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México D.F. Sábado 9 de agosto de 2003
En Dusseldorf se exhibe la retrospectiva más
amplia de la obra del fotógrafo alemán
Fotografío a la gente que admiro, sobre todo
a los infames: Newton
María Félix, una mujer maravillosa que
trataba a su amante francés como esclavo, recuerda
Me gusta retratar a mujeres fuertes, seguras de sí
mismas y con algo qué decir, señala
EVA USI ESPECIAL
Dusseldorf, Alemania. Para unos, es uno de los
fotógrafos más influyentes del siglo XX; para otros, su obra
es provocante y de una obsesión sexista que raya en la pornografía.
En Dusseldorf, Alemania, se exhibe la retrospectiva más amplia de
la obra de Helmut Newton.
La exposición abre con una de esas imágenes
con las que al fotógrafo tanto le gusta provocar: es la imagen de
una mujer ensillada. Lleva pantalones y botas de montar y sus manos y rodillas
están apoyadas sobre una cama de colcha blanca. De la cintura para
arriba no lleva más ropa que un sostén negro. Aunque podría
ser una bella jinete, la imagen no proyecta la actitud desafiante de una
amazona, la silla de montar que lleva ajustada en la espalda, y la expresión
dócil de la modelo aluden más bien a su papel de caballo,
una mujer objeto. Es una puesta en escena perfecta, una composición
equilibrada y cuidada hasta el último detalle. La fotografía
en blanco y negro y un variopinto matiz de contrastes y tonos, parece relatar
una historia, como casi todas las imágenes de Helmut Newton. Despierta
fantasías masculinas, sueños y deseos; ése es el común
denominador en la obra del fotógrafo de origen judío, nacido
en Berlín en 1920, quien reside en Mónaco y tiene pasaporte
australiano.
Helmut Newton-Work
La
retrospectiva, en el Foro Cultural y Económico de Dusseldorf, fue
organizada inicialmente para conmemorar el 80 aniversario del fotógrafo,
en octubre de 2000, y desde entonces ha sido exhibida en Berlín,
Hamburgo y otras ciudades europeas. Helmut Newton-Work comprende
una selección de 250 fotografías realizadas entre 1960 y
2000, cuyo eje gira en torno a los pilares fundamentales en el desarrollo
de ese estilo propio que todavía sigue suscitando controversia,
y al mismo tiempo sigue siendo punto de referencia para jóvenes
diseñadores de moda en París. Su fotografía de moda
femenina, construída con una gran precisión, lo lanzó
a la fama internacional en los años 60. Muchas de esas fotografías
fueron tomadas en lujosas suites y lobbys de hoteles, lugares
a los que sólo tienen acceso los ricos, que reflejan la decadencia
y el glamour del jet set, y combinan moda, sexo, dinero y
poder.
"Esos lugares a los que generalmente un fotógrafo
no tiene acceso siempre fueron una atracción para mí -afirma
Newton en entrevista con La Jornada-, por lo demás, siempre
preferí la calle al trabajo de estudio, me gusta fotografiar a mis
modelos en los lugares que conozco íntimamente". Su trabajo bajo
comisión apareció regularmente en la crema y nata de las
revistas internacionales de moda, como son las ediciones francesa, inglesa,
estadunidense e italiana de la revista Vogue, pero también
en Elle, Marie Claire, Jardin des Modes, American Playboy, Nova
y Queen. Además, hizo grandes reportajes fotográficos
publicados en la revista alemana Stern y la estadunidense Life.
Nada ha sido demasiado peligroso o atrevido para su lente. Pocos fotógrafos
han producido una obra tan rica, variada y polémica como Helmut
Newton.
"Mi esposa me llama un agente provocador y es mejor ser
eso que ser aburrido", dice Newton en su departamento en Montecarlo. Pese
a hablar perfecto alemán, prefiere expresarse en inglés.
El único vínculo que siente con Alemania es Berlín.
