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México D.F. Jueves 28 de agosto de 2003
Margo Glantz
El viaje y sus infortunios
La semana pasada se celebró un congreso en la Universidad Nicolaita de Morelia, Michoacán. Un congreso sobre viajes, dedicado a Humboldt, quien, según muchos críticos, causó muchos más males que bienes a México, y en general a América Latina, cuando en sus escritos exageró las riquezas y la prosperidad de estas tierras: sea por Dios o por Humboldt. El congreso estuvo organizado por varios profesores de esa universidad michoacana: Lourdes de Ita, Gerardo Sánchez Díaz, y como responsable de la Universidad Humboldt de Arcata, California, Lilianet Brintrup, y desde la ciudad de México, Luz Fernández de Alba y María Teresa Miaja, entusiastas investigadoras que ya están organizando varios congresos más, uno en Cartagena de Indias, por ejemplo, dentro de dos años.
Días hermosos sin duda en la ciudad de Morelia, ya totalmente despojada de ambulantes, con sus calles limpias y sus bellos edificios civiles y eclesiásticos de cantera color de rosa, gran hospitalidad y un tráfico endemoniado, tanto que en un crucero cercano a la estación de autobuses estuvimos detenidos casi 40 minutos esperando a que transcurriera un largo y parsimonioso tren de carga.
Como siempre en este tipo de congresos, había académicos de varias partes del mundo y de México, sesiones simultáneas sobre distintos aspectos, comunicaciones variadas e interesantes acerca de los viajes, literatura inagotable y maravillosa, un género en sí mismo dentro del cual pueden incluirse desde la Odisea de Homero, las Historias de Herodoto, la epopeya de los Argonautas, la Divina Comedia, Las mil y una noches, los viajes de Marco Polo, las crónicas de la conquista, los viajes de Cook, los imaginarios de Julio Verne o de Salgari, los muy reales del conde polaco Potocki, los del libertino Casanova, o los de Bruce Chatwin, entre tantos otros.
Comíamos antojitos michoacanos en el desayuno, la comida, la cena: uchepos, corundas, enchiladas placeras, y durante el banquete que nos ofreció el gobernador Lázaro Cárdenas Batel, además de las sabrosas viandas, el objeto máximo de conversación fue una catástrofe, un tipo de acontecimiento asociado a los viajes y, en este caso preciso, el del apagón del 12 de agosto que mantuvo sin electricidad a una gran zona de los Estados Unidos y del Canadá, cuya causa más probable haya sido la falta de mantenimiento, resultado de la privatización y desregulación de los servicios públicos, para aumentar el número de accidentes que se han venido sucediendo por esa causa, como por ejemplo el hundimiento del barco petrolero Prestige en España, y en distintas partes del mundo varios accidentes de aviación, descarrilamientos de trenes, etcétera, etcétera.
A pesar de lo cual, aún no ponemos nuestras barbas a remojar.
Cumplidas nuestras tareas no quedaba más que regresar a México. Pero el azar juega malas pasadas y ese hecho aunado a mi falta de precaución, es decir, no advertir que la calle principal de Morelia es de doble sentido y que los coches circulan a muy gran velocidad, provocaron un accidente que pudo ser fatal y que me hace concordar con el cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo, cuando exclama: "šOh vida humana llena de inconvenientes, cuán ligera cosa y fácil es perderte y por cuantas vías...!
Un taxi que circulaba afortunadamente a velocidad moderada me tiró al suelo provocándome varias dolorosas contusiones que me han tenido desde entonces en un estado cercano al de la invalidez. Los morelianos que me vieron caer se acercaron consternados y con gran amabilidad a brindarme ayuda y a aconsejarme que me hiciese examinar en un hospital. Pero soy obstinada y creo como la mayoría de los defeños que fuera de México todo es Cuautitlán, por lo que con grandes esfuerzos y ayudada por mis nuevos amigos y tomando luego del brazo a uno de esos amable transeúntes me encaminé cojeando a la cita que tenía para desayunar, donde anuncié con heroísmo que me habían atropellado. Tere Miaja y Luci Fernández me acompañaron hasta México en un autobús de primera con sillones reclinables y televisión, donde tuve la suerte de ver y oír sin interrupción varios videos, en uno de los cuales se narraba el viaje famoso y reiterativo de un científico que junto con varios compañeros llega a una región poblada de dinosaurios. Como todos sabemos la película es de Spielberg y tiene por título Parque Jurásico.
Mi aventura se asocia, en tono menor, a las de los viajeros que sigo estudiando para confeccionar otra ponencia, ahora para un Congreso en el Instituto de Investigaciones Bibliograficas de la UNAM, del 27 al 29 de agosto, dentro del seminario de Estudios novohispanos que dirige José Pascual Buxó: repaso varios de los términos que aparecen en las páginas de los que han sobrevivido a numerosos naufragios, son contundentes: tribulaciones, infortunios, penosas peregrinaciones, así como desviscerar, deshuesar, fracturar, esquirlar, desfigurar, carenar, calafatear, embrear, desaguar, encallar...
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