México D.F. Sábado 13 de septiembre de 2003
30 AÑOS DEL PINOCHETAZO
La coalición que sostiene a Lagos, rota por
el apoyo democristiano al golpe en 1973
Divide el recuerdo de Allende al gobierno
XIMENA ORTUZAR ENVIADA
Santiago, 12 de septiembre. El 11 de septiembre
de-mostró, una vez más, que Chile sufre divisiones. Pero
no sólo entre demócratas y pinochetistas, sino en el seno
mismo de la coalición gobernante.
Como se sabe, en la Concertación por la Democracia
se agrupan los partidos Socialista (PS), Demócrata Cristiano (PDC)
y Por la Democracia y otras fuerzas menores. A partir de 1990 han tenido
tres gobiernos. PS y PDC son los más antiguos de la coalición,
y hasta 1982 parecían irreconciliables.
Cuando Eduardo Frei Montalva gobernó Chile entre
1964 y 1970, el PS fue oposición. Durante los mil días de
gobierno de Salvador Allende (1970-1973), el PDC, unido a la de-recha,
fue oposición. Peor aún, documentos desclasificados de la
Agencia Central de In-teligencia (CIA) demuestran que el PDC colaboró
con la desestabilización de Allende y apoyó el golpe militar
que lo derrocó.
Cuando
la represión alcanzó a algunos de sus militantes, años
después de instaurado el régimen, el PDC comenzó a
ser oposición.
La unidad PDC-PS, iniciada incipientemente en 1983, fue
resistida por las bases de ambos partidos y sorprendió por igual
a la derecha y a la izquierda radical chilenas. La llamaron "matrimonio
contra natura".
¿Pueden cohabitar quienes apoyaron el derrocamiento
de Allende y los derrocados?, fue la pregunta. Todo indica que sí,
pero, como en todo matrimonio, hay desavenencias e infidelidades.
Los intentos de acuerdo requieren de concesiones. Lo cierto
es que en el caso de la Concertación los socialistas han cedido
más que los democristianos. Aceptaron votar por Patricio Aylwin
en 1989 para encabezar el primer gobierno posdictadura, una vez derrocado
Pinochet en el plebiscito de 1988.
No es poco decir: Aylwin, como senador y presidente del
PDC, fue acérrimo detractor de Allende. Y partidario del golpe.
Héctor Bazán atestigua hoy que él
y otros dirigentes gremialistas -que organizaron varios paros en contra
de Allende- militantes o simpatizantes del PDC, se reunieron en las postrimerías
del gobierno popular con Aylwin y le preguntaron si era cierto que el partido
estaba en favor de un golpe de Estado. Su respuesta fue: "prefiero una
dictadura parda a una roja". Pardo es el color de los uniformes del ejército.
Instaurada la dictadura parda, Aylwin y otros líderes
del PDC se entrevistaron con el Ministro del Interior de la dictadura,
general Bonilla. En su libro Del golpe al plebiscito. El rencuentro
de los demócratas, publicado en 1998, Aylwin dice: "Le hicimos
presente que aunque reconocíamos que un tiempo de dictadura era
necesario, esperábamos que no se prolongara mucho, de tres a cinco
años".
Para los socialistas chilenos debió ser difícil
votar en 1989 por un demócrata que considera que la dictadura era
necesaria, por bre-ve que ésta hubiera sido.
Unidad desunida
Anunciados por el gobierno concertacionista de Ricardo
Lagos los actos conmemorativos de los 30 años del golpe militar,
incluida una ceremonia de homenaje a Allende, Andrés Zaldívar,
del PDC, presidente del Senado, advirtió que no asistiría
a un acto que reivindicara al presidente socialista. Su hermano Adolfo,
presidente del PDC, fue más lejos y dejó en suspenso la asistencia
de militantes democristianos a la ceremonia.
No causó extrañeza: durante el gobierno
de la Unidad Popular Andrés Zaldívar, quien además
de parlamentario fue ministro de Frei Montalva, era encarnizado opositor.
Adolfo emergió mucho después como dirigente de su partido,
y es considerado "duro".
En carta a la militancia del PDC, al conocer el programa
de conmemoración de los 30 años del golpe, Zaldívar
criticó a quienes "intentan rescribir la historia, actitud que repugna
a los demócratas". También cuestionó públicamente
la vigencia de la Concertación y afirmó que la izquierda
"fue funcional a Pinochet". Remató: "La mayor responsabilidad del
desastre del 73 la tiene Allende."
Adolfo Zaldívar es partidario de separarse del
PS y de buscar la unidad del PDC con Renovación Nacional (RN), donde
milita el pinochetismo light.
Andrés Zaldívar no asistió al homenaje
que la Cámara de Diputados rindió a Salvador Allende. Se
sumó así a la ausencia en pleno de la coalición derechista
Alianza por Chile, que reúne a la Unión Demócrata
Independiente (bastión del pinochetismo) y RN.
