México D.F. Martes 26 de agosto de 2003
REPORTAJE /TESORO
BIBLIOGRAFICO
Contiene 41 mil 582 libros, 60 por ciento de temas
religiosos; 9 son incunables
Catalogado por primera vez, todo el acervo de la Biblioteca
Palafoxiana
Historiadores opinan que haber terminado la catalogación
en la biblioteca -que data de 1646- permitirá reinterpretar la historia
de la educación en la Nueva España y en el México
del siglo XIX, así como elaborar una historia de la lectura en el
país
ARTURO GARCIA HERNANDEZ ENVIADO
Puebla, Pue. El acervo bibliográfico más
valioso en términos históricos de toda América Latina
se encuentra en México, en la Biblioteca Palafoxiana de la ciudad
de Puebla. No existe otro de esa magnitud e importancia. Sus orígenes
se remontan a 1646; sin embargo, apenas este año se concluyó,
por primera vez, su catalogación completa. Ahora se sabe que contiene
41 mil 582 volúmenes, de los cuales aproximadamente 60 por ciento
abordan cuestiones religiosas y el resto son obras filosóficas,
científicas, históricas, políticas y literarias. Un
auténtico tesoro patrimonial.
La catalogación en sí representa un acontecimiento
de enorme trascendencia cultural. Para empezar, destaca la identificación
de nueve incunables, es decir, libros impresos desde el nacimiento de la
imprenta hasta principos del siglo XVI. No sólo eso. Ahora, de acuerdo
con el historiador Benito Martínez, uno de los catalogadores, se
cuenta con elementos suficientes para reinterpretar la historia de la educación
en la Nueva España y en el México del siglo XIX y para elaborar
una historia de la lectura en el país: "No sólo contiene
temas referentes a la religión católica, sino también
sobre ciencia y discusiones filosóficas que en ese momento estaban
en su apogeo. Hay otras obras que hablan de la taxonomía de las
plantas y de los peces. Con esto se rompe el viejo prejuicio de que en
la Nueva España no se leía ciencia".
Desde
1773 la biblioteca se localiza en la parte superior de un majestuoso conjunto
arquitectónico de dos plantas, representativo de la arquitectura
barroca novohispana. El inmueble originalmente estuvo ocupado por los colegios
de San Pedro y de San Pablo, que integraban el Tridentino Seminario Palafoxiano.
Su función principal era cumplir con las disposiciones del Concilio
de Trento, que desde el siglo XVI propugnaba la "buena formación
de los clérigos en un seminario perpetuo". Fue uno de los 660 edificios
históricos de Puebla afectados por el sismo que sacudió a
la entidad el 15 de junio de 1999.
El acervo bibliográfico de la Palafoxiana ocupa
un área de 43 por 11.75 metros, cubierta por cinco bóvedas.
La estantería, de madera ricamente tallada, se distribuye a lo largo
de los muros, en tres niveles. Entre las diversas maderas que la constituyen
se ha identificado el ayacahuite, el coloyote y el cedro.
El sismo de 1999 causó graves fracturas en la bóvedas
y el desplome de parte de la estantería. Cientos de joyas bibliográficas
-de muchas se ignoraba su existencia- quedaron regadas por el piso, sepultadas
bajo los escombros. Ante la magnitud de los daños del inmueble,
la primera recomendación del Instituto Nacional de Antropología
e Historia, aún bajo la dirección de Teresa Franco, fue reubicar
la biblioteca, lo cual implicaba un alto riesgo de dispersión y
pérdida del acervo.
Alejandro E. Montiel Bonilla -subsecretario de Cultura
de Puebla y coordinador de lo que hoy se denomina Proyecto Biblioteca Palafoxiana
del Tercer Milenio- refiere las inmensas dificultades del caso: "Era muy
complicado sacar y trasladar este tipo de patrimonio. ¿Dónde
lo íbamos a meter? ¿Cómo lo íbamos a preservar
y controlar para evitar su pérdida? Buscamos catálogos y
resulta que no había uno completo".
El gobierno poblano y la Secretaría de Cultura
del estado, en desacuerdo con las instancias federales, tomaron una decisión
inapelable: el acervo no saldría de su sede original. Se vio entonces
la necesidad de efectuar una "intervención total" en la biblioteca,
con tres acciones prioritarias: 1) recimentar y reforzar la estructura
del inmueble, 2) catalogar el acervo y 3) restaurar la estantería.
La recuperación, tarea titánica
Después del sismo de 1999, los libros y los escombros
hacían casi imposible transitar por la Biblioteca Palafoxiana. Por
fortuna el acervo no sufrió pérdidas, pero el trabajo de
recuperación representaba una tarea inmensa, faraónica, como
uno de esos formidables trabajos que -según la mitología
griega- Euristeo le impuso a Hércules. Llevarla a cabo requería
no sólo de conocimientos especializados, sino de una pasión
similar a la que Juan de Palafox tuvo por los libros.
