ASTILLERO

Julio Hernández López

Fuero amigo

ƑAcción contra tepocatas petroleras o confirmación de impunidades negociadas?

NUNCA HASTA AHORA ha habido acción del presidente Fox que demuestre oposición o combate a la nefasta cultura política del cetemismo. Por el contrario, y a diferencia de lo que esperarían quienes hubiesen escuchado sus apasionados discursos de campaña contra tepocatas y víboras prietas, el presunto abanderado del cambio político ha elogiado pública y formalmente a personajes emblemáticos de la corrupción y el envilecimiento cívico como Fidel Velázquez. De hecho, el recelo y las suspicacias que generaba el ex gobernador de Guanajuato en sus primeras presentaciones ante audiencias de esa elite corporativa fueron cediendo paso a un claro entendimiento que en casi tres años ha dejado intocados los privilegios, negocios, intereses y estructura del sindicalismo genéricamente llamado charro, lo mismo cetemistas que petroleros, burócratas, mineros o ferrocarrileros: Leonardo Rodríguez Alcaine como comprable nuevo socio en los proyectos de privatización eléctrica, Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana como piezas de negociación política que canjeó presuntas vocaciones justicieras por estabilidades y alianzas necesarias para un gobierno en continuo traspié, la amiguísima Elba Esther como garante de control férreo de maestros (SNTE) y burócratas en general (ISSSTE), y pillos como Víctor Flores, de caravanas abundantes hacia el foxismo, y muchos otros liderzuelos más que han vivido de las cuotas sindicales y de las concesiones y negocios privilegiados.

CON EL PRIMER día del próximo septiembre, sin embargo, habrá de verse si el presidente Fox pospuso tácticamente su enfrentamiento con la directiva sindical petrolera por razones laborales (aquel peligroso emplazamiento a huelga en Pemex a finales de septiembre de 2002), electorales (la necesidad de llegar al 6 de julio sin guerra abierta contra un gremio de previsible reacción vigorosa) o políticas (presiones internas encauzadas a través del jefe Diezmo Fernández de Cevallos, que fue secreto testigo de honor del pacto habido en la Torre de Pemex aquel septiembre mencionado para conjurar el riesgo de paro a cambio de frenar la de por sí ya fallida pesca de peces gordos). Es decir, con la primera hora del primer día del mes en puerta, Carlos Romero Deschamps dejará de tener fuero legislativo y, por tanto, si voluntad política hubiese, podrá ser aprehendido o llevado a declarar a causa de cualquier proceso penal que contra él estuviese instaurado, no sólo el relacionado con el famoso Pemexgate, sino incluso el recién abierto por el oportunista Joaquín Hernández Galicia, quien sin detenerse a recoger pedacitos de su lengua ha acusado al actual dirigente sindical petrolero de raterías varias.

SERA MUY IMPORTANTE ver el comportamiento judicial del gobierno federal al momento en que Romero Deschamps quede sin la protección que es inherente a la función de legislar. Por las calles del país se pasea con ostentación el más repudiado de los ex presidentes, Carlos Salinas de Gortari (quien el martes tuvo importante cena en Monterrey con empresarios e industriales de gran renombre, aprovechando que su avanzada, Natividad González Parás, le está creando un ambiente político favorable) e incluso se ha llegado al extremo del cinismo en el caso de la aparición en escenarios cinematográficos del famoso Angel Isidoro Rodríguez, alias El Divino, quien fue procesado por delitos de cuello blanco y, beneficiado por más que sospechosas pifias jurídicas oficiales, ahora disfruta de la vida financiando adulteradas versiones sobre la vida de Emiliano Zapata e incluso participando como extra en cenas porfiristas de la cinta dirigida por Alfonso Arau. A esas muestras de impunidad cabalgante podría sumarse el susodicho Romero Deschamps a partir del próximo primero, lo que abonaría la percepción de que el presidente Fox ha transado con los peores intereses del priísmo y que de sus originales arengas reivindicatorias no quedan sino remedos desinflados.

EN EL FONDO, y en un sistema político como el mexicano, lo de menos es un fuero legislativo, pues lo que propicia impunidades son las negociaciones subterráneas y, en el caso específico del foxismo, la desesperada búsqueda de asideros, aunque fuesen sucios o estuviesen ardiendo, para tratar de sostener la ilusión de que hay algo equiparable a un gobierno (que, por cierto, haga como que informa ritualmente a los ciudadanos, en ceremonias ajadas y desangeladas, de lo que no se ha hecho y de lo que se promete hacer a sabiendas de que tampoco se logrará).

ASTILLAS: PRIMERAS DAMAS: Originaria del estado de México, María del Carmen Ramírez llegó del Distrito Federal a la política de Tlaxcala como esposa del gobernador Alfonso Sánchez Anaya y, en plena detentación del poder político que su cónyuge abandonaba o mal ejercía, se hizo postular candidata del PRD al Senado de la República, a donde llegó por vía indirecta y siempre impugnada. Ahora, Mari Carmen pretende suceder a su esposo en la gubernatura, y para ello desarrolla una intensa campaña que hace coincidir fondos y recursos de los poderes Ejecutivo estatal y Legislativo federal. En Colima, Fernando Moreno Peña ha sembrado también la semilla de la transexenalidad, con su esposa Hilda Ceballos Llerena, a la que hizo elegir diputada local por uno de los distritos de la capital del estado y la cual cumplirá la función de virtual vigilante con fuero de los intereses familiares durante la gestión de papel de Gustavo Vázquez Montes como encargado del gobierno estatal... Y, ya que del tema se trata, anótense en el rubro de las turbiedades hoy tan en boga las acusaciones virtualmente anónimas que por Internet se difunden respecto a las circunstancias que según eso habrían rodeado la muerte de la esposa del gobernador de Hidalgo, Manuel Angel Núñez. No se atenderían aquí tales argumentaciones, firmadas por una tal Anat Keskitalo, de improbable existencia, si no fuese porque en ellas se ventilan datos y detalles que ya otros observadores de la vida hidalguense han comentado en privado a este tecleador respecto a la vivacidad y alegría que denotaba la señora María Elena Sañudo de Núñez antes de que apareciera muerta, y a las prisas y enredos de servidores públicos para dar a conocer las causas del deceso (el propio gobernador hubo de aclarar, días después, que no había sido "un cáncer terminal" el causante del fallecimiento, sino que se trataba de un suicidio). Nada serviría más para deshacer las suspicacias que genera ese texto, denominado El gran engaño, que una mayor claridad sobre ese lamentable episodio.

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