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México D.F. Domingo 31 de agosto de 2003
UN BALANCE PREOCUPANTE
En
vísperas del Informe presidencial del lunes próximo, comienzan
a publicarse los balances sectoriales sobre los principales rubros de la
vida nacional, y de ellos se desprende un balance muy preocupante. México
sigue teniendo una economía fuertemente dependiente de Estados Unidos
y, sin embargo, no se ha hecho nada para cambiar esa situación ni
para escapar a los efectos de la recesión estadunidense, que previsiblemente
proseguirá. Tampoco hay previsión alguna sobre los posibles
escenarios que podrían presentarse en Estados Unidos ante el estruendoso
fracaso de la aventura colonial en Irak, la mala situación económica
y la pérdida creciente de popularidad del presidente George W. Bush,
al cual el gobierno mexicano parece haber apostado sus cartas.
Los "datos duros" oficiales son negativos: el Centro de
Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados,
por ejemplo, informa que entre 2001 y 2003 el crecimiento promedio oscilará
en torno a 0.6 por ciento -o inclusive cerca de una cifra menor- lo cual
demuestra que el crecimiento demográfico ha superado al económico
o que, dicho de otro modo, cada mexicano es ahora más pobre que
hace dos años. Según la misma fuente, el desempleo abierto
se duplicó en el mismo lapso, pues no solamente muchos de los jóvenes
que cada año se incorporan al mercado de trabajo no encontraron
un puesto sino que, además, se produjo la fuga de decenas de maquiladoras
y los despidos por éstas de cientos de miles de trabajadores (aunque
las maquiladoras eran la gran esperanza del gabinetazo foxista).
Sin embargo, el balance de la Secretaría del Trabajo
oculta el aumento del desempleo abierto, que en julio llegó a 3.5
por ciento, ni menciona el hecho de que 25 millones de personas (un cuarto
de la población) trabaja sin ninguna prestación, ni la disminución
en cerca de 150 mil del número de los asegurados permanentes en
el IMSS. El secretario del Trabajo, Carlos Abascal, habla en cambio de
un aumento del poder de compra del salario mínimo, en un 3.4 por
ciento. La situación en el campo y de la vivienda sigue siendo también
muy mala, pues la esperanza gubernamental en los créditos que habría
concedido la ultraprivilegiada banca comercial fue defraudada, ya que según
BBVA Bancomer el financiamiento por ese medio sólo creció
0.1 por ciento con respecto a julio del año pasado.
Por su parte, en el terreno de la corrupción, el
presidente del IFE, José Woldenberg, insiste en la necesidad de
una nueva legislación electoral, sobre todo en el problema del secreto
bancario, que haga transparente el financiamiento de los partidos e impida
la repetición de casos como el de Amigos de Fox, que aún
está impune.
A pesar de todo esto, el presidente Fox mantiene impertérrito
su rumbo, pues insistirá -declaró- en obtener inversiones
extranjeras en el campo de la electricidad y del petróleo mediante
las llamadas reformas estructurales, que significan otra modificación
más de la Constitución como las que realizó el ex
presidente Carlos Salinas de Gortari.
Los resultados de esa continuidad fundamental entre el
gobierno panista y los dos anteriores gobiernos priístas son previsibles
y los exponen conocidos investigadores: mayor fragmentación social,
peor distribución del ingreso, aumento de la pobreza, destrucción
de la capacidad de producción del país. O sea, lo contrario
de lo que millones de mexicanos esperaron al votar por quien prometía
un cambio.
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