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México D.F. Sábado 6 de septiembre de 2003
FORO DE LA CINETECA
Carlos Bonfil
Septiembre 11
Anécdotas o alegorías
El corto de Imamura, el mejor
LOS EPISODIOS QUE integran el documental colectivo Septiembre 11 (11'9''01) debían sujetarse a una regla sencilla: no durar cada uno más de 11 minutos, nueve segundos, y una imagen. El productor francés Alain Brigand, de la cadena televisiva Canal Plus, brindaba luego una libertad total para que 11 directores de 11 países contrastaran sus puntos de vista sobre un mismo acontecimiento trágico: los atentados terroristas que derribaron las Torres Gemelas del World Trade Center neoyorquino en una fecha desde entonces simbólica para la paz y la seguridad mundiales.
ƑCOMO ENCONTRAR, A menos de un año de la tragedia y con poco distanciamiento emocional, el tono justo que evitara la crónica sensacionalista, el narcisismo estético o el sentimentalismo? La dificultad mayor en la empresa era procurar una visión crítica de lo sucedido sin vulnerar sensibilidades y sin exasperar tensiones ideológicas. Algunos directores eligieron algo más seguro: recrear el evento a partir de anécdotas o alegorías, con una transparente intención humanista; otros optaron por los riesgos del cuestionamiento directo. Entre estos últimos destacan los realizadores Youssef Chahine y Ken Loach. Para el egipcio, única voz árabe en el conjunto, la violencia terrorista participa de un círculo vicioso en el que se oponen infatigablemente el rencor social y el terrorismo de Estado, soberanía nacional y globalización, así como dos nociones irreconciliables de heroísmo, una de ellas orientada a la celebración del martirio. El cineasta inglés, por su parte, invita a los estadunidenses a recordar otro trágico 11 de septiembre, en Santiago, por medio de la carta abierta de un exiliado chileno, víctima, como miles más, del terror militar auspiciado por Washington.
LUEGO DE ESTOS episodios proliferan las evocaciones anecdóticas, la de la hindú Mira Nair, por ejemplo, quien señala el clima de intolerancia y xenofobia que hizo de un socorrista voluntario un sospechoso de terrorismo por el simple hecho de ser musulmán; o la de Danis Tanovic con sus mujeres bosnias recordando ese mismo día 11 otra matanza, la de Srebrenica; en tanto el israelí Amos Gitaï reflexiona sobre la coincidencia de un atentado terrorista en Tel Aviv, eclipsado en los medios locales por el impacto mucho mayor de lo sucedido ese día en Nueva York. Un episodio más, dirigido por Samira Makhmalbaf, muestra cómo una maestra iraní intenta explicar a niños en el desierto la magnitud de una tragedia para ellos incomprensible, particularmente por no haber visto jamás un edificio. Para otros cineastas la evocación sentimental es inevitable: en el corto estadunidense, de Sean Penn, un anciano viudo, sumido en la depresión, asiste al milagro de ver renacer flores casi marchitas en el momento mismo de la tragedia; la vida continúa, repetiría como cliché de ocasión el francés Claude Lelouch, cuyo episodio es también un canto de esperanza, donde una mujer sorda recupera al amante que creía perdido cuando éste sobrevive al atentado para ella hasta entonces desapercibido.
EL MEXICANO ALEJANDRO González Iñárritu propone un reto formal: la pantalla, casi siempre oscura, registra los sonidos de la tragedia e imágenes esporádicas de cuerpos que se precipitan al vacío. Sin duda el corto más cuestionado, por su pretendido regodeo estético, también el más inclasificable. Por último, dos revelaciones: la frescura humorística del africano Idrissa Ouoedraogo, con niños intentando capturar a un doble de Osama Bin Laden, y la sobriedad del japonés Shohei Imamura en el mejor de los relatos, una reflexión sobre la intemporalidad del horror, con un soldado que elige convertirse en serpiente humana para huir de los horrores de la guerra. Magistral.
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