México D.F. Viernes 17 de octubre de 2003
ENTREVISTA /JOSÉ WOLDENBERG, PRESIDENTE
DEL INSTITUTO FEDERAL ELECTORAL
El país tiene un déficit en materia democrática
"HOY TENEMOS COMICIOS CONFIABLES Y EQUITATIVOS", SOSTIENE
Personaje central de la vida política mexicana
en los años recientes, Woldenberg advierte que el alto abstencionismo
que se registró en los comicios pasados refleja el desencanto social
hacia los partidos, ante lo cual el especialista señala los límites
de la competencia de éstos en la preservación de la democracia
JESUS RAMIREZ CUEVAS
José Woldenberg, presidente del Consejo General
del Instituto Federal Electoral (IFE), hace un balance de la transición
democrática del país y opina sobre la elección de
los nuevos consejeros y las reformas pendientes para ampliar las facultades
del organismo.
A unos días de dejar su cargo, afirma que la primera
etapa de reformas electorales rindió frutos, pues "hoy tenemos comicios
confiables y equitativos". No obstante, advierte, "quizá el asunto
de cómo lograr una democratización más cabal va más
allá del mundo electoral y de los partidos, pues en muchos ámbitos
tenemos un déficit en materia democrática".
Woldenberg ve el alto abstencionismo en los comicios "como
un llamado de atención", y puntualiza que de los cinco procesos
federales que ha organizado el IFE "el más reciente es en el que
la participación ha sido más baja". Ante ello, dice, "el
instituto, los partidos, los medios de comunicación y la escuela
tenemos mucho que hacer en términos de educación cívica.
La gente debe comprender el valor de la democracia y preservarla".
El
abstencionismo, añade, "es un fenómeno complejo", y "sin
descargar la responsabilidad del IFE -aclara-, el reto mayor es para los
partidos y sus candidatos, porque al final de cuentas los ciudadanos votan
por ofertas políticas. Hay un cierto desencanto hacia la vida política,
como lo confirman las encuestas que hicieron la Secretaría de Gobernación
y el instituto, en las que aparecen muy mal calificados los partidos, los
políticos y el Congreso. Eso debe preocupar para revertir la abstención
y la apatía de los ciudadanos".
De la próxima elección de consejeros ciudadanos
del IFE, asegura: "a los partidos les conviene más un árbitro
independiente, un organizador que no esté alineado con ninguno".
Una designación con criterios partidistas "sería una victoria
pírrica", apunta. "En términos futbolísticos sería
pésimo que el árbitro estuviera alineado con algún
equipo; quizá lograrían ganar un partido, pero acabarían
con el espectáculo y luego ya nadie acudiría. Tenemos partidos
políticos maduros, conscientes de que se acabaron los ganadores
predeterminados. Nadie gana por el IFE, se gana o se pierde por méritos
propios y eso lo decide la ciudadanía".
Woldenberg ubica el arranque de la transición democrática
en México con la reforma política de 1977, y describe el
contexto que la hizo posible. Menciona la aportación del movimiento
estudiantil de 1968, cuya "reivindicación de carácter democrático,
a pesar de la represión, se expandió a otros universos".
También alude a los "convulsionados" años setenta: conflictos
en universidades, invasiones de tierras, insurgencia sindical, nuevos periódicos
y revistas, nuevas organizaciones, incluidas la guerrilla rural y urbana.
En contraste, en 1976 hubo un solo candidato a la Presidencia de la República.
La paradoja de un "mundo electoral de unanimidades y uno
político y social de una pluralidad confrontada", explica, llevó
al presidente José López Portillo a promover una reforma
que incorporó al proceso político-electoral a organizaciones
opositoras, hasta entonces marginadas "artificialmente", y modificó
la integración de la Cámara de Diputados "para inyectarle
cierto pluralismo". Esta reforma, subraya, "puso en movimiento a actores
que reclamarían nuevas y más profundas reformas". Por ejemplo,
la crisis provocada por las elecciones de 1988 llevó a la creación
del IFE en 1990.
En 26 años se han hecho siete reformas electorales,
la anterior en 1996, "la más profunda y amplia de todas", pues "intentó
resolver los problemas que estaban en la agenda de los partidos políticos",
explica Woldenberg.
