México D.F. Jueves 4 de septiembre de 2003
No tardarán en ocupar los podios de las
principales orquestas del orbe, señala
Vaticina Meier la pronta aparición de nuevos
grandes maestros de la batuta
La exigencia de más democracia propició
que el director dejara de ser un tirano, dice
El músico suizo preside el jurado del primer
Premio Internacional Eduardo Mata
ANGEL VARGAS
Una profunda convulsión está por ocurrir
en el panorama de la música clásica en el mundo. De ello
está convencido el afamado músico y catedrático suizo
Gustav Meier, quien sostiene que tal sacudimiento será positivo
y se deberá a la pronta aparición de una nueva camada de
''grandes monstruos" de la dirección orquestal.
''Son
pocas las grandes figuras que siguen al frente de las orquestas. En los
años recientes llegamos a padecer inclusive un vacío. Pero
ahora se vive una etapa en la que se gestan esos grandes directores que
hacen época, y no tardarán mucho en ocupar los podios de
las agrupaciones más importantes del orbe", abunda.
Meier, quien se encuentra en México en su calidad
de presidente del jurado del primer Premio Internacional Eduardo Mata de
Dirección de Orquesta, sostiene que la figura de director ha vivido
una profunda transformación a partir de la segunda mitad del siglo
XX y hasta nuestros días.
''Es increíble cómo ha cambiado. Hasta la
década de los 50 y acaso un poco después, el director de
orquesta era un rey, casi un dios, y por lo mismo inabordable e intocable",
señala.
''Desde hace unas décadas, su personalidad es más
humana, así como su trato. Se puede hablar con él, los músicos
acercársele e intercambiar opiniones, algo que en verdad antes era
impensable."
El músico europeo atribuye que tal cambio se debe
a la exigencia de mayor democracia que se ha generado a escala mundial
en todos los órdenes de la vida.
Considera que la imagen del tirano o del dictador al frente
de una orquesta, a la manera del legendario Arturo Toscanini (1867-1957),
en mucho se debe a la dinámica autoritaria que se vivió en
los países del desaparecido bloque socialista. Inclusive sostiene
que el trabajo de un director con esas características denotaba
la forma de gobierno del país donde tenía su sede.
Doce finalistas
Meier apunta que el cambio de actitud de estos profesionales
de la música también se debe al desarrollo de los medios
de comunicación y, con ellos, a la aparición de los cazanoticias
o paparazzi.
''Como todo artista -explica-, hoy los directores cuidan
mucho sus actos. No les gusta exponerse, les interesa su imagen."
Y descarta que este nuevo modelo democrático de
dirección orquestal afecte en algo la dinámica o el sonido
de las agrupaciones y, por el contrario, afirma que ha resultado ampliamente
favorable.
''La mística y el misterio de una orquesta se siguen
conservando. Este cambio de actitud no ha afectado nada. El sonido es una
arquitectura compleja que debe construirse en armonía. Entre mejores
sean las condiciones, será más sólido. Una orquesta
suena mejor cuando su director tiene un trato humano y no el de un tirano."
Alumno de Leonard Bernstein y compañero de generación
de Claudio Abbado, Zubin Mehta y David Zimman en Tanglewood, Meier encabezó
ayer la conferencia de prensa en la que se dieron a conocer de manera oficial
los pormenores sobre la fase final del premio Eduardo Mata.
En esta primera versión del certamen, como hemos
venido informando en estas páginas, se inscribieron 130 músicos
de los cinco continentes, de los cuales fueron escogidos 12 que durante
esta semana disputan el primer lugar, consistente en 10 mil dólares
y la oportunidad de dirigir, durante 2004, siete orquestas mexicanas y
la sinfónica venezolana Simón Bolívar.
La final será el domingo, a las 18 horas, en la
Sala Nezahualcóyotl, con la Filarmónica de la UNAM, orquesta
residente del premio.
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