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México D.F. Martes 26 de agosto de 2003

Ser joven se volvió sinónimo de exclusión

14 millones, sin escuela; de los que logran empleo, 74% tienen puestos de bajo perfil

KARINA AVILES

¿Cuáles son los rostros y los testimonios de las nuevas generaciones en México? ¿Qué motiva a los jóvenes de estos tiempos, cómo se manifiesta la enorme diversidad y variedad de quienes buscan un espacio en la vida laboral, cultural y social de nuestro país? Para responder a éstas y otras preguntas La Jornada ha preparado una serie de reportajes sobre los jóvenes.

 

La segunda generación de jóvenes desenchufados de todo -de la educación (casi 14 millones no tiene escuela), del trabajo (medio millón está desempleado), de la salud (23.5 millones carecen de ese derecho), de la vivienda (más de la mitad de las parejas no tiene posibilidad de vivir en una habitación independiente) y de la cultura (carecen de espacios de expresión)- sobrevive sin esperanzas de mejorar perspectivas de vida.

Si en los 80 su consigna era ''no hay futuro'', el lema de ahora es: "ya no habrá futuro", sintetiza Alfredo Nateras, investigador de la Universidad Autónoma Metropo- litana (UAM)-Iztapalapa.

En una investigación de La Jornada basada en especialistas de la UNAM, de la UAM, del Instituto Mexicano de la Juventud, de la Secretaría de Cultura del gobierno capitalino y de organizaciones civiles, así como en estudios de la Organización de las Naciones Unidas, de la Organización Internacional del Trabajo, encuestas sobre migración, juventud, adicciones, investigaciones sobre el suicidio, informes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, del Consejo Nacional de Población, del Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática, pero sobre todo en la voz de ellos, jóvenes universitarios, religiosos, presos, darks, góticos y vampiros, se pinta el panorama de desastre que existe en las expectativas de la juventud nacional.

El Pilot llega a CU

Son las ocho de la noche. Dos horas antes, en una parada de Coacalco, en el estado de México, El Pilot tomó el pesero para llegar a la cita con sus amigos. Su situación económica apenas le permite trasladarse en micro y Metro hasta las llamadas islas de Ciudad Universitaria. Ahí, junto con otros jóvenes, se recrea el viernes, entre juegos, bromas y algunas cervezas. Es el único lugar donde no son mal vistos por su vestimenta, porque "estamos greñudos" o porque "somos pobres", manifiesta.

En el territorio nacional hay 30 millones 50 mil 189 jóvenes entre 15 y 29 años, que representan 28.83 por ciento de los 104.2 millones de habitantes, según las recientes proyecciones del Conapo. Es decir, más de la tercera parte de la población es joven y esa condición -para algunos expertos- es sinónimo de exclusión.

El especialista Alfredo Nateras explica que hoy en día la vida de los chavos ''se dirime por consumos, ya no es un asunto de lucha de clases, sino de quién está adentro o afuera de la escuela, adentro o afuera del sistema cultural de bienes, adentro o afuera del Internet, adentro o afuera de la moda".

Uno de los ejemplos más claros del in-out es la composición del sistema educativo nacional. De acuerdo con los índices de cobertura del ciclo escolar 2002-2003, casi 14 millones de jóvenes entre 13 y 24 años están afuera de la escuela, en contraposición con los más de 11 millones que están adentro, ya sea en la secundaria, en la preparatoria o en la universidad.

En el campo de la salud la marca ''incluido'' y ''excluido'' etiqueta a 23.5 millones de jóvenes sin acceso a este derecho (61.8 por ciento) y a 14.5 millones de jóvenes (38.2 por ciento) con algún tipo de servicio médico, establece el Programa Nacional de la Juventud 2002-2006.

Pero el hecho de pertenecer a los in tampoco es garantía de estar totalmente adentro.

