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México D.F. Martes 2 de septiembre de 2003
Tenía 81 años; fue un arquetipo
que continuará viviendo, señala Monsiváis
Murió El Piporro, quien "inventó
una idea del norte"
"Tengo tres edades: la comercial, 50; la funcional,
30... ¡ya pa' que quieren saber l'otra!", decía el actor
Además de cantante, fue periodista en el diario El Porvenir
y locutor de radio
ARTURO CRUZ BARCENAS Y DAVID CARRIZALEZ REPORTERO
Y CORRESPONSAL
Eulalio González Ramírez, popularmente conocido
como El Piporro, murió ayer en su casa de San Pedro Garza,
Nuevo León, víctima de un paro cardiaco. Dos días
antes había asistido al concierto de su amigo Oscar Chávez
en el Auditorio Nacional de la ciudad de México. Al finalizar la
audición, acudió a los camerinos a disculparse ante el Caifán,
pues le dolía "de la nuca a la espalda. Algo agudo", comentó.
Y se fue a dormir al hotel El Diplomático, desde donde a la mañana
siguiente se dirigió a un homenaje a Manuel Esperón, en el
Palacio de Bellas Artes. Luego voló a Monterrey, donde la muerte
lo esperaba la mañana del lunes.
Tenía 81 años y sus amigos, entre ellos
Oscar Chávez, se extrañaron de que no fuera al convivio que
acabaría en la casa de Modesto López a eso de las seis de
la mañana del lunes. El popular Estilos -Chávez- había
ofrecido uno de sus mejores conciertos y estaba feliz, y esperaba que el
Pipo lo acompañara y bromeara, como era su costumbre y carácter.
"Está muy dolido -Lalo- por la reciente muerte de Vicente Garrido.
Ya antes le había pesado el deceso de Mario Ruiz Armengol", comentó
López.
Estaba cansado y le aquejaba la artritis. Solía
empuñar sus largos dedos para contrarrestar el dolor, el cual se
le olvidaba cuando saludaba a gente del pueblo que lo detenía en
cualquier calle para saludarlo o pedirle autógrafos. Era de los
más queridos en la ciudad del Cerro de la Silla, por la que acostumbraba
deambular e invitar mariscos o la deliciosa especialidad de El Rey del
Cabrito.
"Gano por default"
Nació
el 16 de diciembre de 1921 en Las Herreras, Nuevo León. Muy pequeño
fue llevado a radicar a algunas ciudades fronterizas de Tamaulipas, como
Ciudad Guerrero, Los Guerra, Reynosa y Matamoros. "En este 2003 tengo 81
años, pero todavía me la parto con cualquiera de... 90. ¡Como
ya no hay... gano por default!"
Refiriéndose con gran cariño a su pueblo
natal, expresó que Las Herreras fue la última capital de
Grecia, "pero al ocurrir la gran hecatombe que separó a los mundos
con mares intermedios, cuando el Coloso de Rodas rodó y el Partenón
se partió, hundiéndose en el mar, en Atenas quedaron los
restos del Partenón, y en Las Herreras, la pura piedra bola (con
la que se construyen los edificios característicos de la ciudad
norteña)".
Poseía un sentido del humor "nato" que le abrió
puertas y corazones, decían quienes lo conocían. Al preguntarle
por su edad confesaba: "Tengo tres edades: la comercial, 50; la funcional,
30... ¡ya pa' qué quieren saber l'otra! Tengo todos los años
del mundo, pero apenas voy a la mitad".
Sus amigos recuerdan que su personaje en la película
Ahí viene Martín Corona, en la que alternó
con Pedro Infante, era el de un viejo. Se pintaba el pelo en las sienes.
A últimas fechas se quejaba con su característico estilacho:
"Antes me pedían que me pintara el pelo para verme más viejo,
ahora me piden que me lo pinte de negro para verme más joven. ¿Quién
los entiende?"
Tal papel en Martín Corona le trajo fama
de viejo, dijo en entrevista con este medio en 1999, en su mansión
de Monterrey -diseñada por uno de sus hijos-, donde mostraba a sus
amigos los cuadros que eran su adoración. Por ahí corrían
sus nietos. Era un abuelo feliz.
Se inició en los años 40 en la radio; antes
había sido estudiante de medicina, carrera que no terminó.
Más tarde estuvo en contaduría, la cual, no obstante haberse
titulado, jamás ejerció, pues su inquietud lo llevó
al periodismo (periódico El Porvenir, de Monterrey) y posteriormente
a la radio, en la que debutó como locutor en la estación
XEMR de esa ciudad.
Llegó al Distrito Federal para tratar de colocarse
como anunciador en la entonces famosa Voz de la América Latina,
XEW, y lo logró, pero no como locutor, sino como actor de radionovelas,
en los años 50. El primer sorprendido fue él, pues jamás
se le hubiera ocurrido que en esa actividad encontraría su camino.
Fue galán, villano, dramático, viejito, ya que entre más
voces pudiera hacer crecerían sus oportunidades de trabajo.
En eso estaba cuando fue invitado a hacer una prueba para
la serie radial Ahí viene Martín Corona. Fue elegido
y ahí nació El Piporro.
