México D.F. Viernes 15 de agosto de 2003
Colaboradora de La Jornada, llegó
a México perseguida por el macartismo
Murió la escritora y activista May Brooks
DE LA REDACCION
Murió May Brooks. Ayer, en su natal Nueva York,
la escritora, activista social y educadora falleció a los 85 años.
Hija de migrantes rusos de origen judío que viajaron
a Estados Unidos antes de la revolución de octubre, militante del
Partido Comunista, asesoró y organizó durante la década
de los 30 al Sindicato de Trabajadores de Almacenes Departamentales y Empleados
de Oficina.
En
1930, vestida elegantemente, se presentó en el banquete que los
dueños de una empresa neoyorquina de alcance nacional en huelga
celebraban en el hotel Astor, para agradecer a los empleados leales
su apoyo en contra del paro laboral. Cuando el espectáculo estaba
a punto de empezar, aprovechando la media luz del recinto, May subió
a un balcón, se encadenó a uno de los barrotes metálicos
y arrojó la llave del candado a la oscuridad. Inició, entonces,
ante el escándalo de los asistentes, un encendido discurso denunciando
los salarios miserables que los trabajadores recibían y llamando
a los esquiroles a deponer su actitud. Personal de seguridad privada del
hotel arremetió contra ella; la golpeó y trató de
silenciarla. No lograron callarla. May siguió arengando a la concurrencia.
Cuando llegó la policía cortó la cadena, la arrastró
hasta la calle y la lanzó de bruces a Times Square. Con el vestido
deshecho tomó el Metro y se dirigió al local de su sindicato.
A comienzos de la década de los cincuenta, la familia
Brooks emprendió la ruta del exilio político. La histeria
anticomunista del macartismo en el país de la "libertades" hizo
prácticamente imposible hacer la vida en Estados Unidos. México
los recibió, no sin sobresaltos. Al calor del movimiento ferrocarrilero
dirigido por Demetrio Vallejo entre 1959 y 1960, la policía mexicana
los hostigó.
May Brooks tuvo una intensa vida intelectual. Fundó
una galería de arte en la Zona Rosa e hizo amistad con pintores
y escultores mexicanos de la época, como el muralista Juan O'Gorman.
Años después se convirtió en una figura clave para
introducir a la cultura mexicana entre la multitud de estadunidenses que
viajaban a la ciudad de Cuernavaca, Morelos, a estudiar español.
En 1998 La Jornada publicó su libro El
otro gringo, una apasionada historia social del movimiento obrero en
Estados Unidos. Obra escrita desde su experiencia personal, sus impulsos
emotivos y una amplia investigación documental, rechaza el estereotipo
de los ciudadanos estadunidenses como seres con alma imperialista y vocación
irrefrenable por el consumo, y muestra la amplia y difícil resistencia
de miles de luchadores sociales en contra del capitalismo salvaje.
May Brooks pasó los últimos años
de su vida en Cuernavaca. El levantamiento zapatista suscitó su
entusiasmo y admiración. Dedicó tiempo y esfuerzos a organizar
la solidaridad con los indígenas rebeldes y a facilitar la vinculación
de esa experiencia con iniciativas religiosas y sindicales de base en su
natal Nueva York.
Colaboradora de esta casa editorial, madre de nuestro
compañero David Brooks, mujer inteligente, sensible e intensa, su
muerte nos entristece.
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