El Pilot, al igual que sus amigos, Graciela, Aldo y Daniel, está en la escuela; unos van al Colegio de Ciencias y Humanidades y otros ya entraron a la universidad. Bajo una tenue luz que no alcanza a iluminar las siluetas perdidas entre los altos árboles del campus, Graciela dice que viven bajo "una clasificación de sociedades: Si te ven sin varo, te dicen: 'este güey no entra'".

José Antonio Pérez Islas, director de Investigación y Estudios sobre la Juventud del Instituto Mexicano de la Juventud (IMJ), señala que "estamos en un sistema neoliberal que dice: 'todos tienen la libertad de hacer lo que quieran', pero lo cierto es que la supuesta libertad está acotada. Tienes libertad de consumo siempre y cuando tengas dinero, tienes empleo siempre y cuando tengas educación".

Sin embargo, hoy en día ser universitario no asegura obtener un empleo, no se diga en el ramo de la especialización, sino en el subempleo. Con base en los indicadores estratégicos de empleo y desempleo del INEGI, casi medio millón del total de los desempleados son jóvenes, lo que significa que uno de cada dos mexicanos sin acceso al trabajo pertenece a nuevas generaciones. De ellos, casi la mitad (229 mil 615) tienen estudios de bachillerato o de nivel profesional.

Conseguir trabajo significa tanto como esperar un milagro, pero imperfecto: siete de cada 10 jóvenes que tienen empleo no cuentan con un contrato laboral y la mayoría (74.2 por ciento) sólo lo encuentra de trabajador de bajo perfil profesional o de obrero, según la Encuesta Nacional de Juventud.

Llegar a ese estadio no es nada sencillo, los muchachos deben tener paciencia. De los que ya pasaron por lo menos 19 años en la escuela, 23.2 por ciento tiene que esperar cuatro años o más en encontrar una fuente de trabajo y los más afortunados (25.1 por ciento) tienen que aguardar un año, establece el estudio citado.

De acuerdo con el Conapo, 45 por ciento de los jóvenes entre 12 y 24 años que tienen trabajo está en el sector informal y el restante 55 por ciento en el formal.

Los amigos de El Pilot y la vida en breve

La noche cubre Ciudad Universitaria (CU). La Biblioteca Central se mira desde las islas como un gigante multicolor que observa a los chavos en su aventura. El grupito de El Pilot, así como todas las demás bolitas de jóvenes que ahí se reúnen, pasa el rato bien. Entre uno y otro vaso de plástico -ámbar hasta la mitad- sale la angustia: "Después de aquí, quién sabe", dice Daniel.

Esta generación tiene el reto de "inventarse la vida todos los días. No la de mañana, sino la de cómo llegar a las 12 de la noche de hoy... Es la generación de los desenchufados de las instituciones, de la escuela, de los partidos políticos, del empleo", sentencia José Antonio Pérez Islas.

Al respecto, el coordinador de la Unidad de Estudios Sobre la Juventud del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Héctor Castillo Berthier, afirma que tenemos un Estado en el que "los jóvenes, al igual que la cultura, ocupan un lugar secundario y nada más son importantes para las elecciones".

De ahí la urgencia de hacer una restructuración del sistema educativo como principal elemento que puede impactar en el acceso a la vivienda, a la salud, a la oportunidad de capacitarse para lograr empleos bien remunerados por "ese gran concepto llamado juventud", indica.

También, añade, se requiere una política estatal que fortalezca la identidad y ciudadanización de los jóvenes a través de la apertura de espacios en los que ellos puedan manifestar sus distintas formas de expresión.

La realidad es completamente distinta. La parte nororiente de la capital más poblada del mundo es "un desierto cultural. Hay delegaciones, como Iztacalco, que no tienen ni un cine comercial, ya no se diga teatro. Todo se concentra en el sur y en el centro de la ciudad", señala la subdirectora de Literatura de la Secretaría de Cultura del gobierno de Distrito Federal, Paloma Sainz Tejero.