"No tengo absolutamente ningún sentimiento patriótico pero
creo que en el fondo sigo siendo berlinés, me identifico con ese
temperamento dicharachero, a veces mal encarado de los berlineses, que
no se toman las cosas demasiado en serio. Son muy diferentes del resto
de los alemanes y debo decir que Alemania nunca me echó de menos
ni yo a ella. Viví 26 años en París y llevo ya más
de 20 años viviendo en Montecarlo, me siento en casa aquí,
pero también en París y en Los Angeles". Newton es un cosmopolita
al que no le gusta hablar de sí mismo. No se considera un artista,
se define a sí mismo como fotógrafo, un oficio como el de
carpintero, creativo y artesanal que puede ser de trascendencia o no, dependiendo
de quien lo ejercite.
La visión masculina de la femineidad
Newton ha sido acusado de rayar en la pornografía
y de relegar a las mujeres al papel de objeto; la feminista alemana Alice
Schwarzer lo acusa de producir propaganda sexista, racista y fascista.
Otros lo llaman misógino, pero él reacciona con indiferencia
a sus críticos. "Me pueden llamar como quieran, eso no ha cambiado
mi estilo. Ciertamente las mujeres ocupan un lugar preponderante en mi
obra, tanto en desnudos como en retratos, creo que sólo he hecho
un desnudo masculino, el del actor Helmut Berger y también fotografías
de mí mismo", señala. Estas recriminaciones son contestadas
en el catálogo de la exposición. "Helmut Newton no es sexista",
escribe Francois Marquet, y añade: "El fotógrafo anticipó
la imagen de la mujer de principios del siglo XXI: una mujer consciente
de la radiante vitalidad de su cuerpo, sobre el que sólo ella decide.
Un ser tan racional como capaz de placer sensual que está muy lejos
de la imagen de la mujer débil domilnada por el hombre". Sin duda
la obra de Newton ha desarrollado una visión de la femineidad que
se diferencia claramente de otras propuestas. Sin embargo se trata de una
visión masculina de la femineidad. Una nueva imagen de la mujer
creada por un hombre, ¿es esa la nueva imagen de la mujer? ¿Cuántas
mujeres se identifican con las poses de dóminas de sus altivas modelos?
Newton mismo no lo sabe, y dice no saber cómo llegó
a ese estilo tan personal en su obra. "Probablemente la manera como miro
a las mujeres es diferente de como lo hace otra gente". Las mujeres son
el principal interés del fotógrafo, o mejor dicho, sus cuerpos.
Es un arquitecto de piel y músculos femeninos en combinación
con un fuerte contraste de luz y sombra. Newton reconoce la influencia
del fotógrafo húngaro Brassai en su obra. Brassai es alguien
a quien dice admirar profundamente. Pero su obra también recuerda
la fotografía de la alemana Leni Riefenstahl, la fotógrafa
favorita de Hitler, quien glorificó la visión estética
nazi de la raza aria. Las imágenes de Riefenstahl de atletas alemanes
durante los Juegos Olímpicos de 1936, en Berlín, parecen
esculturas romanas por su manejo de luz y sombra que exalta la musculosa
y blanca figura de los atletas teutones. A Newton no le gusta la comparación
con Riefenstahl, de quien se dice su amigo. "¡No tiene nada que ver
con mi obra!'', afirma categórico. Sin embargo reconoce sin decirlo
una similitud en el tipo de iluminación: "Me gusta mucho el contraste
entre luz solar fuerte y sombras marcadas y tal vez eso retome la iluminación
de la fotografía alemana de los años 30".
De crónicas de crímenes, Georgette
y la idiota
Esta similitud con Riefenstahl es aludida a algunas de
sus fotografías de desnudos monumentales (Big Nudes) y desnudos
domésticos, ambas series producidas en los años 80. Sus modelos
alternan vestidas en una imagen y desnudas en otra luciendo tacones altísimos,
a veces descalzas. Aunque aparecen hombres en algunas escenas, la desnudez
de ellas se encuentra siempre en primer plano. Son mujeres soberbias, inaccesibles
e incluso agresivas y su desnudez no es una señal de sumisión
ni es erótica. Muestran desafiantes su fuerza corporal a un enemigo
desconocido. Sobre todo, ese mensaje es transmitido en su serie Big
Nudes, donde sus modelos son fotografiadas con un trasfondo blanco
y neutral. Las fotografías de tamaño natural tienen un estilo
realista, casi de reportero gráfico. Su creación estuvo inspirada
por un artículo publicado en una revista alemana sobre una unidad
policiaca que buscaba terroristas de la Fracción Armada Roja (RAF).
