En No es lo mismo expresa sus inquietudes: desde el amor hasta la invasión de Irak

Ante la imposición del pensamiento único no se puede callar: Sanz

El cantante español mezcla flamenco, son cubano, gospel, rap y hip hop en su nueva producción No teme perder seguidores por el giro radical que da su música, confiesa

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 3 de septiembre. El nuevo disco de Alejando Sanz es, según sus palabras, un "punto de inflexión" en su breve y vertiginosa trayectoria artística: del Corazón partio y el quejío andaluz, que cultivó como buen flamenco, ahora, con No es lo mismo (Warner), pretende difundir una faceta hasta ahora desconocida de su "alma". El cambio de imagen y de mensaje es radical: del verso fácil ha pasado a la fusión musical, en la que al entremezclar ritmos de ambos lados del Atlántico expresa sus inquietudes políticas, pues dice: "No es el momento de estar callado ante la imposición del pensamiento único".

Con cinco discos y 18 millones de copias vendidas a sus espaldas, Alejandro Sanz presentó en Madrid No es lo mismo, disco en el que se mezclan insistentemente el flamenco, el son cubano, las baladas, el gospel, el rap y el hip-hop. Y que, fusionados, dan cobijo musical a las inquietudes y preocupaciones del autor, que van desde el siempre presente desgarro del amor y la soledad hasta la indignación que le provoca la invasión de Irak o el desastre ecológico y socioeconómico que causó el hundimiento del buque petrolero Prestige, que vertió más de 80 mil toneladas de combustible en las costas de Galicia, Asturias, Cantabria, el País Vasco, Portugal y el sur de Francia.

Catarsis

La nueva música de Sanz viene acompañada de una catarsis individual -o un simple cambio de imagen- que salta a la vista, una vez que la fotografía que ilustra la portada del disco destaca, sobre todo, dos cosas, que son a su vez dos cambios radicales: con la barba medio crecida, ataviado con una camisa sin mangas y deteniendo con la mano derecha un vaso de agua medio lleno -o medio vacío, según se quiera-, del hombro izquierdo de Sanz destaca un tatuaje que es una réplica del mítico toro que pintó Pablo Ruiz Picasso en su cuadro más emblemático, El Gernika. "Esta imagen representa los peores valores que tenemos y lo llevo para recordarlo, por eso me lo tatué, pero además es una manera de protestar, pues me parece muy fuerte y muy hipócrita que en su día taparan la réplica del cuadro de Picasso que hay en la sede de la ONU porque iba de visita George W. Bush. Eso da a entender también la fuerza que puede tener una obra de arte."

La referencia a esa obra, según explicó Sanz, se debe a circunstancias que se hicieron patentes en el último año, en el que recuperó los ideales, sinsabores y compromisos que tenía cuando era un joven de barrio humilde, en el que sintió la severidad y el peso de la pobreza. Por eso quizá Sanz puso tanto empeño en confeccionar este disco, que calificó como el más "individual", incluso dijo más: el que le sirvió para recuperar su individualidad, que "es lo más importante que tenemos y que debemos defender".

Las 12 canciones que conforman el disco fueron compuestas y musicalizadas por Sanz, que confiesa no tener miedo de perder seguidores por el giro radical que dio a su música y que, si es así, tampoco le importa, ya que "estamos en un momento en el que no podemos permanecer pasivos ante el pensamiento único" y la "indiferencia" que muestran los políticos ante las manifestaciones sociales de rechazo a sus directrices. Como ejemplo citó la invasión de Irak y las multitudinarias protestas que se llevaron a cabo en medio mundo: "Me parece muy mal que hayan promovido una guerra aun cuando la gente salió a la calle y expresó claramente su rechazo. Me parece penoso e increíble que se sigan utilizando las armas y que se mate a la gente en 2003, por eso este toro y mi música son una forma de protestar", señaló.

Congrega a genios de la música

El nuevo disco de Sanz incluye baladas que recuerdan su viejo estilo, pero también logró congregar en torno a su música a grandes genios, como Paco de Lucía, y su nuevo equipo musical: en la batería, Vinnie Colaiuta; Horacio El Negro Hernández, especialista en latin-jazz; en el bajo Anthony Jackson, y en las guitarras Michel Landau y, sobre todo, Paco de Lucía, que colaboró con Sanz en el tema Regálame la silla donde te esperé.

Pero además en No es lo mismo Sanz desplegó sin rubor su cercanía con la cultura y la música latinoamericanas; incluso en su lenguaje se nota, como en el mexicanísimo "me vale madres" que entona en una de sus canciones.