En la película del mismo nombre, Eulalio definió
la que sería su ruta, las cualidades del personaje, dicharachero,
medio sabio, experimentado, bravío. Una película que lo marcó
fue El bracero del año, una de las tantas que filmó
en 1940, en la que plantea los aspectos cotidianos de la vida de los trabajadores
migrantes mexicanos en Estados Unidos, tema que no era ajeno a su natal
Los Herrera, ubicada a cien kilómetros de la frontera con el país
del norte.
Su nombre está unido a la vida actoral de los hermanos
Fernando, Andrés y Domingo Soler, a Pedro Armendáriz, a Arturo
de Córdova y María Félix. Muchos lo recuerdan como
mayordomo, torero, boxeador, peladito, norteño, de redova y bajosexto,
en cintas como La Valentina y El rey del tomate, así
como Acapulqueña y Bendito entre las mujeres. Sus
éxitos sonoros rebasaron fronteras y límites de edad y sexo.
A todos gustan Chulas fronteras del norte, Natalio Reyes Colás
y El taconazo, para muchos la mayor de sus composiciones y síntesis
del sonido regional del norte.
A veces fue un gran actor dramático
Entrevistado en esta ciudad, el escritor Carlos Monsiváis
dijo que la desaparición física de El Piporro, sobre
todo para Monterrey y el norte de la República, "es la muerte de
un arquetipo, que desde luego continuará viviendo".
Señaló que contribuyó a la entonación,
al sentido del humor y a los comentarios de sobremesa de varias generaciones
de norteños.
Monsiváis agregó que, "a su modo, El
Piporro inventó una idea del norte", y es por sus cintas un
actor cómico muy estimable, a tal grado que "llega a veces a ser
un excelente actor dramático como en Espaldas mojadas (México,
1953) de Alejandro Galindo, o en una película mala, pero divertida
y con un momento notable, de parodia de María Candelaria,
en la que El Piporro es Pedro Armendáriz y María Félix
es Dolores del Río".
Expresó que Eulalio González era "un hombre
de gran sentido del humor, un cantante, un compositor". Señaló
que Chulas fronteras "sigue siendo a su manera un clásico".
Con su muerte, sus discos se podrán volver a oír y sus películas
a ver.
Comentó que con una previa selección, porque
algunas sí son realmente malas, las películas de El Piporro
"nos permitirán entrar en contacto con la manera en que todo el
norte del país concibió el sentido del humor, la improvisación
y el acento".
María Eugenia Llamas La Tucita dijo sentirse
consternada por la noticia del deceso.
En tanto el delegado de la Asociación Nacional
de Actores (Anda), Juan Antonio Alanís Támez, explicó
que el artista cómico norteño murió en la madrugada
de este lunes en su domicilio de San Pedro Garza García, poco después
de arribar procedente de la ciudad de México.
Mencionó que el viernes próximo Eugenia
León le iba a dedicar su concierto, para iniciar los festejos por
el 70 aniversario de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Ahora seguramente lo hará en forma póstuma, aunque "la idea
original fue que don Eulalio subiera a cantar en segunda voz, los dos acompañados
por la Orquesta Sinfónica de la UANL".
Alanís Támez comentó que platicará
con la familia de don Eulalio "para hacerle un homenaje, si nos lo permiten,
pues ellos tienen la última palabra. Nosotros queremos, por su figura
y trayectoria, hacerle un homenaje como se lo merecen los grandes, y estaremos
presentes donde nos indiquen", añadió.
Sus más recientes producciones
Redovas, polkas, boleros (con orquestación cubana),
tangos, valses, corridos a ritmo de rock (brilla la versión de su
Pancho Tamales, grabado con Cabrito Vudú), countrys, pasodobles
flamencos, canciones emotivas acompañadas sólo por un chelo
(Seré más viejo que tú), duetos (como Viva
mi general, con Oscar Chávez), fueron algunos de los 28 temas
de los últimos discos compilatorios que llevan su nombre, en dos
volúmenes, de Ediciones Pentagrama, que a final de cuentas quedaron
como un homenaje.
Ahí, en el volumen dos, su amigo Oscar Chávez
le escribió, en 1999: "Inclito y preclaro Lalo: te mando un soneto
-barroquísimo y abyecto- con la siniestra esperanza de que la vas
a pasar bien sin mí en tu cabrongésimo cumpleaños:
'Por usted nunca pasarán los años/ todos se le han quedado,
por fortuna/ para asombro de todos y la luna/ del espejo, la luz y los
engaños (...) Hay que morir así, como se vive/ como usted,
como yo, como lo nuestro/ con rabia de aleluya y de semilla'".
Para Modesto López ayer fue un día triste,
pero comentó en entrevista: "Más allá de lo importante
que fue, lo relevante es haber compartido su amistad estos últimos
siete años. Eso es de lo más lindo que he gozado en vida".
Ayer fue velado en la capilla Benito M. Flores, de avenida
San Jerónimo, en la urbe norteña. Hoy le harán una
misa de cuerpo presente en la catedral de Monterrey y el pueblo le rendirá
tributo en la Gran Sala del Teatro de la Ciudad, a las 13 horas. "Todo
Monterrey está triste", comentó vía telefónica
Celso Piña, para quien la pérdida es "un gran dolor".
Elvira, hija de El Piporro, dijo ayer en Monterrey,
mientras recibía a amigos que daban el adiós al Pipo,
que "lo bueno es que mi papá murió sin sufrimiento, mientras
dormía". Era viudo y le sobreviven cinco hijos.
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