José Antonio Rojas Nieto

De cara al último Informe

El Informe presidencial de mañana no es el último. Es apenas el tercero, y sin embargo, el desánimo presidencial lo hace aparecer como si ya fuera el último. No parece haber nada más por delante. Ni siquiera el ánimo para enfrentar los tres años que están por venir. Basta darse unos minutos para contemplar las más recientes expresiones del Presidente, escuchar alguno de sus recientes mensajes o, inclusive, ver en las imágenes televisivas cotidianas la pérdida de garbo en su andar, para concluir algo elemental pero dramático: parece que el Presidente se hartó de ser Presidente. Es cierto que todos hemos resistido tres años de gobierno difíciles y erráticos, pero también parece cierto que él no resiste más. Y sin embargo, nada resulta más urgente que un gobierno y un Congreso sólidos, capaces de lograr consenso en torno a algunas líneas básicas para el desarrollo nacional. Una de ellas -imprescindible- es la de nuestro desarrollo energético, en torno al cual cada día parece haber más confusión e, inevitablemente, más pragmatismo, con el pretexto de impulsar unas reformas estructurales que aún no convencen a nadie.

ƑQué hacer entonces? ƑQué hacer, por ejemplo, con un Petróleos Mexicanos (Pemex) deteriorado que no ha logrado legitimar frente a la sociedad una visión estratégica convincente de su futuro? ƑQué hacer con una Comisión Federal de Electricidad que tampoco ha delineado un perfil aceptable de lo que pueden ser sus próximos años? ƑQué hacer con un volumen creciente de producción petrolera y, similarmente, de exportaciones? ƑCómo revertir nuestra elevación de costos de producción de crudo y gas natural? ƑQué hacer con una industria eléctrica cuya expansión descansa fundamentalmente en mecanismos financieros cada vez más costosos? ƑQué hacer frente a los productores externos que en unos años más controlarán la cuarta parte de la capacidad total?

Al menos en el ámbito energético, en tres años no se ha logrado moldear, y menos aún legitimar ante la sociedad, una renovada estrategia de desarrollo en materia de petróleo y electricidad. La continua presencia del artículo 27 Constitucional parece ser obstáculo para un gobierno obstinado en rechazar los lineamientos del Constituyente Permanente, como base de una estrategia de expansión y fortalecimiento de nuestras empresas públicas estratégicas: Pemex, Comisión Federal de Electricidad y Luz y Fuerza del Centro.

En unos meses más alcanzaremos 4 millones de barriles diarios de producción de crudo, y muy probablemente cerca de 2 millones de barriles diarios de exportaciones. No obstante, ya no en meses sino en días, estaremos importando mil millones de pies cúbicos de gas natural al día, poco más de la tercera parte del volumen requerido por los consumidores finales. En este contexto crece aceleradamente el volumen de petrolíferos que compramos fuera -primordialmente gasolinas y gas licuado de petróleo- por el rezago secular en refinación, que nos impide procesar internamente volúmenes crecientes de nuestro crudo. Y mientras recibimos poco más de 11 mil millones de dólares por sólo ocho meses de exportaciones de crudo (3 mil millones más de lo presupuestado), se sigue hablando de la insolvencia financiera de Pemex, a pesar de que sólo con el incremento en el valor de las exportaciones de este año se tendría la capacidad para financiar la mitad de los requerimientos necesarios para explotar solventemente la Cuenca de Burgos, sin necesidad de los controvertidos e ilegales Contratos de Servicios Múltiples.

šCómo sostener esa idea de la insolvencia cuando este año el fisco recibirá cerca de 40 mil millones de dólares por derechos e impuestos petroleros, directos e indirectos!

Estos breves números dan idea somera de la gran fortaleza que aún tiene Pemex y que, indudablemente, permite pensar en una estrategia de fortalecimiento sin renunciar, ni por asomo, a su carácter público, inclusive con una autonomía creciente que le permitiera establecer alianzas estratégicas ventajosas con empresas internacionales que le ayudaran a recuperar su alta solvencia técnica.

También en dos o tres años más alcanzaremos una capacidad eléctrica instalada cercana a los 45 mil megavatios y no menos de 40 mil kilómetros de líneas de transmisión. Contaremos con cerca de 160 mil mva (millones de volt-amperes) de capacidad de transformación en subestaciones y más de 610 mil kilómetros de líneas de distribución. Merced a esta capacidad, a finales de este sexenio se suministrará electricidad -sin apagones, por cierto- a casi 30 millones de usuarios, que pagarán anualmente cerca de 15 mil millones de dólares por su factura eléctrica. Se trata de un flujo de efectivo que, sin lugar a dudas y pese a muchos factores adversos, otorga una sustancial fortaleza financiera a la empresa eléctrica estatal y le proporciona gran capacidad de negociación para impulsar una renovada estrategia de expansión y crecimiento. En esa estrategia bien se puede incluir una autonomía financiera y de gestión que también le permitiera alianzas estratégicas ventajosas con compañías internacionales que le ayudaran a profundizar su solvencia técnica.

šNo hay razones para asumir una actitud derrotista y depresiva so pretexto del fracaso en las llamadas reformas estructurales! Tres años de rechazo a esas líneas de cambio deberían ser suficientes para esforzarse en presentar alternativas capaces de arrancar consensos de transformación alternos. Es otro el tipo de proyecto que la mayoría de la población desea y anhela. Sin duda.

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