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México D.F. Martes 12 de agosto de 2003
Ceremonia civil en el Reclusorio Varonil Oriente
Con mole, brindis y baile contraen nupcias 33 reos
Festejo con nervios, sonrisas y la esperada visita conyugal
SUSANA GONZALEZ G.
No era día de visita, pero una fila de más
de 50 mujeres -algunas con vestido largo, de tirantes o escotado; otras
con chongo o peinado de salón, casi todas maquilladas, y muchas
acompañadas de niños pequeños con el pelo acicalado
y traje dominguero- aguardaban afuera del Reclusorio Varonil Oriente.
Adentro, detrás de las rejas que separan el patio
del auditorio del resto de las áreas comunes esperaban los internos
ansiosos, recién bañados y bien peinados, todos vestidos
igual: pantalón caqui y camisola del mismo color o apenas una playera
blanca de algodón.
En
total 33 internos del penal contrajeron nupcias, mientras otros 62 registraron
a sus hijos en una ceremonia conjunta presidida por el juez Luis Ferrilla.
"Si están privados de su libertad, no implica que pierdan su calidad
de personas. Ustedes quieren y aman, por eso es importante formalizar ese
vínculo con el reconocimiento oficial de su esposa e hijos", les
dijo Silvestre Antonio Rosas Rivera, director del reclusorio.
La mayoría de los reos sólo formalizaron
una relación de varios años que sostenían en libertad,
incluso con varios hijos procreados, como Antonio Hernández Lázaro
y Yolanda Rojas Romero, quienes durante 23 años vivieron juntos
y tienen cuatro descendientes. "Lo que no pude hacer de joven, pues hoy
trato de remediarlo. Tuve que caer en la cárcel para darme cuenta
lo que vale mi pareja", comentó Antonio, preso por delitos contra
la salud.
Pero también hubo parejas que sólo tenían
unos meses de haberse enamorado. Acusado de haber participado en el secuestro
de su ex novia, Teodoro conoció a Sofía hace seis meses,
cuando ella visitaba a su primo, quien fue detenido por robo. El pariente
salió libre, pero Sofía, morena de 25 años, no cesó
sus visitas al penal hasta que se hizo novia de Teodoro, de 28 años,
y conoció al hijo de él de cinco. Hace mes y medio, "con
temor y todo, me atreví a preguntarle si quería casarse conmigo",
dice Teodoro, cuando todavía no sabía cuál sería
su sentencia. Ella aceptó y días después supieron
que Teodoro debía purgar 18 años de cárcel; aun así
ambos decidieron seguir adelante con la boda y confían en que por
ser primodelincuente pueda salir antes.
Acepta como esposa a...
En la ceremonia el juez pidió a cada pareja que
se pusiera de pie al escuchar sus nombres y con voz monótona repitió
más de 30 veces la misma pregunta, en la que sólo cambió
los nombres de presos y mujeres. "Teodoro Camacho Alfaro, ¿es su
voluntad que Sofía Janette Rubio Martínez se convierta en
su esposa? Sofía Janette Rubio Martínez Camacho, ¿es
su voluntad que Teodoro Camacho Alfaro se convierta en su esposo?", pero
el ritmo se rompió momentáneamente cuando nombró a
un Giovanni, que nunca apareció.
Con semblante serio, mirando hacia la tribuna donde el
juez hablaba, con las manos enlazadas y algunas cargando niños,
las parejas apenas asentían con un leve movimiento de cabeza y un
susurro en los labios en el que se adivinaba un "sí, acepto". Así
lo hizo Rosalba Lugo, quien con un vaporoso y largo vestido amarillo se
casó con Javier Peñaloza.
Novios y novias lucieron nerviosos, "pero de la emoción",
dice una de ellas, hasta que los testigos y familiares estallaron en aplausos
cuando el juez sentenció: "los declaro unidos en legítimo
matrimonio". En los recién casados afloraron entonces las sonrisas,
sólo momentáneamente, porque casi al unísono sobrevinieron
los besos. Luego siguieron los registros de los niños. Espigado
y con 22 años de edad, Jorge Armando arrulla a Alicia, su hija de
ocho meses, que nació cuando ya estaba en la cárcel. Alicia
ha sido su novia desde 2000, cuando apenas tenía 15 años,
y a pesar de que nunca ha dejado de visitar a Jorge Armando, sentenciado
por robo de auto con arma, sólo quiso registrar a la bebé,
pero no casarse: "no me siento apto para una responsabilidad como esa".
Ya casados, y registrados los niños, el banquete
se sirvió en mesas de plástico colocadas en el patio. Las
viandas fueron desde sincronizadas hasta arroz con mole y pollo; el brindis,
con agua de sabor o refresco, y el baile corrió a cargo de un grupo
de reos que no dejó de tocar música tropical... hasta que
la mitad de las parejas se retiró al área de visita conyugal.
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