México D.F. Sábado 13 de septiembre de 2003
Las partituras se conservan completas, dice
la pianista y musicóloga
Recupera Lidia Gerberof ''la primera'' obra musical
del México independiente
Pieza histórica sobre la Independencia de
la nación mexicana... fue compuesta por José Antonio
Gómez y Olguín Primera interpretación pública
mañana, en el CNA
ANGEL VARGAS
La pianista y musicóloga Lidia Gerberof Hahn es
impulsora y artífice de un trabajo de trascendencia histórica:
encontró y recuperó la que hasta la fecha es la primera obra
musical del México independiente de la que se tiene noticia y cuyas
partituras se conservan completas.
Se trata de la Pieza histórica sobre la Independencia
de la nación mexicana puesta en música para el piano-forte
con acompañamiento de violín, flauta y violoncel, escrita
en 1823 por José Antonio Gómez y Olguín (1805-1876),
''uno de los más grandes y prolíficos" compositores mexicanos
del siglo XIX.
En
ella, el autor narra y describe, tanto textual como musicalmente, los últimos
acontecimientos de aquella gesta heroica, casi de forma simultánea
a como se fueron suscitando y con la figura de Agustín de Iturbide
como personaje principal.
El hallazgo ocurrió hace casi un lustro en la Biblioteca
del Palacio Real en Madrid, España. Sin embargo, la especialista
lo difundió hace poco tiempo e inclusive restrenó la obra
en abril del año pasado, pero dentro de un círculo muy restringido
y luego de trabajar casi cuatro años en el estudio y corrección
de la obra.
De allí la relevancia del concierto que se ofrecerá
mañana para prácticamente presentarla por primera vez de
manera pública, con la participación de los cantantes Hernán
del Riego y Conchita Julián; la violinista Bárbara Klessa;
la chelista Rocío Orozco, y el flautista Horacio Puchet, además
de la propia Lidia Gerberof al piano.
El acto tendrá lugar a las 18 horas en el Centro
Nacional de las Artes (CNA, calzada de Tlalpan y Río Churubusco),
como parte del Festival Camaríssima.
Opera para piano
La pieza de Gómez y Olguín puede ser catalogada
como una ópera para piano, si bien el autor no lo especificó
así. Cuenta con una introducción a modo de obertura, escenas
y recitativos, además de ser muy evidentes las influencias de autores
europeos como Rossini, Donizetti y Haydn en él y en los compositores
mexicanos de la época.
''Es una composición programática notable
por su extensión y por su dramatismo. Unica y espectacular. Es una
obra larga, con duración aproximada de una hora 10 minutos, sin
interrupción, y está integrada por 52 movimientos, más
una marcha triunfal", explica la investigadora y encargada del archivo
de la Basílica de Guadalupe.
''Cada uno de estos movimientos contiene lo que podemos
denominar 'escenas', en las que se describe musicalmente el contenido de
unos textos que el autor sitúa al comienzo de cada movimiento y,
en ciertos casos, también durante la ejecución de algunos
de ellos".
En entrevista para La Jornada, abunda: ''Siendo
un virtuoso del piano, Gómez y Olguín utiliza todos los recursos
del instrumento que estaban de moda para alcanzar su cometido: escalas,
arpegios y acordes recorren el teclado en todas direcciones sin escatimar
extensiones ni efectos dinámicos que reproducen toques de clarín,
sentimientos de heroicidad, momentos de agitación, tristeza y alegría.
''Cada número que conforma esta composición
evoca un momento de la lucha, los pensamientos, triunfos y fracasos de
Agustín de Iturbide, así como los de su tropa y el pueblo
que lo acompañaba."
Como parte de sus trabajos de corrección, la también
clavecinista, según cuenta, incorpora a las partituras el violín
y el violoncello de manera individual o conjunta en ciertos casos, debido
a los aires de vals o baile que tiene la pieza.
Gerberof no ha encontrado información que documente
que la obra haya sido estrenada en su época, sin embargo, considera
casi un hecho que así haya sucedido, porque, razona, ¿de
qué otra manera pudo llegar una edición a España?
Su interés por esa creación y por José
Antonio Gómez se dio de manera casual, cuando en 1995 descubrió
obras del compositor al integrar el archivo de la Basílica.
Allí,
además de hallar obras de corte religioso, se topó con fragmentos
de la segunda versión de esa pieza, distribuidos en dos cuadernillos
fechados entre 1843 y 1844 que seguramente se vendían por entregas.
Por más que buscó, no localizó en México los
18 restantes y, por ''milagro" o casualidad, fue como encontró no
sólo la obra completa, sino la primera versión de la misma
en España.
La relevancia de rescatar esta obra e interpretarla es
inestimable no sólo para la historia de la música mexicana,
sino para la del país, debido a que en ella se cuentan sucesos fehacientes
de primera mano, de acuerdo con la investigadora, quien subraya la necesidad
de ''rescatar a esos grandes artistas que permanecen olvidados", sin considerar
lo importante que fueron en su tiempo.
A Gómez y Olguín no sólo lo destaca
como niño prodigio de la música y artista de gran talla,
al grado de que fue uno de los sinodales del concurso del Himno Nacional,
sino también como maestro de otros grandes compositores, entre ellos
Melesio Morales -quien lo llamaba ''maestros de maestros''-, y promotor
del arte sonoro, como lo comprueba el hecho de ser uno de los fundadores
de la Sociedad Filarmónica Mexicana, institución que daría
paso al Conservatorio Nacional.
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