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México D.F. Sábado 6 de septiembre de 2003
Gustavo Gordillo
El síntoma del Cono Sur: hablando claro
ƑQué es viajar con un presidente sino mirar en un instante concentrado un gran mundo complejo, que se abre ante tus ojos y se expresa sin el pudor de la vida cotidiana?
Mientras continúa su perorata, un público embelesado con sus palabras se descubre a sí mismo. En medio de tanto deja vu hay algo radicalmente novedoso que no logro descubrir en ese momento. El popolo está ansioso de escuchar a Lula. Habla el ministro de Seguridad Alimentaria Graziano, breve, conciso como es y al grano. Después el ministro Rossetto, de Desarrollo Agrario, en otro tono más exuberante, arranca aplausos enviando el mensaje principal: en el gobierno estamos unidos para asegurar el éxito del programa principal de Lula Fome Zero -Hambre Cero-, pero lo principal es la participación popular. Además se firman varios convenios, se soplan cuernos, se entregan cestas de frutas.
Le toca hablar al gobernador... y, cómo les diré, como bien me dijo Carlos: nao tem jeito. Jeito es una palabra maravillosa en brasileño, casi quiere decir todo. Pero ahí la utilizaba Carlos, presentí, como no tiene remedio. En verdad que no tenía lucha, por una parte que el gober como que lo de orador no le nace, y por la otra, que la gente quería oír a Lula. šHabía venido a oír hablar a Lula, maestros!
Lula agarra el micrófono y le agradece el apoyo al gober, todos son bienvenidos a esta lucha. Pero añade que lo decisivo es la participación de la gente. El alarido, apenas contenido por la silbatina, se desata. En el lapso de unos treinta minutos -breve, Lula no es- pasa del orador al pedagogo al estadista. Sólo tengo cuatro años, ni modo que me pusiera a llorar por el estado como me entregaron el país. Esto no les gusta a los partidarios del presidente anterior, que sin embargo son claves para el actual gobierno, tanto en el Parlamento como en los gobiernos estatales.
El tiempo nos apremia, ustedes nos apremian. Hagamos las cosas juntos. Para los nordestinos un mensaje clave de otro nordestino: nunca bajen más la cabeza, este es también su país. No necesitan intermediarios, necesitan representantes auténticos. Eso no les gusta a los caciques. Sí, correcto, hay que repartir tierras, este es un país con una enorme desigualdad. Pero no se trata de entregar tierra sin acceso al crédito, sin infraestructura, sin aperos de labranza, sin asistencia técnica. Se puede hacer una reforma agraria tranquila y pacífica. Eso no gusta a algunos sectores de izquierda.
Días después, leyendo una entrevista de los corresponsales extranjeros con Lula -"Sin duda, Bush no es el presidente que a mí me gustaría y seguro que tampoco yo soy el presidente que él desearía, pero tenemos que entendernos... Sé muy bien que si mi propuesta fracasa, no soy yo quien fracasa, sino todo el movimiento de izquierda que me ha llevado al gobierno"-, encuentro la novedad.
Kirchner lanza el plan para combatir "el hambre más urgente", interviene la caja sindical para obras sociales PAMI, origen de mucho corporativismo y corrupción, renueva los mandos militares, promueve cambios en el muy cuestionado Poder Judicial, sobre todo en el ámbito de la Suprema Corte, logra pactar con el Congreso que revoque las leyes que indultaban a torturadores, asesinos y terroristas. Algunos intelectuales casi lo llaman el gobierno de los gestos, dirigidos en clave simbólica a los valores esenciales de clases medias y medios de opinión. Kirchner también propone un país normal en el que la ley sea más o menos igual para todos. Dicen que la habla duro al FMI. Muchos dicen que ha ganado y bien porque ha sabido escoger bien a sus enemigos y ha elegido a las bestias negras del mundo mediático.
A la Exposición Rural de Palermo asiste, días después de la inauguración oficial, generando todo tipo de comentarios respecto de una supuesta poca sensibilidad respecto al mundo rural. En el fondo el debate es entre qué tanto el mundo rural, sobre todo el sector exportador, debe o no comprometerse más con la suerte del conjunto del país.
Chile es hoy la exposición y la explosión de lo que ocurrió hace 30 años. Si existe algo que pudiera denominarse el "destape chileno", éste sería enfrentar los hechos y las diversas versiones sobre los hechos que condujeron al golpe de Estado y a la dictadura militar. Un valeroso y civilista jefe de las fuerzas armadas declara un "nunca más" que resuena más allá de los cuarteles. La democracia cristiana, en voz de sus dirigentes más representativos, no acepta un homenaje a Allende porque recuerda que se opuso a su forma de gobernar. El Partido Socialista y el Partido Comunista reivindican con justa razón el legado allendista. La televisión chilena trasmite, por primera vez, escenas como el bombardeo de La Moneda, que una enorme cantidad de jóvenes chilenos de menos de 30 años jamás habían visto. Lagos, sin duda el presidente latinoamericano que expresa mejor el sentido estratégico del tiempo político actual, lanza una iniciativa respecto de los desaparecidos políticos que es obviamente polémica.
La pregunta, me parece, es Ƒque tienen hoy en común Lula en Brasil, Lagos en Chile, y Kirchner en Argentina? Aparte de la cercanía o la vecindad geográfica, quizás la presión de un tiempo único en Amérca Latina.
Son antihéroes que enfrentan el dilema de un país con pasado o un país del pasado. Tienen mayorías parlamentarias precarias y triunfos efímeros. Mensajes controvertidos que trasmitirles a sus pueblos. No es el facilismo de la popularidad, sino el tiempo de decisiones duras. Pero no lo hacen en el aislamiento de sus oficinas, sino de cara a su pueblo. No lo hacen tampoco con resignación. Aun con las restricciones existentes, es necesario aprender a imaginar lo que es indispensable para que lleguen cambios que favorezcan al pueblo. Lanzan Fome Zero, Chile solidario o El hambre más urgente.
ƑEs poca cosa? Quizás para la magnitud de los problemas que se enfrentan en la región. Pero asumir las restricciones es un paso hacia los sueños posibles. Hablar claro es el principio de la esperanza. Mirar la vida pública directamente sin subterfugios ni grandilocuencia. Decir las cosas por su nombre.
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