Ningún dirigente del PDC asistió al homenaje
a Allende realizado en La Moneda el 10 de septiembre. En el acto ecuménico
y republicano -así lo definió Lagos- del 11 de septiembre
estuvieron democristianos miembros del gabinete ministerial y funcionarios.
Como figuras relevantes, Andrés Zaldívar
y el ex presidente Aylwin, quien no pudo desperdiciar la ocasión
y aclaró al salir: "Ni el presidente (Lagos) ni quienes estábamos
aquí hemos venido a solidarizar con lo que representó el
presidente Allende".
En contraste, en ocasión de un homenaje al fallecido
presidente Frei Montalva, realizado a comienzos de la rescatada democracia,
dirigentes del PS asistieron para evidenciar la unidad de la coalición
gobernante. Todo indica que el PDC cree en la unidad, pero siempre que
sea en torno a él.
Con todo, hay democristianos que no siguen los lineamientos
de la actual dirigencia ni de los "próceres". En el pasado hubo
disidencias entre militantes y cúpula.
Dos días después de perpetrado el golpe
de 1973, 13 democristianos -parlamentarios y dirigentes- hicieron pública
una declaración que condenaba "categóricamente el derrocamiento
del presidente constitucional de Chile", y reconocieron que el quiebre
institucional era "responsabilidad de todos", pero que la mayor cuota recaía
en la ultraizquierda y la derecha económica por crear la sensación
de que la única salida a la crisis era el enfrentamiento armado
o el golpe militar.
Esta declaración fue un acto valiente y contestatario
a la cúpula del PDC -encabezada por Aylwin-, cuyos integrantes,
el día del derrocamiento, celebraron, brindaron y embanderaron sus
casas en señal de júbilo.
Entre las 13 firmas al pie de ese histórico documento
destaca la de Bernardo Leighton, vicepresidente de Frei Montalva. Su actitud
tuvo consecuencias: exiliado, el brazo largo de la represión pinochetista
lo alcanzó en 1975 en Roma, donde fue herido de gravedad; su esposa,
Anita Fresno, quedó en silla de ruedas por el resto de su vida.
Este 11 de septiembre, en la mañana, tuvo lugar
un acto reivindicativo de esos 13 de-mocristianos que rechazaron el golpe
desde el primer momento. Lo organizaron diversos estamentos del PDC, no
su dirigencia, y a él no asistió ningún integrante
de ella.
En contraste, la plana mayor del PS y la presidenta de
la Cámara de Diputados, Isabel Allende, hija del presidente derrocado
-también socialista-, asistieron a ese acto.
Como todos los años, el 11 de septiembre puso de
relieve las profundas divisiones que aún persisten en este país.
Las que desde hace 30 años dividen a demócratas
de golpistas no son noticia, más bien forman parte de la vida política
chilena, condicionan el quehacer del gobierno, frenan las necesarias reformas
de la Constitución -redactada, firmada y promulgada por Pinochet
y aún en vigencia, con algunas mo-dificaciones-, convertida en algunos
casos en camisa de fuerza.
Lo que sí llama la atención en este septiembre
son las discrepancias en el seno de la coalición gobernante, principalmente
entre democristianos y socialistas. En medio de la catarsis producida por
el 30 aniversario del quiebre institucional afloran documentos inéditos
y testimonios que traen otra vez a discusión la participación
que le cupo al PDC en el derrocamiento de Allende.
Los documentos desclasificados de la CIA no dejan lugar
a dudas acerca de la colaboración del PDC en la desestabilización
del gobierno. Entregan incluso cifras del dinero que ese partido recibió
desde Washington.
No existe un mea culpa. Apenas llamados a un reconocer
"todos fuimos culpables".
Por ejemplo, al recibir el informe de la Comisión
de Verdad y Reconciliación sobre lo ocurrido en los años
más cruentos de la represión militar, el entonces presidente
Aylwin, en cadena nacional, pidió a las víctimas perdón
en "nombre de todos los chilenos".
Es decir, de torturadores y defensores de derechos humanos;
de encubridores de los crímenes y de quienes los denunciaban a costa
de su vida. No lo hizo en nombre propio, pese a haber sido partidario del
golpe que provocó esas víctimas. Nunca se ha escuchado a
Aylwin ofrecer perdón por optar por "una dictadura parda".
Frei Montalva, quien según su hijo y ex presidente
Eduardo Frei Ruiz Tagle "murió opositor a la dictadura", tampoco
reconoció que apoyó el golpe y lo justificó como consta
en carta que envió en 1974 al primer ministro italiano Aldo Moro.
Aún hoy los dirigentes del PDC insisten en tapar
el sol con un dedo: "La mayoría de nosotros no sabía del
golpe; los que sabían creyeron que sería breve e incruento."
Han pasado 30 años. Las explicaciones todavía siguen pendientes.
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