México D.F. Sábado 6 de septiembre de 2003
El cura Hidalgo. Diez balcones y una balconeada,
libro que publica La Jornada
Con la Independencia, Hidalgo ''buscó sus 15
minutos de gloria''
Debemos agradecer dice Magú, autor de
la obra, que el prócer hizo posible la venganza por los agravios
de la conquista y la Colonia ''El gobierno de Fox no sabe qué
hacer con los héroes''
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Hubo un tiempo en que Miguel Hidalgo y Costilla fue un
respetable héroe de bronce y mármol al que los mexicanos
bien nacidos veneraban como El Padre de la Patria (padre soltero,
al parecer). Los políticos lo admiraban y secretamente aspiraban
a compartir su gloria. Calles, plazas, estaciones del Metro y aeropuertos
llevaban su nombre. En la escuela los profesores hablaban de sus hazañas
y en los libros de texto se le veía iracundo, rompiendo las cadenas
de la esclavitud.
Así fue durante largos y felices años, hasta
que un día el caricaturista Magú echó a andar
su máquina del tiempo y se trajo al cura Hidalgo al presente, lo
arrancó de la Historia con mayúsculas, reveló aspectos
de su oscuro pasado y lo volvió personaje de sus cartones políticos.
De toda esa obsesiva labor han nacido dos libros: Hidalgo y sus gritos
(1994) y, el más reciente, El cura Hidalgo. Diez balcones y una
balconeada, ambos publicados por Ediciones La Jornada.
El primero incluía un texto del historiador Enrique
Krauze, que señalaba aspectos de la vida política y privada
de Hidalgo, poco conocidos por el público en general. El segundo,
cuyo propósito también es conmemorar el 250 aniversario natal
del prócer, registra los pasados 10 años de sus andanzas
por nuestro convulso presente. A esa década se refieren ''los balcones"
del título. Los textos esta vez son de Lucas Alamán, un clásico
de la historiografía mexicana y uno de los más severos críticos
del cura de Dolores y su gesta independentista. Por eso, la ''balconeada"
es la que le da Alamán a Hidalgo.
Ni superhéroe ni santo
En
todo caso, expresa Magú, ''lo que vemos es un Miguel Hidalgo
más humano que el que nos enseñan en los libros de texto.
He querido que veamos que no era un superhéroe ni un santo, que
cometía errores y que la independencia de México tal como
la pintó el discurso oficial dista mucho de ser una epopeya gloriosa
realizada de acuerdo con un proyecto, un plan y una ideología. Ese
movimiento fue un desastre desde su inicio, empezó con un arrebato
del cura Hidalgo, que seguramente quería tener sus 15 minutos de
gloria y organizó el mayor desmadre que se ha organizado en este
país. Lo que en realidad le agradecemos los mexicanos, más
que la Independencia, es que haya hecho posible la venganza por todos los
agravios de la conquista y el dominio de 300 años".
Como consta a los lectores de La Jornada, Magú
no se queda en la revisión histórica del personaje, sino
que lo trae a nuestros días y lo pone a interactuar con políticos
del presente en situaciones de actualidad. Por eso vemos en el momento
en que Ernesto Zedillo descubre la conspiración y le reclama: ''¡No
se vale, señor cura, no se vale!" O cuando el mismo Zedillo le advierte:
''Esa nostalgia (de dar el grito de Independencia) asusta a los inversionistas
extranjeros y jodes la economía. ¡Ya estoy harto!"
Y sin duda de antología es aquel cartón
publicado al día siguiente de los atentados del 11 de septiembre
de 2001 en Nueva York. Asomado a la ventana, Hidalgo observa conmocionado
las Torres Gemelas humeando mientras dice que mejor se regresa a Dolores,
al año de 1810.
Con
motivo de los 250 años del natalicio de Miguel Hidalgo, recientemente
se presentó una exposición en la Alhóndiga de Granaditas,
en la ciudad de Guanajuato, con retratos del prócer pintados en
distintas épocas. Con cinco cartones, Magú es el único
autor contemporáneo incluido en esta muestra.
Aunque la relación de Magú con Hidalgo
a lo largo de estos años ha tenido un tinte jocoso, no cabe duda
que también se alimenta de la admiración que el caricaturista
siente por el héroe: ''Es un personaje que difiere mucho de lo que
han sido, son y creen ser muchos políticos mexicanos que se toman
tan en serio su idea de ser los que tienen la sagrada misión de
construir el país".
Ese ha sido el objetivo de Magú: ''Presentar
a los héroes tal como son, pero al mismo tiempo descubrir que una
vez que los pones sobre el cartón, con lo poco que conozca la gente
los recuerda, los compara con los políticos de ahora y de esa manera
el personaje contribuye a la crítica de la situación política
actual".
Hoy es de lo más inofensivo caricaturizar a héroes
como Hidalgo, pero hubo un tiempo, sobre todo durante el reinado priísta,
''en que era difícil hacer bromas sobre ellos. Recordemos aquel
momento ridículo en que multaron y suspendieron a Manuel Loco
Valdés por decir un chiste sobre Juárez. Los gobiernos
pensaban que los héroes eran de su pertenencia y no les bastaba
con ensalsarlos a la menor oportunidad, sino que también impedían
que los desmitificáramos hablando de ellos como seres humanos, más
allá de las estatuas y del bronce".
El olvido del gobierno
La Jornada, entonces, ''fue un espacio para esa
crítica y esa revisión. La empecé yo con Hidalgo y
después la continúan otros colegas caricaturistas con quienes
he hecho suplementos y hasta un libro sobre otros héroes. Hoy al
parecer ya los héroes nos pertenecen a todos, y ahora hasta al gobierno
se le olvidan. Con Vicente Fox el gobierno como que ya no es dueño
de los héroes, pero no tanto porque nos haya dejado su propiedad
sino porque ni siquiera sabe que existen. O sabe que hay algunos y no sabe
qué hacer con ellos para recordarlos. Este año Hidalgo se
les escapó".
El cura Hidalgo. Diez balcones y una balconeada
será presentado el próximo lunes en el Museo de la Ciudad
(Pino Suárez 30, Centro Histórico) y el 11 de septiembre,
a las 16:30 horas, en el Centro Nacional de las Artes (Río Churubusco
y Tlalpan). Participarán el historiador César Moheno y los
moneros Ahumada, Luis Fernando, Rocha, Tacho, Rictus y, cómo no,
el autor.
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