Una vez concluida la restauración arquitectónica
había que limpiar, hoja por hoja, cada uno de los 41 mil 582 volúmenes;
identificarlos, numerarlos, clasificarlos, ponerlos en su lugar, elaborar
la ficha correspondiente, primero manuscrita y luego vaciar los datos en
computadora. Para ello se formó un equipo multidisciplinario de
historiadores e historiadores de arte: Elvia Carreño Velázquez,
Benito Martínez Urbalejo, Claudia Gómez Flores, Elvia Acosta
Zamora, Enriqueta Castillo Caballero, Gerardo Angel Chilaca, Manuel Cortés
Amado y Rocío H. Fierro Trujillo. También participaron dos
especialistas en informática, que diseñaron el catálogo
y las opciones de consulta.
"Se buscó -dice el historiador Gerardo Angel Chilaca-
que el trabajo fuera realizado por poblanos, para que la experiencia se
quedara en Puebla."
El mayor problema no fue la magnitud de la empresa, sino
reunir los 20 millones de pesos necesarios para llevarla a cabo. De acuerdo
con Montiel Bonilla, 11.5 millones provinieron del erario y 8.5 millones
fueron aportados por la iniciativa privada, concretamente por Fomento Cultural
Banamex y el World Monuments Fund: "recurrimos a mucha gente dentro y fuera
del país, agrupaciones de Japón, Italia, Francia, España,
pero sólo respondieron esas dos instituciones".
El funcionario resalta el interés y la disposición
del empresario Alfredo Harp Helú, presidente de Fomento Cultural
Banamex, que ya se ha caracterizado por su apoyo a tareas de conservación
patrimonial en ciudades como Oaxaca.
Los trabajos arrancaron a principios de 2000. El inmueble
de la biblioteca ya ha sido restaurado y el acervo se encuentra completamente
catalogado (se puede consultar en Internet en la dirección: http://www.bpm.gob.mx/home.htm).
La restauración de la estantería está en proceso y
se concluirá en febrero de 2004.
Iniciar el rescate fue para Manuel Cortés como
empezar a descubrir un mundo: "Se tiene, por ejemplo, una edición
de 1630 de La historia verdadera de la conquista de la Nueva España,
de Bernal Díaz del Castillo. Encontramos también cuatro obras
de Juan de Torquemada, una de ellas de 1560, y La historia antigua de
México, escrita originalmente en italiano por Francisco Javier
Clavijero durante su estancia en Bolonia, luego de ser expulsado de México.
Se trata de un tesoro bibliográfico muy importante para nuestra
historia".
Los hallazgos efectuados durante la catalogación
permiten a Benito Martínez afirmar: "había una transmisión
casi inmediata del conocimiento que se estaba produciendo en Europa; estábamos
actualizados. En la Nueva España ya se estaba leyendo a Galileo,
Copérnico, Newton y a los autores de la Ilustración".
Uno de los volúmenes más apreciados por
los catalogadores es el Vocabulario en lengua mexicana y castellana,
de Fray Alonso de Molina, que incluye dos grabados xilográficos.
Fechado en 1571, es considerado el texto mexicano de mayor antigüedad;
se le utilizó sobre todo como instrumento de evangelización.
Manuel Cortés informa: "Alonso de Molina nace en
España pero llega a México a los cinco años de edad,
por lo que convive con los niños indígenas y aprende muy
bien su lengua. Años después ingresa en el seminario franciscano
y se de dedica a elaborar el Vocabulario".
Resulta emocionante pensar en la Biblioteca Palafoxiana
no como un mundo, sino todo un universo de ideas y conocimiento por explorar.
Un simple recorrido al azar por el catálogo va deparando sorpresas
y curiosidades fascinantes por el tema que tratan, por el autor, o por
el lugar y la fecha de edición.
Están, por ejemplo, en una edición de 1889,
las obras de Ignacio Ramírez, El Nigromante, que escandalizó
a la opinión pública y se ganó el respeto y la admiración
de los académicos decimonónicos con su tesis de ingreso a
la Academia de Letrán: Dios no existe: los seres de la naturaleza
se sostienen por sí mismos; figura también una Biografía
popular del benemérito de América Benito Juárez,
así como una refutación de la jerarquía católica
a los decretos que establecían la separación entre la Iglesia
y el Estado. Por otro lado, aparece una edición de 1821 de El
príncipe de Nicolás Maquiavelo, "traducido del toscano
al español", y una edición de La Odisea de Homero, o sean,
Los trabajos de Ulises; en metro castellano/ por Mariano Esparza, fechada
en "Mégico" en 1837. Y qué decir del Satiricón,
de Petronio, versión en italiano de 1790.
A decir de los catalogadores, si esta biblioteca estuviera
en Texas (la Universisad de Austin es reconocida por sus valiosos acervos
bibliográficos), "sería referencia obligada". Ahora que casi
se concluye su total rescate y restauración, lo que sigue es que
se reconozca a la Palafoxiana "como la gran biblioteca que es".
Al respecto y en clara crítica a la construcción
de una megabiblioteca en el Distrito Federal, impulsada por el Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, Alejandro Montiel subraya que la
esencia de una biblioteca son sus acervos, su capacidad para vincularse
con los lectores y no sólo el edificio que los contiene.
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