México D.F. Sábado 13 de septiembre de 2003
Moscú negó
el registro a aspirantes dispuestos a negociar con la guerrilla
Favorito del Kremlin queda como único candidato
al gobierno de Chechenia
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 12 de septiembre. El candidato del Kremlin
para gobernante sumiso de Chechenia, Ahmad Kadyrov, ya ganó las
elecciones en la república separatista, tres semanas antes de que
se lleve a cabo la votación, mero trámite que será
el último episodio de la farsa y, como consecuencia, el primero
de una nueva escalada de violencia en el Cáucaso del Norte.
Como lo que menos importa a las autoridades federales
en estos comicios es la opinión expresada en las urnas por los chechenos,
los operadores políticos de la Presidencia rusa se encargaron de
que su elegido no tuviera rivales enfrente.
Desde luego se proscribió la participación
de cuanto aspirante pudiera ser catalogado de simpatizar con las ideas
independentistas, sin hablar de los que de alguna manera, aunque fuese
remota, pudieran tener vínculos con los rebeldes que combaten al
ejército ruso.
Se permitió, por tanto, sólo el registro
de candidatos que juraron pública lealtad a Moscú, 11 en
total, si bien en tres de ellos podía advertirse la intención
de negociar con la guerrilla separatista un necesario acuerdo de paz, en
caso de resultar electos por la población chechena.
Cualquiera
de los tres -los otros no pasan de simples comparsas, para crear la ilusión
óptica de que los chechenos tienen alternativas para escoger- llegó
a duplicar en las encuestas de intención del voto frente a Kadyrov,
lo cual prendió los focos de alarma en el Kremlin.
Para evitar el bochorno de que la magnitud del fraude
pusiera en entredicho la "victoria" de Kadyrov, la Oficina de la Presidencia
-al menos, la sombra de la sospecha recae en esta poderosa instancia de
la política rusa- obligó a los tres verdaderos rivales de
Kadyrov a abandonar la carrera por la Presidencia chechena.
Se comenta que el empresario Hussein Dzhabrailov anunció
su decisión de anular su registro como candidato, tras sostener
una plática poco amistosa con Aleksandr Voloshin, el jefe de la
Oficina de la Presidencia rusa.
El clan de Dzhabrailov, y sobre todo su hermano, Umar,
tiene fuertes intereses económicos en la capital rusa, y el origen
de su fortuna, según sus enemigos, podría tener un origen
turbio. De ser cierto, Voloshin no debió de haberse roto la cabeza
en busca de "argumentos" para convencer a Dzhabrailov.
Aslambek Aslajanov, el único diputado checheno
de la Duma rusa, no hace negocios en Moscú ni posee millonarias
cuentas. Su capital, y no poco, se medía en términos políticos,
pues logró ser reconocido como líder de la diáspora
chechena, el poco menos del millón de compatriotas suyos que, al
huir de la guerra, se tuvieron que instalar a lo largo de la geografía
rusa.
De crítico a asesor
La participación de Aslajanov en la carrera electoral
pareció, por las duras denuncias que formuló sobre todo tipo
de irregularidades, un acto deliberado para exhibir la farsa que, a juicio
del Kremlin, debe "legitimar" a su candidato Kadyrov.
Con datos en la mano de los más recientes sondeos
que lo favorecían en la preferencia de los electores, Aslajanov
apeló a Putin. Desde ayer, el incorruptible Aslajanov es asesor
del presidente de Rusia para "asuntos del sur", un cargo hasta ese momento
inexistente en el organigrama de la Presidencia, acaso debido a que ya
hay un "representante personal" de Putin para esa misma zona del país,
que abarca Chechenia y regiones rusas adyacentes, el general Víktor
Kazantsev.
Con el rostro desencajado, Aslajanov declaró a
la prensa que no pudo declinar el ofrecimiento de Putin, quien lo invitó
a conversar a solas, por ser "la primera vez que un checheno ocupará
un puesto de esa importancia". A lo mejor algún día se anima
Aslajanov a contar qué le dijo el mandatario ruso pero, por lo pronto,
el ya ex candidato que hubiera ganado de calle a Kadyrov no tiene más
remedio que creerse que, desde su nueva posición, podrá influir
en la política federal hacia Chechenia.
El tercer rival de consideración para Kadyrov,
otro empresario afincado en Moscú, Malik Saidulayev, reveló
que la Oficina de la Presidencia rusa le recomendó desistir
de la idea de disputar el liderazgo a Kadyrov. Se negó. Unos días
después, denunció -sin atribuir la responsabilidad a nadie
en particular- que fue asesinado en Chechenia el hijo de uno de sus principales
colaboradores en el equipo de campaña y un miembro del mismo, secuestrado.
Dijo Saidulayev que asumía todos los riesgos y
nada lo detendría. Ayer lo detuvo la Corte Suprema de Chechenia,
que ordenó a la Comisión Electoral cancelar el registro de
Saidulayev debido a supuestas irregularidades en las firmas de apoyo que
presentó y que la misma Comisión no detectó.
Le legislación electoral chechena establece que,
para obtener su registro, cualquier aspirante puede presentar las firmas
de apoyo o hacer un depósito de garantía. Saidulayev cumplió
ambos requisitos. Al depositar 4 millones y medio de rublos, podría
mantener su registro inclusive si todas las firmas fueran falsas. Al parecer,
la Corte Suprema tiene su propia interpretación de las leyes de
Chechenia.
Así las cosas, para asegurar el triunfo de Kadyrov,
ni siquiera hará falta ahora recurrir a los cientos de miles de
votos que se tenían preparados mediante personas inexistentes incluidas
en el padrón, las almas muertas que en su momento denunció
Aslajanov, el flamante asesor de Putin.
Kadyrov, como quería el Kremlin, ya ganó
las elecciones.
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