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México D.F. Viernes 15 de agosto de 2003
OBSERVATORI0 CIUDADANO DE LA EDUCACION
Comunicado No. 105
Gasto privado en educación
* Disminuye promedio del gasto educativo en los hogares
* Los pobres destinan aún menos
LA RECIENTE DIFUSION de los resultados de la Encuesta
Nacional de Ingresos y Gasto de los Hogares (ENIGH) de 2002 del INEGI dio
lugar a cierta controversia sobre el orden de magnitud de la pobreza y
acerca de su discutible reducción en los años del presente
sexenio. Desde un ánimo de esa polémica, Observatorio
analiza los datos de la encuesta que se refieren al gasto educativo de
los hogares y busca interpretar su significado en torno a tres cuestiones:
¿cuáles son las implicaciones económicas de la educación
para las familias?, ¿qué representa la inversión de
las personas en educación en comparación con el gasto público?,
¿cómo han evolucionado esos indicadores en los años
del actual gobierno?
UN PRIMER INDICADOR de los cambios en el patrón
de gasto educativo privado entre 2000 y 2002 son las diferentes proporciones
de hogares que incluyen conceptos de educación en su gasto corriente.
Según la ENIGH-2000, el 49.4 por ciento de los hogares erogaba algún
monto de gasto en conceptos educativos; en 2002 la proporción aumentó
a 51.4 por ciento. Parte de la diferencia se debe a que en 2002 repuntó
ligeramente la cantidad de jóvenes de 12 años o más
en la escuela: en 2000 el 15.9 por ciento de los mayores de 12 años
eran estudiantes, mientras que en 2002 el 16.3 por ciento ocupaban esa
categoría.
EL PATRON PROMEDIO presenta variaciones significativas
al ser valorado en la escala que distribuye los hogares por niveles de
ingreso. En el decil de menores ingresos, el 10 por ciento más pobre
disminuye la proporción de hogares con gasto educativo: de 28.4
por ciento en 2000 a 27 por ciento en 2002. También decrece la proporción
del gasto dedicado a educación como porcentaje del gasto corriente
total: de 10.1 por ciento en 2000 a 9.8 por ciento en 2002 (cuadro 1).
EN LOS DECILES INTERMEDIOS (rangos II a V de la
distribución) se mantiene relativamente constante la proporción
de hogares que realizan gasto educativo, con porcentajes que varían
entre 40 y 50 por ciento dentro de cada decil de ingresos. No obstante,
es muy clara la tendencia que a mayor ingreso de los hogares mayor proporción
de éstos en que se ejerce gasto educativo. En los deciles superiores
(VI a X de la distribución) es notable el incremento de hogares
con gastos en educación: en el decil VII, que agrupa a los hogares
cuyo promedio de gasto mensual supera 6 mil pesos, la proporción
de hogares con gasto educativo aumenta casi 10 por ciento entre 2000 y
2002. En los tres últimos deciles, que ya en 2000 superaban la cota
de 55 por ciento, se rebasó la proporción de 60 por ciento.
En el decil de mayores ingresos, cuyo gasto mensual total es superior a
25 mil pesos en promedio, la proporción de hogares que ocupan recursos
en educación es mayor a 65 por ciento, lo que equivale a decir que,
en ellos, la mayoría de niños y jóvenes en edad de
hacerlo acuden a la escuela. La brecha de contraste es muy amplia y conviene
enfatizarla: en el sector más pobre de la población menos
de la tercera parte de los hogares pueden dedicar recursos a la educación,
mientras que en el segmento con mayores ingresos dos terceras partes están
en condición de hacerlo. Otro indicador muy claro de la brecha de
desigualdad es que el 10 por ciento más rico de la distribución
concentra 50 por ciento del gasto educativo total de los hogares.
EN PRACTICAMENTE TODOS los segmentos de ingreso
se presenta como constante la tendencia a disminuir la parte de recursos
del gasto familiar empleados en educación. Excepto en el decil IV,
en 2002 todos los grupos de ingreso dedicaron menos recursos proporcionales
del gasto del hogar a la educación que en 2000, lo que refleja las
dificultades que están teniendo los hogares, aún los de mayores
ingresos, para mantener, ya no digamos para mejorar, los niveles alcanzados
de gasto educativo. Aunque parte de este efecto puede deberse a los programas
de becas del gobierno, los cuales hacen disminuir los recursos económicos
que los hogares beneficiados deben dedicar a educación como parte
de su gasto privado, lo más probable es que esté reflejando
una disminución real del poder adquisitivo de los ingresos.
