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México D.F. Sábado 6 de septiembre de 2003
EL "POSIBLE HOSTIGAMIENTO" Y LA JUSTICIA
El
procurador Rafael Macedo de la Concha, según el subprocurador de
Derechos Humanos de la Procuraduría General de la República
(PGR), se habría comprometido a impedir que durante su gestión
se repitan "actos de posible hostigamiento" contra la prensa, como el intento
de hacer declarar a un reportero de La Jornada cuál era su fuente
de información. La PGR, al mismo tiempo, ante la reacción
de nuestro periódico, de nuestros colegas nacionales e internacionales,
de diversas ONG, dirigentes políticos y de la opinión pública,
realiza una investigación interna que involucra a dos funcionarios
de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y un Ministerio Público
y que, según la procuraduría, concluirá en los próximos
días.
Este desenlace plantea varios interrogantes. En primer
lugar, sigue en pie el hecho de que anteriormente a seis reporteros de
La Jornada la PGR les giró un citatorio para que revelasen sus fuentes
sobre el llamado Pemexgate, lo cual provocó una queja contra Rafael
Macedo de la Concha y otros dos altos funcionarios de la procuraduría
que desde noviembre pasado está siendo ventilada en la Comisión
Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
En segundo lugar, puesto que se ha intentado cometer un
delito, es insuficiente una mera investigación interna contra funcionarios
subalternos, que de ningún modo habrían podido asumir una
iniciativa de ese tipo si no hubiesen contado con órdenes de sus
superiores. Por el contrario, dado el antecedente ya citado en el caso
de la delictiva presión contra nuestros compañeros, sería
injusto hacer recaer sobre los ejecutores la responsabilidad de la creación
de un ambiente favorable al hostigamiento reiterado y efectivo (y no sólo
"posible") contra la prensa o, en el caso peor, de las órdenes que
ellos podrían haber recibido. Eso es materia de una investigación
profunda e independiente.
En tercer lugar, si en este caso la violación de
las declaraciones oficiales en defensa de la libertad de prensa se debiese
sólo al exceso de celo y de iniciativa de algunos funcionarios indisciplinados,
habría que preguntarse por qué eso es posible nada menos
que en la PGR y afectando nada menos que a la prensa y en particular a
La Jornada. Alguien debería tener clara conciencia de que situaciones
de este tipo atentan claramente contra la transparencia de los actos de
gobierno, sin la cual no hay vida democrática, y contra la libertad
de información y de crítica.
Lo más preocupante es lo que dice con claridad
la CNDH: "No pasa desapercibido para este organismo nacional que las declaraciones
realizadas por el titular de la PGR y el subprocurador encargado de permear
en los servidores públicos de esa institución el respeto
de los derechos humanos durante el desarrollo de las investigaciones ministeriales
relacionadas con la protección y preservación de las fuentes
de información de los reporteros no se ha reflejado en un compromiso
real, toda vez que también han sostenido que esa dependencia solicitará
a los periodistas la revelación de sus fuentes en casos excepcionales,
con lo que se deja claro que esa dependencia no tiene la intención
de asumir la postura de respeto a esta prerrogativa de los medios y sí,
por el contrario, demuestra que seguirá actuando con criterios de
discrecionalidad, mismos que son contrarios al espíritu del principio
de certeza jurídica y constituyen una amenaza al respeto de los
derechos humanos de los periodistas".
No arregla nada las cosas decir, como lo hace el procurador,
que "durante su gestión" el "posible hostigamiento" no se repetirá.
Según la lógica tal frase supone que la repetición
del atentado contra los derechos de los reporteros de La Jornada es siempre
posible y, además, que no se tomarán medidas de fondo y definitivas
para que, de una vez y para siempre, se respeten la libertad de prensa
y los derechos humanos de los periodistas.
Por el contrario, el funcionario encargado de hacer respetar
la ley y los derechos de los ciudadanos debería emprender una intensa
cruzada de alcance nacional para erradicar el arbitrio del poder frente
a los medios de comunicación y los delitos de todo tipo que se cometen
contra los periodistas.
Estamos satisfechos por haber rechazado con éxito
el intento de impedirnos cumplir con nuestro deber de informar, pero creemos
que la reacción oficial es insuficiente, como lo demuestran las
propias palabras del secretario de Gobernación para quien "no entra
en su competencia" el intento de la procuraduría de avasallar "la
libertad de expresión de los medios de comunicación" que
en la misma declaración dice respetar. Defender los derechos de
los periodistas y la independencia de La Jornada (y de todos los demás
medios) no sólo es "competencia" sino que también es deber
de todo funcionario estatal, de todo político realmente democrático
y de todo ciudadano.
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