Naturaleza muerta y El día y la noche se expusieron en Bellas Artes en 1987, dice

Tibol recomendó remover los murales de Tamayo del Sanborns Lafragua

Con otras obras del artista, se mostraron en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid

Desde 1994 fueron colocados de manera permanente en el Museo Soumaya

MERRY MAC MASTERS

De Raquel Tibol fue la idea de remover los murales Naturaleza muerta y El día y la noche (ambos de 1954) que Rufino Tamayo pintó en el Sanborns de Lafragua. Con motivo de la publicación del reportaje ''Murales privados tienen un sitio en la memoria colectiva'', publicado ayer en estas páginas, la crítica de arte se comunicó con la reportera para señalar que la parte referente a Tamayo ''no estaba bien contada".

La periodista y autora de numerosos libros explica que todo surgió a raíz del festejo por las siete décadas de producción del artista oaxaqueño cumplidas en 1987. En vista de que Tibol, a petición de Olga y Rufino Tamayo, fue nombrada coordinadora general de Tamayo 70 años de creación, por el entonces secretario de Educación Pública, Miguel González Avelar, su idea fue ''colgar todo lo que se pudiera" del homenajeado en la gran exposición montada en el Palacio de Bellas Artes. También hubo una muestra en el Museo Tamayo, a la vez que un concierto sinfónico, función de ballet, todo propuesto por Tibol. Blas Galindo, inclusive, compuso una obra ex profeso.

Obras ''desprendibles''

Como Tamayo pintaba murales ''transportables", es decir, ''desprendibles", ''trajimos de Puerto Rico el mural de la universidad, de Estados Unidos el que había pintado para el Smith College y de la Secretaría de Educación Pública -la más dura de pelar en aquel momento- el mural El mexicano y su mundo". La obra muralística fue instalada en la sala internacional del Palacio de Bellas Artes. Naturaleza muerta, sin embargo, fue colgado "hacia afuera del balcón, de modo que el público entraba y era lo que veía", explica la entrevistada.

Al año siguiente los murales se mostraron en el Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid, en una exposición cocurada por Tibol. De 1989 a 1990, ambos tableros murales realizados en módulos de masonite pintados a la vinelita, itineraron junto con pinturas y dibujos del oaxaqueño por Moscú, Oslo, Leningrado y Berlín, en una exposición para la cual la especialista fue nombrada comisaria nuevamente a petición de los Tamayo. En 1994 fueron colocados de manera permanente en el Museo Soumaya, que forma parte de la Asociación Carso. En 1985 el Grupo Carso, que encabeza el empresario Carlos Slim, compró el Sanborns de Lafragua.

En el ensayo escrito por la investigadora para el libro Los murales de Tamayo, señala que por equivocación de los responsables de la decoración, ya concluidas las pinturas, fue necesario hacer un ajuste en Naturaleza muerta, hecho para el restaurante de la empresa entonces llamada Sanborns Hermanos, el cual se efectuó en uno de los paneles centrales. Es decir, ''si usted ve la pintura, al centro le falta cierta continuidad porque Tamayo decidió hacer el corte allí".

Los murales fueron desprendidos por personal del ahora Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble del Instituto Nacional de Bellas Artes. Al limpiar Naturaleza muerta, prosigue la entrevistada, ''llamó la atención la capa de grasa que tenía. Las meseras del Sanborns explicaron que al limpiar las mesas, también llegaban a pasar el trapo por el mural si algo lo había salpicado. De manera imprevista, la capa de grasa que se formó, protegió los colores originales. Al limpiarlo, brilló de tal manera que a Tamayo le llamó la atención. Sí, son mis colores, decía". Como El día y la noche, se hizo para la tienda, no ocurrió lo mismo.

Primero el lenguaje plástico

En el mismo ensayo, Raquel Tibol explica que en su momento ''se suscitaron opiniones adversas en torno a una naturaleza muerta en el muro cuando lo habitual eran escenas de carácter histórico o social". A eso Tamayo respondió: ''Acaso una naturaleza muerta de Cezanne desmerece al lado de un cuadro de Delacroix con su tema intricado. Lo que da valor a una obra de arte plástico no es su argumento, a pesar de cuanto digan los demogogos. Es el lenguaje plástico y su acomodación a las circunstancias históricas. No basta con que el lenguaje plástico escogido se utilice con fluidez. La forma de expresión ha de ser congruente con las necesidades del momento en que se emplea. Debe ser actual, no ha de valerse de formas arcaicas alejadas del presente".

Fue a raíz de que los murales se removieron y se limpiaron cuando ''en la empresa se dieron cuenta de que tenían un valor de primer nivel, que no lo habían considerado como tal", finaliza Tibol.