México D.F. Sábado 6 de septiembre de 2003
Enrique Calderón A.
Un cambio relativamente urgente
Si los cambios, los avances logrados y las promesas cumplidas
por la presente administración nos han permitido comprobar que los
procesos electorales pueden servir para dos cosas, y comprobar por experiencia
propia la validez de la frase aquella de que "la democracia es la peor
forma de gobierno, excepto todas las demás", la experiencia de las
últimas elecciones de julio pasado es que los procesos electorales,
además de inútiles, pueden ser desastrosos e insultantes
para la sociedad, al ser tratada como un conjunto de retrasados mentales.
Así podemos preguntarnos si en lo que hoy vivimos
es en una sociedad democrática o de qué se trata. ¿De
seleccionar los lemas y estribillos más ingeniosos?, ¿de
votar por quien más salió en la televisión?, ¿de
apoyar a quien muestre más capacidad para saturar las calles con
anuncios y colgajos? Para muchos de los partidos políticos y para
sus líderes, pareciera que la democracia es vista, bien como un
negocio muy redituable, o bien como un medio de acceso a empleos seguros
y bien pagados.
Por otra parte, sabemos que si la democracia es mala tiene
una virtud que la compensa: la capacidad de cambiarla, de experimentar
con ella, de mejorarla. Me atrevo a pensar por ello que más que
tirarla a la basura, lo que necesitamos mejorar decididamente es nuestro
sistema electoral.
A continuación hago una propuesta para ello.
1. Limitar significativamente los recursos que
se otorgan a los partidos políticos, para evitar que los derrochen.
2. Limitar seriamente los gastos de los partidos
independientemente del origen de sus recursos.
3. Abolir el tiempo en televisión y radio,
pagado por los partidos para hacer propaganda política, para evitar
que quienes tienen más dinero terminen ganando las elecciones.
4. Los medios de comunicación y en particular
las televisoras podrán hacer referencia a los partidos políticos
de acuerdo con normatividades y límites estrictos, claramente establecidos
y difundidos.
5. La propaganda política basada en carteles
y anuncios deberá estar limitada para evitar niveles de saturación
y gastos en exceso.
6. Favorecer y apoyar las campañas políticas
basadas en mítines, visitas de candidatos y reuniones de discusión.
En general se deberá limitar y dificultar la trivialización
de la política, favoreciéndose en cambio la discusión
de las ofertas políticas y el fortalecimiento de la cultura política.
Asimismo, estos cambios deberán orientarse hacia
la eliminación de las condiciones que hacen necesario el financiamiento
y apoyo económico de las campañas por parte de terceros,
para asegurar que quienes triunfan en las elecciones y arriben a los puestos
públicos, lo hagan sin tener compromisos que saldar por los apoyos
recibidos. En resumen, ni más Pemexgates, ni más "amigos
del candidato en turno", cuya amistad tenga que ser demostrada en pesos
o mejor aún en dólares. ¿Será posible algo
así?
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