No hay oferta ni espacios culturales para las manifestaciones juveniles, pero si de reventón se trata, ahí sí que hay toda una industria. En lo que va del año, en la delegación Cuauhtémoc se abrieron 140 espacios entre restaurante-bar, cantinas, discotecas y bares, mientras que en el mismo lapso se inauguró un solo sitio de cultura, el Centro Cultural Lagunilla-Tepito, de acuerdo con datos de la demarcación.

Otro ejemplo es la Unidad del Rosario, en la delegación Azcapotzalco, donde habitan por lo menos 10 mil personas para las que existe un viejo videógrafo cuya "oferta es dar clases de aerobics, macramé y bordado", lamenta Víctor Mendoza, coordinador externo del Circo Volador, uno de los pocos espacios en el país donde darks, góticos, punks, vampiros, ciberpunks, electropunks y otros chavos de distintas identidades tienen un sitio para su expresión.

En lo que era el cine Francisco Villa -ahora convertido en un foro para 3 mil personas- Víctor Mendoza expone que existe una visión institucionalizada del chavo bajo la cual éste es "una persona uniforme". Por lo tanto, la institución "maneja un concepto del joven estudiante, trabajador, hijo de familia, consumista, no crítico, mediático".

De esta forma, el otro o los otros no existen. Los especialistas enfatizan que es un error hablar de los jóvenes como si fueran uno solo grupo homogéneo, pues es necesario entenderlos a partir de su multiplicidad: están los chavos indígenas, urbanos, migrantes, religiosos, reclusos, banda, de la calle, neonazis, fresas...

La constante exclusión, la falta de alternativas y de medios de expresión hacen que muchos busquen rutas de salida para satisfacer sus requerimientos mínimos. Casi medio millón de muchachos entre 12 y 29 años se van hacia otros estados de la República para encontrar una fuente de sobrevivencia, según los datos de migración interna del Conapo.

Otros optan por el espejismo más allá del río Bravo: 134 mil 692 adolescentes y jóvenes entre 12 y 24 años, que representan 24 por ciento del total, trabajan temporalmente en Estados Unidos y son quienes ganan menos (766 y 961 dólares mensuales), aunque sus jornadas semanales sean de 47 horas al igual que las de los migrantes adultos, de acuerdo con el quinto levantamiento de la Encuesta sobre Migración a la Frontera Norte.

Las islas, espacio asegurado

El Pilot y sus amigos tienen por lo menos un lugar asegurado en las islas de CU. Prefieren estar en el campo verde, aunque otros toman el largo corredor que va de la Facultad de Filosofía y Letras a la de Derecho. A esta hora, cerca de las 10 de la noche, el pasillo parece una correspondencia del Metro. Unos y otros se entrecruzan con la caguama en la mano, otros se sientan en el piso y forman circulitos alrededor de la tabla de ajedrez, unos más están recargados en la pared a la espera de ver quién pasa.

Los chavos que llegan al lugar tienen una concepción de lo que les representa ese espacio: "es el viernes social o el viernes sexual", dice Graciela, "el buen faje sí se da", comenta Daniel y El Pilot completa: "También se da un caldo si quieres". Pero "el sexo, sexo, ese ya es en la serpiente (del lado del Centro Cultural Universitario).

A unos metros, un trío de amigos cuenta que "el rollo no nada más es tomar. También hablamos de las clases, del cine, del futbol, de la política". Es más, afirma Chayo, "ya quisiera ver que uno de una escuela particular me diera combate en el debate".

Están aquí porque "no hay broncas con los vigilantes. A veces se hacen pendejos o también son borrachos", dicen. Pero hoy es un día especial y al no poder festejar el cumpleaños de Juan -entre meseros y la música de un antro- encuentran una alternativa en el pasillo de la Facultad de Derecho.

