México D.F. Viernes 15 de agosto de 2003
En NY las tarifas aumentaron 38% en dos años,
señala la analista Sharon Beder
Frágil abasto de energía en EU tras la
desregulación que impulsó Bush padre
Al privatizar, nadie garantiza el mantenimiento de equipo
ni el suministro, dice la experta
ROBERTO GONZALEZ AMADOR
La falla de suministro eléctrico que paralizó
desde la tarde de ayer una vasta región comprendida entre el sureste
de Canadá y el noreste de Estados Unidos puso de manifiesto una
vez más la fragilidad en que operan los sistemas de abastecimiento
de energía, después de la desregulación iniciada por
el gobierno del ex presidente George Bush y que dejó el control
del mercado en manos de corporaciones privadas, varias de ellas proclives
a un comportamiento criminal como Enron.
"Existen muchos paralelismos entre Nueva York y California",
estado que sufrió en 2000 y 2001 una crisis de energía que
quebró las finanzas públicas, llevó a la bancarrota
a miles de empresas y provocó una espiral en las tarifas domésticas,
considera Sharon Beder, autora de Power Play, uno de los más
completos análisis sobre los efectos de la privatización
de la electricidad en varios países.
La manipulación de precios por parte de las compañías
privadas proveedoras de electricidad y los apagones se han vuelto cosa
frecuente en varios estados de la nación vecina, donde se ha desregulado
la prestación del servicio de energía, indica Beder, profesora
de la Escuela de Ciencias Sociales, Medios y Comunicación en la
Universidad de Wollongong, Australia.
"Desde que fue eliminada la regulación pública
sobre los precios al mayoreo de electricidad, en 1996, el incremento de
las tarifas en varias veces el costo de producción se ha registrado
en Nueva Inglaterra, Illinois, Ohio y Nueva York", señala la autora
en el libro, publicado este año por The New Press, y que
ha sido calificado por el historiador Howard Zinn como "el más completo
análisis de la privatización eléctrica alrededor del
mundo y de las consecuencias que tiene en la vida cotidiana de las personas".
Sharon Beder documenta que cuando el gobierno se retiró
de su función de regular el mercado de energía en Nueva York,
a mediados de los años 90, las tarifas eléctricas no fueron
congeladas y los consumidores sufrieron un sostenido incremento en el costo
de su factura.
"Como ocurrió en California, cuando las compañías
privadas se hicieron con el control del mercado eléctrico en Nueva
York los consumidores recibieron promesas de que el mercado libre sería
garantía de tarifas más bajas y de que los negocios gozarían
de electricidad más barata que en otros estados. Sin embargo, las
tarifas aplicadas por Consolidated Edison (la compañía que
provee el servicio en el estado), que de por sí ya eran las más
altas de Estados Unidos antes de la desregulación, aumentaron 38
por ciento en un lapso de dos años", señala la autora.
Como en California
A continuación establece que existen muchos paralelismos
entre Nueva York y California en cuanto al impacto de la entrega del mercado
de energía a empresas privadas.
"En Nueva York, al igual que en California, la fe de las
autoridades en el mercado libre las llevó a ignorar las advertencias
acerca de la necesidad de mantener una reserva de energía para evitar
incremento de tarifas y sobre la necesidad de disuadirlas de vender las
plantas de generación a un puñado de compañías
que pueden después manipular los precios", añade.
Sharon Beder apunta que como ocurrió durante la
privatización del servicio de energía eléctrica en
California, en Nueva York las plantas de generación fueron vendidas
a un precio excesivamente alto, pues las compañías que las
compraron tenían la expectativa de elevar los precios para los consumidores,
al tiempo que los recursos para programas de conservación fueron
"dramáticamente" reducidos.
Las empresas que actúan en Nueva York utilizaron
el mismo método de fijación de precios que en California
y, señala la autora, existen evidencias de que también han
manipulado los precios a "niveles artificialmente altos".
