México D.F. Sábado 13 de septiembre de 2003
Presentaron el libro de Magú sobre
Hidalgo, en el Centro Nacional de las Artes
Caricaturistas y personajes venidos del pasado dieron
una clase de antihistoria
Reclamaron al Padre de la Patria, por qué
no tomó la ciudad de México
ARTURO JIMENEZ
Una ''clase de antihistoria" dieron los moneros Magú,
Ahumada, Rocha, Luis Fernando, Tacho y Rictus,
avalados por un historiador, César Moheno, y un grupo singular de
personajes venidos de la historia: Hidalgo (Javier Sánchez), Allende
(José Alberto Gallardo), Abasolo (Alejandro Cárdenas), Aldama
(Víctor de Santiago), Josefa Ortiz de Domínguez (Diamida
Ordaz) y Mariano Jiménez (Francisco del Toro), quienes reclamaron
al cura por qué no tomó la ciudad de México y, además,
acaparó los nombres de calles, vino, Metro y hasta un estado del
país.
El objetivo era presentar el libro El cura Hidalgo.
Diez balcones y una balconeada, realizado por Magú y
publicado por Ediciones La Jornada.
Cátedra y presentación fueron financiadas
por vinos Hidalgo, ''agrios y buenos para quitar el óxido de los
metales"; la Aseguradora Hidalgo, vendida a una firma extranjera ''pero
sin Humberto Roque", su último director; el Metro Hidalgo, y el
tequila Corralejo, cuyo nombre recuerda la hacienda donde nació
el famoso cura.
Los testigos eran los asistentes al teatro de las Artes,
del Centro Nacional de las Artes, y, en jaulas de escarmiento, las cabezas
decapitadas de Hidalgo, Allende, Aldama y hasta de la propia doña
Josefa. ''No nos gusta hablar de ellos sin que estén presentes",
dijo Magú.
Sin concordancia con la historia oficial
Luego
de que el monero recordara que Abasolo no fue decapitado porque ''se rajó"
y la hizo de ''testigo protegido" (traidor), que Hidalgo les dio Chocomilk
y chocolate Abuelita para animarlos a ''coger gachupines" y
que, ante las intenciones de Allende de envenenarlo, el cura pidió
ayuda a los guaruras de Lucero, sus invitados Rictus y Tacho
lo cuestionaron.
Indignados, le dijeron a Magú que su versión
no concordaba con lo que les habían enseñado en la primaria,
los libros de texto gratuitos y las estampillas escolares. Inclusive Rictus
llamó a no comprar el libro y dijo que nuestros héroes merecen
homenajes dignos, como la película sobre Zapata que protagonizará
Alejandro Fernández.
Lo mejor sería, propuso, que Ricky Martin interpretara
a Hidalgo y Rebeca de Alba a la Corregidora. Y como los hermanos Bichir
son muchos, agregó, podrían integrar el Ejército insurgente.
Lucero podría interpretar a Calleja y Ana Guevara,
al Pípila, continuó. El primer gachupín que
debería ser cogido sería el Jefe Diego. Sería
mejor que Hidalgo sí entrara a la ciudad de México, ''se
chentara al Peje y echara a Fox a patadas".
Para probar que Hidalgo sí fue de carne y hueso,
Magú pidió un permiso a Antropología e Historia
y realizó una ''exhumación patria" de las partes blandas
del cura. De una caja de cartón cubierta con la bandera nacional
sacó sus pulmones, hígado y corazón y, para mostrar
la valentía del cura, mostró que sus huevos eran... azules.
Tacho lo desmintió y rompió el huevo. En cambio, mostró
unos huevos de bronce.
Taza de té en mano, Hidalgo ronda por el butaquerío.
De pronto entra Allende, lo llama y ambos comienzan a discutir por qué
el primero no tomó la ciudad de México. ''Qué no ves
como está", le responde, en referencia a la inseguridad.
Entra Aldama, quien está más enojado que
Allende por la repartición de fama, pues Hidalgo cuenta con calles,
estación del Metro y un estado, mientras el primero sólo
tiene ''una pinche callecita en Coyoacán".
El debate se hace incontrolable y el consenso es, antes
de salir en estampida con objetos en la mano, decidirse por el ''año
de Hidalgo", es decir: ''¡Chingue su madre el que deje algo!"
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