Además de la falta de oportunidades, los jóvenes enfrentan una serie de problemas. Uno que ha ido en aumento es el consumo de alcohol. Pasó de 27 por ciento en 1998 a 35 por ciento en 2002 entre los varones adolescentes. Y de 18 por ciento en 1998 a 25 por ciento en 2002 entre las mujeres. En total, 281 mil 907 chavos entre 12 y 17 años consumen alcohol.

El uso de drogas tampoco es tema menor. Más de 200 mil muchachos entre 12 y 17 años han usado alcaloides y la edad promedio de inicio fue 14 años. Sin considerar tabaco y alcohol, la primera droga de uso fue la mariguana, seguida de los inhalables y en tercer lugar la cocaína, establece la Encuesta Nacional de Adicciones 2002.

En estos tiempos, un tema que todavía muchos se niegan a reconocer es el ejercicio de la sexualidad. La edad de inicio de la vida sexual es entre los 15 y los 19 años. Sin embargo, 64 por ciento de los jóvenes sexualmente activos en ese grupo de edad no usan ningún contraceptivo. Al año se registran 450 mil embarazos en mujeres menores de 20 años, de acuerdo a la organización Equidad y Género.

Excluidos de las instituciones, del empleo, de la escuela, de la salud y con la policía como "único referente, y eso, porque son perseguidos", los jóvenes no tienen mucho de dónde escoger, manifiesta Héctor Castillo. El riesgo, alerta el investigador, es la integración de muchachos marginales a la delincuencia organizada como un medio de ascenso social.

Otros, sin esperanza, se han "desenchufado de la vida", como lo muestran los cuatro suicidios de jóvenes ocurridos en la capital del país en menos de siete días.

La última publicación del INEGI sobre la población suicida establece que en 2001, 3 mil 89 personas se quitaron la vida; de ellas, mil 330 (43 por ciento) tenían entre 15 y 29 años. En el mismo año, 422 personas intentaron suicidarse y tres de cada 10 fueron muchachos entre 15 y 19 años.

Alfredo Nateras resume: habitantes de una sociedad donde lo importante "es el tener y no el ser", los chavos son: a) ciudadanos del mundo pero con distinción social, porque "no es lo mismo tener que ir a un café Internet que traer mi computadora en el jardín del Tec"; b) el chivo expiatorio de la violencia social: son objeto de violencia pero algunos también la ejercen; "viven en un mundo de violencia", c) jóvenes desinstitucionalizados en su mayoría, es decir, no adscritos a una institución educativa, familiar, de salud; d) muchachos sin futuro.

Casi es medianoche. El Pilot, Aldo, Graciela y Daniel deben apresurarse para alcanzar el Metro antes de que lo cierren. Atrás quedan las botellas vacías, las cajetillas de cigarros apachurradas, los espacios huecos donde estaban los tableros de ajedrez, los rincones amorosos de las parejas. Los cuatro amigos dejan aquel sitio donde se puede ser joven.



Los excluidos del planeta

En el mundo hay más de 510 millones de jóvenes mujeres y 540 millones de muchachos, lo que significa que casi 20 por ciento de la población total tiene entre 15 y 24 años.

Alrededor de mil millones de jóvenes alcanzarán la edad laboral en los próximos 10 años.

Actualmente existen 70 millones de jóvenes sin trabajo en el planeta.

En América Latina la tasa de desempleo juvenil se duplicó de 7.9 por ciento en 1990 a 16 por ciento en 1999.

En Latinoamérica los jóvenes perciben entre un quinto y la mitad de lo que ganan los adultos. Sus ingresos son inferiores al salario mínimo.

Veinte por ciento de los jóvenes de la región ingresa tardíamente a la primaria, 40 por ciento repite el primer año, 50 por ciento presenta atraso escolar en algún momento del ciclo.

Cincuenta por ciento de los jóvenes latinoamericanos en edad de ingresar en la secundaria no lo hace.
 


Fuentes: Organización Internacional del Trabajo y Organización de las Naciones Unidas

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