En las oficinas policiales se exhibían fotografías de tamaño
natural de los sospechosos. Antes de adoptar el nombre de Big Nudes,
la serie mantuvo durante mucho tiempo el título The terrorists.
"Me gustaron gráficamente esas fotos policiales. Tengo archivos
de recortes de periódicos y una colección de libros que tienen
que ver con este género fotográfico. Me gusta reflejar en
mi trabajo de moda esas crónicas sobre crímenes. A veces
muestro una escena de asesinato, por ejemplo, y no es que me gustaría
tener que ver a una mujer degollada en la vida real, pero gráficamente
me parece sumamente interesante. Hace unos días precisamente fotografié
una escena con ese tema. Esos recortes de periódicos sobre crónica
policial los retomo en mis cuadernos de trabajo que uso como diario, donde
hago notas de mis proyectos", señala.
Controversia volvió a levantar Newton con su serie
Dummies, publicada en las revistas francesas Vogue y Oui,
en donde maniquíes de escaparates son mostrados en poses sexualizadas.
Son imágenes en blanco y negro de fuertes contrastes y también
en color. Las escenas relatan historias de sadomasoquismo y de sumisión,
donde el fotógrafo parece permitirse todo. El fotógrafo aclara:
"no sólo con maniquíes, también hago lo que quiero
con mis modelos, para mí son como piezas de ajedrez", dice. "Quería
hacer una serie casi pornográfica, pero era el año de 1977
y tenía uno que ser cuidadoso. Decidí utilizar maniquíes
de escaparates, mostrándolas solas o en parejas, a veces con humanos.
Las muñecas tenían ciertas características así
que decidí darles nombres: Georgette era mi favorita y la
más sexy de mi colección. Una que verdaderamente odiaba por
su estúpida expresión la llamé la idiota",
recuerda.
Famosos, infames y adorables
Newton se ha especializado en el retrato y no tiene reparos
en mostrar toda la verdad del fotografiado. El observador no necesita una
segunda mirada para percatarse de que hay en realidad algo de maldad en
el personaje retratado. El que posa para él no se guarda para sí
ningún secreto. Su lente revela toda imperfección, toda arruga
y cicatriz. Pese a que todo su trabajo es bajo pedido, Newton dice fotografiar
a la gente que ama y admira, a los famosos, pero sobre todo a los infames.
En su colección aparece un retrato de su mujer, June Newton, sentada
en un restaurante. Ha terminado de cenar y está encendiendo un cigarrillo
mientras muestra a la cámara sus pechos desnudos. Entre las celebridades
del jet set que han posado para él se encuentran Pierre Cardin,
Faye Dunaway, la princesa Carolina de Mónaco, Naomi Campbell, Catherine
Deneuve y Marlene Dietrich, entre otros. También se exhibe una fotografía
del canciller alemán Gerhard Schroeder, de aspecto sencillo y sonriente.
"Es de los famosos y de los que admiro, tiene una gran personalidad, es
un hombre inteligente, interesante y divertido", dice Newton. También
hay una fotografía del ultraderechista francés Jean Marie
Le Pen, quien posa orgulloso junto a sus elegantes perros dóberman.
"Se trata de otro personaje interesante, pero no me gusta en lo particular,
como puede usted imaginarse -dice el fotógrafo-, él es uno
de los infames en mi colección, igual que Kurt Waldheim". Anthony
Hopkins, Gianny Agnelly y Giovanni Versace se encuentran entre los famosos
y adorables de su obra. "Agnelly, un hombre sumamente atractivo con una
hermosa cabeza, y Versace, generoso y dulce, un hombre de una gran calidez
humana", recuerda.
Newton estuvo varias veces en México, la vez más
reciente para fotografiar a la diva María Félix, pero desde
que ella murió no ha vuelto pues dice ser víctima de la "venganza
de Moctezuma". ¿Qué impresión tuvo usted de ella?
"Era una gran mujer tan vital como un volcán. Me sorprendió
que pese a su avanzada edad estuviera tan llena de energía. Tenía
entonces un amante francés al que trataba como esclavo. Ella me
pareció espectacular, una mujer maravillosa que me trató
con una gran dulzura", dice.
