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México D.F. Sábado 13 de septiembre de 2003
FORO DE LA CINETECA
Carlos Bonfil
A corazón abierto.
Dogma 28
INICIALMENTE LA DIRECTORA danesa Susanne Bier tenía en mente realizar una comedia. La película dogma número 28 debía seguir las pistas de éxitos recientes, El rey está vivo, Mifune o Italiano para principiantes, historias románticas teñidas de humor negro, un tanto distantes de dramas perturbadores como La ceremonia (Festen) o de la gran provocación que es Los idiotas (cinta aún inédita en México).
LAS REGLAS DEL manifiesto Dogma 95 (cámara en mano, ausencia de banda sonora, iluminación y locaciones naturales, entre otras) serían de nuevo respetadas. El trabajo de la realizadora resulta al respecto muy satisfactorio, aunque paulatinamente se haya ido alejando de su primera intención en el complejo melodrama conyugal que es A corazón abierto, título elocuente en su sugerencia de una disección clínica.
EL ARGUMENTO MUESTRA truculencia y más de una improbabilidad. La embestida accidental de un automóvil deja lisiado al joven Joachim (Nikolas Lie Kaas), a punto de casarse con su novia Cecile (Sonja Richter). El diagnóstico de parálisis total del cuello hacia abajo lo sume en una depresión muy severa. La conductora del auto resulta ser Marie, la esposa de Niels (Madds Mikkelsen), el médico que atiende al joven en el hospital, y una Cecile violentamente rechazada por el novio ya misántropo, decide buscar consuelo justamente en Niels, con lo que provoca toda una crisis matrimonial.
MEDIANTE ESTA PROPUESTA un tanto tremendista, la directora consigue un interesante análisis de la crisis por la que atraviesa cada personaje afectado por el accidente, desde la esposa que deja traslucir años de frustración sexual hasta su hija mayor que no tolera el menor desajuste en la esfera familiar. Por su lado, el primer sentimiento amoroso de Cecile se confunde paulatinamente con el deber y la conmiseración, para dar luego paso a un sentimiento más fuerte, su pasión por Niels, posiblemente más engañosa. Una relación notable, por su complejidad y humor negro, es la que construyen penosamente Joachim y su enfermera. La forma seca en que ambos confrontan sus limitaciones y vulnerabilidades impide que en el relato se instale un tono de telenovela o las rutinas del melodrama convencional.
LA CINTA COMBINA de modo atractivo la comedia y el análisis minucioso de una crisis de pareja. La pasión de Niels, acelerada y a ratos poco convincente, contrasta con el desgaste emocional y la inapetencia sexual que experimenta al lado de Marie, su esposa. Al tiempo que exponen de manera muy cruda las frustraciones maritales, la directora y su coguionista Anders Thomas Jensen (Mifune), procuran evitar situaciones dramáticas demasiado obvias, y llevar a un punto casi anticlimático escenas de separación que semejan menos un azote incontenible que el resultado de una negociación inteligente.
UN DESTELLO HUMORISTICO salva siempre las secuencias dramáticamente más convencionales, como si la película fuera, al final de cuentas, una ronda lúdica de desencuentros y reacomodos afectivos. El espectador puede así tener la impresión de ver una vez más una historia harto conocida, narrada sin embargo con osadía y frescura, con ese tono que ha llegado a caracterizar a los mejores productos del movimiento Dogma.
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