En lo que parece un anticipo de los problemas de abastecimiento
como el ocurrido este jueves, la autora recuerda que a mediados del año
pasado la compañía operadora del sistema solicitó
a los grandes usuarios reducir el consumo de energía cuando disminuyera
significativamente la capacidad de generación.
El apagón de este jueves fue inicialmente atribuido
por autoridades y por la empresa prestadora del servicio a un incendio
en una de las subestaciones de Manhattan, aunque esta versión no
estaba confirmada ayer por la noche.
Sin embargo, Sharon Beder documenta en su libro que en
el verano de 2002, es decir, hace un año, una serie de incendios
en transformadores eléctricos causaron apagones en Nueva York. "Estos
incendios fueron resultado del envejecimiento del equipo necesario para
garantizar el abastecimiento, debido a que en los sistemas desregulados
no existe incentivo para mantener actualizados los equipos y nadie es responsabilizado
cuando fallan". Deficiencias de mantenimiento, añade, también
han causado apagones en Chicago, Long Island, Nueva Jersey, Nueva Inglaterra
y Texas.
La desregulación y privatización de los
sistemas de energía eléctrica, iniciada en los años
90 y que actualmente es promovida, bajo esquemas similares a los que prevalecen
en Estados Unidos, por el gobierno mexicano, no han resultado en un beneficio
para los consumidores, como lo documenta en el caso extremo la crisis de
2000 y 2001 en California, pero que también ha tenido expresiones
en España.
De acuerdo con la autora de Power Play, la desregulación
de los mercados de energía eléctrica en Estados Unidos fue
impulsada inicialmente por el "interés del negocio". En particular,
señala, estuvieron involucradas industrias que emplean en sus procesos
grandes cantidades de electricidad y que deseaban estar en condiciones
de reducir sus costos con proveedores más competitivos, además
de que también se involucraron compañías eléctricas
privadas deseosas de obtener ganancias del negocio eléctrico hasta
entonces sometido a regulaciones estatales.
La administración del ex presidente George Bush
dio a conocer en 1989 una política de energía que enfatizaba
en dejar la industria a "las fuerzas del mercado", con el argumento de
que ello podría generar mayor eficiencia en el abasto y beneficios
económicos para los usuarios.
Sin embargo, las compañías que actuaban
como productores independientes de energía (como las que ya operan
en México), invirtieron grandes sumas de dinero para que las reglas
orientadas a la eliminación de regulaciones públicas en el
mercado las favorecieran.
La autora señala en el libro que sólo en
el primer semestre de 1996 las empresas con interés en que se desregulara
el mercado de energía gastaron al menos 37 millones de dólares
para promover en el Congreso y en el ente regulador del gobierno sus propuestas.
Un grupo promotor de la desregulación, el Edison
Electric Institute, destinó sólo en un semestre 11 millones
de dólares en una campaña en favor de la disminución
de las reglas gubernamentales en los mercados eléctricos.
Adicionalmente, grupos consultores de corte conservador,
como la Heritage Foundation, se dedicaron a "generar" estudios aparentemente
académicos para tratar de demostrar al público los beneficios
de un mercado eléctrico privado, en los que ofrecían que
un sistema sin regulación pública sería la garantía
de tarifas más bajas y abasto seguro de energía.
En esta estrategia, agrega, también desempeñaron
un papel importante medios de comunicación de corte empresarial,
que se dedicaron a decir a sus lectores que un mercado desregulado traería
mayores beneficios, sin atender las advertencias sobre los riesgos del
retiro de las entidades públicas del diseño de reglas para
operar los sistemas.
A diferencia de casos como el de Nueva York y California,
en los estados de aquél país donde no han prosperado las
iniciativas para desregular los mercados de energía no se han registrado
experiencias de incremento en tarifas y las empresas públicas han
mantenido tarifas de 10 a 40 por ciento menores a aquellas entidades donde
se han privatizado los sistemas eléctricos, señala la autora.
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