Mujeres = trabajo, pero a la antigüita
Hijo de un acaudalado fabricante de botones, Helmut y
su familia huyeron de la Alemania nazi cuando comenzó la persecución
de los judíos. Su maestra de fotografía, Else Simon, alias
Yva, fue asesinada en el campo de concentración de Auschwitz.
Mientras que su familia emigró a Argentina, el joven Newton emigró
inicialmente a Singapur, donde encontró un trabajo de reportero
gráfico en el Singapore Straits Times. Fue despedido después
de unos meses por incompetente. "Fueron años difíciles en
los que apenas si lograba sobrevivir", recuerda.
Llegó en 1938 a Australia, donde conoció
a su mujer, la entonces actriz June Brunell, quien se daría a conocer
posteriormente como fotógrafa bajo el seudónimo de Alice
Springs. ¿Cómo es que se inició ella en la fotografía?
"Estaba yo enfermo en cama, tenía un resfriado creo, así
que le dije: 've a hacer tú el trabajo, siempre me criticas, así
que vamos a ver qué puedes hacer tú'. Le di una clase de
dos horas con la cámara y se fue a hacer el trabajo. A mí
me pagaron y la fotografía fue publicada", señala.
Ella ha tenido una fuerte influencia en la obra de Newton
y es la curadora de la exposición. ¿No fue para ella a veces
difícil estar casada con un hombre constantemente confrontado con
mujeres hermosas como lo ha sido usted? "Imagine usted que está
casada con un ginecólogo", responde Newton. "¿Tendría
usted algún problema con ello? ¿Con el hecho de que él
se la pase viendo pussies (genitales) de mujeres el día entero?
A veces veo mujeres vestidas y otras veces las veo desvestidas, cuando
mis amigos admiran a alguna de mis modelos les respondo que tengo muchas
mujeres hermosas a mi alrededor, creo que he tenido una gran oferta, más
de lo que muchos hombres, pero a mí las mujeres me recuerdan el
trabajo", dice. Al fotógrafo le gustan las mujeres que tienen algo
que decir, que son activas y tienen intereses. "Sé que a muchos
hombres eso les da miedo, tienen temor de una mujer fuerte que es segura
de sí misma, pero eso es lo que yo admiro en ellas y tengo muchas
amigas mujeres, no son feas, pero incluso si lo fueran, son interesantes
y eso es para mí lo más importante", afirma.
En sus tiempos de adolescente en Berlín fue expulsado
del Colegio Americano por no tener otro interés que las chicas,
la natación y la fotografía. Newton sigue siendo fiel a sí
mismo y dice no tener talento para ninguna otra cosa. "Me gustaría
ser escritor pero creo que no tengo mucho talento para eso, me paso el
tiempo pensando en cuestiones relacionadas con la fotografía. Pese
a que soy viejo ya, me sigue fascinando", dice. Le gusta coleccionar automóviles
de lujo, "soy un pobre coleccionista, tengo sólo cuatro". Hace no
mucho estrenó un modelo Corvette de color azul metálico,
que le consiguió un amigo suyo, Fabrizio Chicharo, un constructor
de automóviles.
Las nuevas tecnologías y el uso de computadoras
han transformado la fotografía y seguramente el proceso continuará,
pero Newton dice no tener una sola cámara digital. Trabaja en su
estudio "a la antigüita". "Utilizamos los tradicionales rollos, la
cámara oscura y hacemos con mis ayudantes negativos pequeños
o grandes, como los hemos hecho siempre". ¿Ha cambiado el oficio
de fotógrafo a lo largo de los años? "Creo que no ha cambiado
gran cosa, más allá de que hay más fotógrafos
y de que hay mucho más trabajo que antes. Cuando yo era joven no
había tanto, pero hoy en día hay trabajo en todo el mundo,
desde Rusia hasta Hollywood''. ¿Entonces no es tan dramático
que haya muchos fotógrafos? "Siempre hay algunos que se mueren de
hambre, pese a que los llamamos a todos artistas y maestros -dice-, sin
embargo son muy pocos los que realmente son buenos".
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