México D.F. Sábado 13 de septiembre de 2003
CUMBRE DE CANCUN
Logran ambientalistas compromiso de autoridades a
respetar el Protocolo de Cartagena
Impide Greenpeace ingreso a Veracruz de buque holandés
con maíz transgénico
Dos activistas se amarraron a la cadena del ancla; la
nave se dirigió a Nueva Orleans
ANDRES T. MORALES CORRESPONSAL
Veracruz, Ver., 12 de septiembre. A bordo del rompehielos
Arctic Sunrise y apoyados por cuatro lanchas, integrantes de la
organización Greenpeace interceptaron al buque Ikan Altamira,
de bandera holandesa, fondeado frente al recinto portuario y que, a decir
de los activistas, transporta 40 mil toneladas de maíz amarillo
transgénico que se distribuirá en México para consumo
humano.
Dos de los ambientalistas se sujetaron a la cadena del
ancla del barco granelero para impedir que se movilizara e ingresara al
puerto de Veracruz para ser descargado.
Asimismo, exigieron al gobierno mexicano aplicar el Protocolo
Internacional de Bioseguridad, que entró en vigor el pasado 11 de
septiembre y que tiene como objetivo proteger la biodiversidad genética
de las naciones y repeler los "atentados" a las especies locales con la
introducción de productos modificados genéticamente.
Desde las 6 horas de este viernes, la embarcación
Arctic Sunrise, con 10 integrantes de la agrupación Greenpeace
a bordo se dirigieron al barco Ikan Altamira, y usando tres lanchas
interceptoras Safety Patrol rodearon la nave carguera que se encontraba
fondeada a unos cuatro kilómetros del puerto de Veracruz.
Allí, dos de los integrantes de la agrupación,
el mexicano Daniel Bravo y el argentino Pablo Toranzo, utilizando equipo
de rapel, se amarraron a la cadena del ancla sumergida del barco para impedir
que ésta sea elevada y la nave pudiera navegar hacia la zona de
muelles.
La
embarcación Ikan Altamira, según los activistas, transporta
40 mil toneladas de maíz amarillo transgénico de origen estadunidense
y que será introducido al mercado mexicano a precio de dumping,
es decir, "falsamente bajo" por los subsidios del gobierno estadunidense
y que compite de manera desleal con la producción nacional.
"Además de la afectación económica
porque los granos importados desplazan a los mexicanos, también
está el riesgo sanitario por las afectaciones a quienes lo consumen
y la amenaza de contaminación a las variedades locales de maíz,
la reserva genética del grano que tiene su origen en México",
señaló Liza Covantes, coordinadora de la Campaña de
Ingeniería Genética de Greenpeace-México.
Refirió que en México anualmente se importa
un promedio de 6 millones de toneladas de maíz, principalmente de
Estados Unidos, y se estima que 30 por ciento de ese grano es transgénico,
es decir, modificado genéticamente en laboratorios por las grandes
empresas trasnacionales dedicadas a la ingeniería en este ramo.
Sin embargo, la irresponsabilidad tanto de las dependencias
gubernamentales como de las mismas empresas importadoras ya ha derivado
en la contaminación parcial de los cultivos con semilla nativa de
México, como sucedió en la región mixteca de Oaxaca,
donde se comprobó que se sembraron granos transgénicos y
se contaminó la reserva genética local.
De la misma manera, la distribución de productos
agrícolas transgénicos en las grandes cadenas de tiendas
comerciales se da sin ofrecer al público consumidor una información
básica en sus etiquetas de presentación sobre el origen y
la calidad genética de éstos.
En especial, la importación de maíz transgénico
pone en grave riesgo la biodiversidad de México, que es el centro
mundial de este cultivo y la reserva genética de la semilla significa
la seguridad alimentaria de todos los habitantes del planeta que dependen
del consumo de este grano, aseveró Covantes.
Los activistas exigieron a los titulares de las secretarías
de Agricultura, Salud y Economía, que son integrantes de la Comisión
Intersecretarial de Bioseguridad, detener la autorización de cupos
de importación de granos transgénicos y aplicar la normatividad
nacional e internacional en la materia.
Covantes mencionó que el ingreso y descarga del
buque Ikan Altamira en la terminal marítima de Veracruz violenta
lo establecido en el Protocolo Internacional de Bioseguridad, suscrito
por 130 países -México, entre ellos-, y que entró
en vigor este 11 de septiembre.
"Este protocolo es un acuerdo multilateral ambiental para
prevenir el daño a la biodiversidad genética y ante el riesgo
que implican la introducción y comercialización de los organismos
genéticamente modificados o transgénicos, pero a dos días
de su vigencia ya se está violando con la llegada de 40 mil toneladas
de maíz de este tipo a bordo del Ikan Altamira".
También pidieron la aplicación del artículo
420 del Código Penal Federal, que establece como delito la importación,
movilización y uso de transgénicos en México que no
respete la legislación vigente y, en este caso, la normatividad
regulada por el Protocolo Internacional de Bioseguridad.
Los activistas también notificaron de esta medida
a sus homólogos de Greenpeace que participan en la quinta reunión
ministerial de la Organización Mundial de Comercio en Cancún
para que eleven la protesta por la introducción de granos transgénicos
a México en las diversas mesas de trabajo.
Después de 13 horas de permanecer encadenados al
ancla del barco Ikan Altamira y tras dialogar con autoridades de
la capitanía de puerto local, los activistas de Greenpeace levantaron
el bloqueo y el buque tomó rumbo al puerto de Neva Orleans sin ingresar
a la terminal veracruzana.
Gerardo Moncada, uno de los activistas de Greenpeace,
indicó que las autoridades se comprometieron a respetar el Protocolo
de Cartagena, y así se logró que el buque carguero no ingresara
a los muelles con 40 mil toneladas de maíz propiedad de la trasnacional
Cargill.
Hasta el cierre de la edición, el Ikan Altamira
recibió la orden de ubicarse a 12 mil millas náuticas de
la terminal de Veracruz y posteriormente retornar a su puerto de origen.
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