Esa reforma promovió órganos y procedimientos
electorales imparciales y la salida del gobierno del IFE. Equilibró
las condiciones de la competencia para hacerlas equitativas.
Creó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación (TEPJF); estableció que el jefe de Gobierno
y los jefes delegacionales en el Distrito Federal fueran electos; instituyó
la Asamblea Legislativa con más atribuciones y modificó la
integración de las Cámaras de Diputados y Senadores.
"En la representación actual se pueden ver los
cambios. Antes era un mundo monocolor y hoy es plural. Tenemos un Presidente
de la República y él y su partido no tienen mayoría
en el Congreso, como le pasa a muchos gobernadores con sus congresos locales.
Esta pluralidad -define- la forjó la gente votando.
La primera generación de reformas que garantizaron
"la competencia y la pluralidad ha dado buenos resultados", sostiene. "Pero
-agrega- hoy tenemos cambios pendientes que surgen de los problemas concomitantes
de la democracia. Esta no es el paraíso, es una fórmula de
gobierno que tiene sus propios problemas. El más evidente y cotidiano
es cómo forjar mayorías que hagan viable una determinada
política sin renegar de la pluralidad. El problema fundamental de
la vida política mexicana -para los que hablan de una reforma del
Estado- es cómo sintonizar las instituciones de la República
con estas realidades. La pluralidad genera un nuevo tipo de problemas".
En materia electoral, "más allá de organizar
las elecciones -labor para la que el IFE está bien dotado- hay pendientes
en tareas como la fiscalización de los recursos de los partidos
políticos y el desahogo de quejas que se presentan entre ellos.
"Uno de los mayores problemas -dice- con los que topó
el instituto es que al tiempo que resolvía una queja tenía
que construir los instrumentos para obtener la información pertinente.
Solicitamos información y se nos antepuso el secreto bancario, fiscal
y fiduciario. Hasta que el tribunal aceptó que podíamos tener
acceso y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores nos dio esa
información. Luego vinieron los amparos. Todo eso dilató
meses. A partir de esta experiencia los legisladores deben darle al IFE,
de manera incontrovertible, la facultad de trascender el secreto bancario
y fiscal cuando así lo requieran sus investigaciones."
En años recientes apareció un nuevo fenómeno:
"aumentaron las diferencias entre militantes de un mismo partido. En esos
casos, el IFE multaba al partido que había violado su propia legalidad.
Pero en un caso el tribunal decidió que no bastaba con la multa
y había que reponer los derechos políticos a las personas".
Como consecuencia de esta decisión -expone- "se
generó un auténtico alud de quejas en el IFE y las tratamos
con los nuevos criterios. El TEPJF volvió a cambiar de criterio
-todavía estamos en una etapa de ensayo y error- y decidió
que aquellos militantes que buscaran la restitución de sus derechos
políticos se dirigieran al tribunal, y los que buscaran que el partido
fuera sancionado, al IFE. Así venimos funcionando, pero el litigio
no termina".
Sobre estos asuntos, Woldenberg propone legislar con mayor
claridad. Los partidos no pueden quedar impunes -subraya-, pero tampoco
la autoridad debe intervenir en la vida partidista en cualquier circunstancia.
En la parte final de la entrevista enumera las "fortalezas"
del instituto: la ley que le da facultades para organizar las elecciones
de manera integral; un servicio profesional electoral con funcionarios
probados, eficientes y profesionales; una autonomía que le permite
tomar decisiones sin intervención de fuerzas ajenas; sus órganos
colegiados, sobre todo el Consejo General, con sesiones abiertas y participación
de los partidos y representantes del Poder Legislativo.
A pesar de las críticas recientes por la presunta
falta de decisión, supuestas presiones o componendas en casos como
el Pemexgate y Amigos de Fox -por supuesto, negadas por Woldenberg-,
de las debilidades del IFE sólo admite las que "estarían
en algunas tareas que se le han encomendado y para las cuales no se le
ha dotado con suficiencia de instrumentos, como es el caso de la fiscalización.
No veo otras de-bilidades, quizá la próxima ad-ministración
sí lo haga".
Finalmente, Woldenberg considera que "hay temas importantes
que deben ser atendidos en una reforma, como la regulación de las
precampañas o el voto de los mexicanos en el extranjero".
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