UN SEGUNDO CONJUNTO de datos relevantes para la
educación provenientes de la ENIGH son los relativos al monto de
los recursos familiares dedicados a educación. Según la encuesta
de 2000, el total de gasto educativo ejercido por los hogares se distribuye
en tres grandes rubros: 60 por ciento en "servicios" (colegiaturas, cuotas
y otras aportaciones), uno por ciento en "transporte escolar" y 39 por
ciento en "artículos escolares". La suma da un total de casi 35
mil millones de pesos al trimestre, lo que anualizado son casi 140 mil
millones de pesos. Distribuido por hogar, el monto significaría
una erogación de mil un pesos al mes por hogar, pero la situación
es absolutamente variable al considerar los deciles de gasto. En 2000,
el primer decil gastaba en educación un promedio de 146 pesos mensuales;
el quinto, 461 pesos mensuales; el noveno, mil 253; y el décimo,
4 mil 169. En 2002 se incrementaron ligeramente los promedios de gasto
por hogar en todos los deciles, menos en el décimo. No obstante,
al estimar las cifras en precios constantes de 2000 (con base en los deflactores
indicados por la SHCP para 2001 y 2002), la situación cambia radicalmente:
el gasto por hogar del primer decil disminuye 1.4 por ciento en el periodo,
el del segundo decil 2.5 por ciento, el tercero 2.9 por ciento, el cuarto
3.8 por ciento, el quinto 3.9 por ciento, el sexto 5.3 por ciento, el séptimo
6.4 por ciento, el octavo 8.7 por ciento, el noveno 11.7 por ciento, y
el décimo 34.9 por ciento (cuadro 2). Es decir, que el gasto educativo
por hogar disminuye, con distinta intensidad, en todos los segmentos de
ingreso. Llama la atencion la gran discrepancia entre lo que la SEP considera
"gasto privado en educación" y el gasto de los hogares bajo el mismo
concepto. Volviendo a las encuestas del INEGI, el monto de gasto educativo
de los hogares de 2000 es igual a 139 mil 375 millones 360 mil pesos al
año y el de 2002 igual a 162 mil 937 millones 552 mil pesos al año.
Estas cifras representan, respectivamente, 2.8 y 2.65 por ciento del PIB
del año respectivo. Para la SEP, en cambio, el "gasto privado" de
2000 fue de 65 mil 825 millones 600 mil pesos y el de 2002 se estima en
78 mil 507 millones 300 mil pesos (datos del segundo Informe de Gobierno
del presidente Vicente Fox Quezada), es decir, 1.32 y 1.27 por ciento del
PIB de los mismos años. Aunque ambas cifras se comportan de modo
similar en el periodo, es decir, las dos registran caída semejante
del gasto privado en educación como proporción del PIB, la
diferencia es prácticamente el doble.
LO MAS PROBABLE ES que el método de cálculo
de la SEP para representar el gasto privado subestime los gastos en insumos
escolares. Como la contabilidad de gasto privado internacionalmente convenida
(por ejemplo en UNESCO y OCDE) incluye gastos en colegiaturas y materiales,
no sería extraño que la SEP busque aproximar la proporción
de gasto privado a un nivel semejante al que aparece en la encuesta de
la ENIGH (2.5 por ciento de PIB). Con ello, estaría cerca de alcanzar
la meta de 8 por ciento del PIB comprometida en el Programa Nacional de
Educación 2001-2006, en donde, como recordarán los lectores,
la propuesta de la SEP consiste en alcanzar ese nivel de participación
como suma de las aportaciones públicas y privadas. Recientemente
el presidente Fox ha reiterado la cifra de 6.8 por ciento de PIB como la
cantidad que expresa el gasto educativo total del presente, suma de aportaciones
públicas y particulares (Discurso pronunciado en la Tercera Reunión
de Ministros de Educación de las Américas, México,
11/8/03), y ha insistido a la actual legislatura para que en la discusión
del presupuesto 2004 se refuerce el gasto educativo de la Federación.
Ignoramos si la recomendación a los diputados entrantes también
se habrá hecho a las secretarías de Educación y Hacienda,
pero estamos convencidos que el debate sobre el nivel de gasto público
aplicable será, en los próximos meses, tema fundamental para
la evaluación del proyecto educativo del régimen.
ES CIERTO QUE la reciente reforma de los legisladores
a la Ley General de Educación fija la obligación de alcanzar
8 por ciento de PIB en educación a base, exclusivamente, de dinero
público. No es menos cierto que la misma legislatura aprobó,
en fecha posterior a la reforma de la LGE, el Programa Nacional de Educación
que establece un criterio de gasto diferente. Por ello, será de
gran interés observar cómo se comportan las dependencias
del Ejecutivo federal (SEP y SHCP) en el diseño presupuestal del
gasto educativo correspondiente a 2004 y cómo se comporta la legislatura
entrante al respecto. Ese será el momento de saber hasta qué
punto la danza de las cifras se afirma en el terreno de las realidades.
INTERROGANTES. En vista de la reforma a la LGE
aprobada por la 58 Legislatura, ¿corregirá la SEP la meta
de gasto público en educación o la dejará como indicada
en el PNE? ¿Considerará esta reforma la SHCP para programar
un nivel de gasto público educativo adecuado a la meta de 8 por
ciento de PIB? ¿Qué prevé hacer la SEP para compensar
el deterioro del gasto educativo privado en educación? ¿Cuánto
del gasto privado se ejerce en el sistema público y cuánto
en el sistema privado de educación? ¿Puede distinguirse por
deciles de ingreso? ¿En qué medida han contribuido los distintos
sistemas de becas a aliviar la presión sobre los hogares para escolarizar
a sus niños y jóvenes?
Todos los ciudadanos están cordialmente invitados
a sumarse a nuestra iniciativa. Favor de enviar sus nombres con sus datos
de localización e identificación al correo electrónico:
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a las 19 horas.
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