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México D.F. Viernes 15 de agosto de 2003
José Cueli
Capital de la crueldad
Severa ha sido la condena de Amnistía Internacional al gobierno mexicano por los asesinatos perpetrados en Ciudad Juárez, Chihuahua, en los pasados diez años. En ese lapso las autoridades han resultado inexistentes frente a las graves violaciones a los derechos humanos más elementales, como el derecho a la vida. Esas mismas autoridades han hecho caso omiso del dolor y la desesperación de los familiares, a los que se trata como molesta plaga.
Mezcla horripilante de las diversas formas de violencia contra mujeres de condición social humilde ha sido infligirles vejaciones espantosas que culminan con la violación y la muerte. Esta necesidad de humillar de los asesinos los hace sentirse dioses: omnipotencia total, sin que alguien ponga límite a tantas depravaciones.
La crueldad siempre es capaz de inventar nuevas formas para expresarse. Esto lo saben la sicología y el sicoanálisis, la filosofía y el derecho. La crueldad ha sido una constante en la historia de la humanidad, pero la apabullante variedad de sus manifestaciones actuales, tanto en la vida pública como en la privada, hacen que su estudio se vuelva confuso y enigmático.
Ciudad Juárez, capital de la crueldad, se convierte en un lugar que conduce a otros espacios sin fin y sin sentido. En un intento por rastrear esa crueldad, por entender qué es, nos introducimos en un laberinto infinito: nuestra mente se pierde en caminos cada vez más secretos, cada vez más siniestros e indescifrables, mientras los asesinos siguen al acecho de nuevas víctimas, víctimas que nos conducen a nuevos y más complicados espacios, que no tienen relación alguna con los otros que ya visitamos, excepto el común denominador de estar habitados por personajes monstruosos y por víctimas que siguen deambulando en la marginalidad, en el enigma de lo desconocido.
Ciudad Juárez, capital de la crueldad, laberinto que hace mucho superó el proceso kafkiano, mundo habitado por perseguidores desconocidos que odian la vida y que atentan contra la mujer porque es fuente de vida. Furia desatada sin explicación posible; ''feminicidios necrófilos'' que escapan a cualquier explicación racional y que, por tanto, dan paso a la búsqueda, en el campo de la irracional, del terrible instinto de muerte con su terrible carga de compulsión a la repetición. Narcisismo de muerte en el que se pierde la diferencia primordial entre materia viva e inerte.
Frente al enigma negro de la crueldad no queda sino oponer la llama tenue de la esperanza. Quizá una protesta activa y enérgica de toda la sociedad sirva para limitar el terror que campea por sus fueros en Ciudad Juárez. Protesta que han iniciado diversas ONG y destacados periodistas, como Germán Dehesa, Sergio González Rodríguez, Alejandro Caballero y otros.
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