Paz
Cuba atribuye al neoliberalismo la violencia y las
muertes en Bolivia
EU reitera su apoyo a Sánchez de Lozada Solidaridad
con bolivianos en ciudades de AL
AFP, DPA Y REUTERS
La Habana, 16 de octubre. Cuba afirmó hoy
que sigue con "gran preocupación" los sucesos en Bolivia y denunció
que el causante "de la violencia y la sangre derramada es el neoliberalsismo".
Al mismo tiempo, los presidentes de Argentina, Néstor
Kirchner, y de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, acordaron en Buenos Aires
enviar este viernes una misión de observadores a Bolivia encabezada
por los diplomáticos Eduardo Sgiuglia (argentino) y Marco Aurelio
García (brasileño), e intentarían mediar entre gobierno
y oposición.
La
cancillería cubana señaló que "lo que ocurre allí
es el resultado de una profunda y prolongada crisis social y económica,
agudizada hasta niveles inostenibles como resultado de la aplicación
de políticas neoliberales impuestas a América Latina por
Estados Unidos".
De acuerdo con un comunicado difundido por la televisión
estatal, refirió "los crecientes índices de pobreza y desigualdad,
el saqueo, la exclusión de sectores cada vez más amplios
de la sociedad boliviana y las desmedidas exigencias externas", todo lo
cual "ha creado condiciones para el estallido popular".
No obstante, se pronunció contraria a cualquier
intento de injerencia extranjera en los asuntos internos de Bolivia, al
considerar que el actual conflicto debe ser resuelto por los propios bolivianos.
Siempre, dijo, sobre la base de una solución justa y sin nuevos
derramamientos de sangre sino apelando al diálogo interno y los
más sagrados intereses de la nación.
A su vez, Kirchner y Lula analizaban la convulsión
política que atraviesa Bolivia, y estuvieron de acuerdo en mantenerse
"alertas" ante la evolución de los acontecimientos y dispuestos
a colaborar en caso de que pudieran ser requeridos por el gobierno de Gonzalo
Sánchez de Lozada.
Se ofrecen como mediadores
El gobierno de Lula estaba incluso listo para enviar un
negociador a Bolivia si así lo solicitaba La Paz, declaró
el canciller Celso Amorim. El asesor diplomático de la presidencia,
Marco Aurelio García, confirmó que el gobierno brasileño
se "dispone" a ayudar en la búsqueda de una salida pacífica
a la crisis del país vecino.
Fuentes diplomáticas en Buenos Aires señalaron
que el gobierno argentino no descarta ofrecerse como mediador entre las
diferentes partes en conflicto. Por lo demás, el gobierno considera
que "existe consenso entre los países de la región para que
en caso de un golpe de Estado en Bolivia el país andino quede aislado",
indicó un portavoz de la Casa Rosada.
El presidente Kirchner expresó que "la situación
en Bolivia desgarra a los latinoamericanos", y confirmó que analizaba
con Lula el problema para luego tomar una decisión, en decalaraciones
hechas poco antes de anunciarse el envío de emisarios de ambos países
para tratar de colaborar en Bolivia.
En La Paz, el canciller boliviano Carlos Saavedra anunció
que los emisarios de Buenos Aires y Brasilia intentarán mediar entre
el presidente Sánchez de Lozada y la oposición que encabezan
los dirigentes indígenas Evo Morales y Felipe Quispe.
El gobierno de Brasil también confirmó que
Lula ordenó la evacuación de unos 53 brasileños varados
en La Paz, y al efecto se dispuso al menos de dos aviones de la Fuerza
Aérea y un helicóptero que se encuentran en la zona fronteriza.
Otro tanto hacían las autoridades chilenas que
coordinaban un operativo para rescatar a una treintena de sus conciudadanos
atrapados en Bolivia, mientras que Perú dijo que enviará
este viernes un segundo avión para sacar a unos 50 peruanos de dicha
ciudad, aunque en El Alto se informó de 80 peruanos varados en el
aeropuerto.
Comerciantes chilenos se declararon confiados en que la
crisis en Bolivia no paralice las negociaciones bilaterales para la firma
de un tratado de libre comercio. El líder de la Cámara Nacional
de Comercio chilena, Fernando Lihn, expresó no obstante preocupación
y deploró el sentimiento antichileno como uno de los detonadores
de la efervescencia social, reportó el corresponsal Enrique Gutiérrez.
Por su parte, Estados Unidos reiteró su respaldo
al presidente Sánchez de Lozada, e instó a la oposición
a acudir al diálogo con el gobierno para poner fin a la violencia.
El secretario de Estado adjunto para América Latina, Roger Noriega,
dijo estar preocupado por "elementos antidemocráticos" que busan
derrocar al régimen boliviano y que eso sería una "tragedia"
para el pueblo.
Mientras, Estados Unidos aconsejaba a sus ciudadanos retornar
de inmediato de Bolivia y abstenerse a quienes planeaban viajar allá,
Rusia llamó a evitar una mayor escalada de violencia en el país
andino, y el presidente del gobierno español, José María
Aznar, expresó su apoyo a las instituciones y al gobierno de Bolivia.
La coalición española Izquierda Unida expresó
su "solidaridad" con el pueblo boliviano. Otros actos de apoyo se desarrollaron
en Montevideo y Washington.
En la ciudad de México, decenas de personas se
manifestaron ante la embajada boliviana para exigir la renuncia del presidente
Gonzalo Sánchez de Lozada.
|