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P O L I T I C A
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México D.F. Sábado 9 de agosto de 2003

Enrique Calderón Alzati

ƑPues qué le pasa al Presidente?

El deterioro sostenido de la imagen del Presidente pareciera estar en los límites del virtual desmoronamiento del papel como líder nacional que alguna vez tuvo en el verano y el otoño de 2000. De hecho, resulta un tanto difícil recordar al Vicente Fox de hace sólo tres o cuatro años, lleno de entusiasmo, dispuesto a correr a las "arañas" y las "tepocatas" de Los Pinos, a terminar con la corrupción, a resolver los graves problemas nacionales en materia de minutos, con la capacidad de decisión para lograr un crecimiento económico de 7 por ciento al año, y los planes para alcanzar con ello la creación de 500 mil nuevos empleos anualmente, suficientes para dejar atrás la desazón y la angustia. Eran sus tiempos de optimismo y euforia, del "hoy, hoy" y del "cambio".

Terrible contraste con la realidad actual, que es la de un Presidente que parece sentirse harto, derrotado, solo e incomprendido, ante los reclamos permanentes de jóvenes y ancianos, de obreros y profesionistas, de amas de casa y campesinos, de estudiantes y empresarios que lo enfrentan y cuestionan en cada acto público en el que aparece. La reiteración de su frase "ƑY yo por qué?" constituye en sí misma la declaración de su derrota, la renuncia expresa de su voluntad para cumplir lo que alguna vez ofreció. De igual manera, su convocatoria a los jóvenes para "crear changarros", como alternativa a los empleos que no pueden encontrar porque simplemente no existen, resulta sólo un grito desesperado de "sálvese el que pueda". Ciertamente los países modernos requieren de hombres y mujeres jóvenes con espíritu emprendedor, con capacidad para contribuir en la generación de la producción y la riqueza nacionales, pero aquí no se trata de eso, sino de algo mucho más básico, de encontrar formas que les permitan sobrevivir, ante la incapacidad gubernamental de auspiciar y asegurar el desarrollo, un grito de angustia por la supervivencia.

ƑCómo explicar este cambio? ƑSe trata acaso de una incapacidad aparente para gobernar? ƑDe los pésimos resultados de su gestión y de la de sus colaboradores? ƑDe sus fricciones continuas con algunos medios de comunicación? ƑPodría ser el resultado de sus propias declaraciones, generalmente desafortunadas? ƑO de sus afirmaciones, a veces cuestionables y a veces totalmente desvinculadas de la realidad?

Yo creo que se trata de un poco de todo esto, pero la esencia del problema esta en otra parte.

En primer lugar, si uno analiza el equipo de trabajo del que ha estado rodeado el Presidente, es fácil percatarse de su desconocimiento absoluto de la administración pública. La gestión de un país y de sus instituciones es algo muy distinto a la gestión de una empresa, en donde el entusiasmo local y las condiciones del mercado son las variables que pesan, especialmente cuando se trata de meras sucursales de empresas trasnacionales, o de grandes empresas monopólicas, como las dirigidas anteriormente por los miembros de su gabinete y por él mismo.

Parte de esa experiencia compartida llevó al equipo del Presidente, incluido éste, a la trivilización de los problemas, a ignorar la necesidad de contar con un proyecto de nación y, sobre todo, a creer que se pueden establecer compromisos con todo mundo, pensando que con el poder en la mano, iba a ser posible cumplir y quedar bien con todos, sin analizar que muchos de esos compromisos estaban contrapuestos, y que un buen número de ellos atentaban contra los intereses mismos de la nación.

Hoy, ese parece ser el fondo del asunto conocido con el nombre genérico de Amigos de Fox, a la sombra del cual se pactó con los bancos para pagarles lo que ni se puede ni se deber pagar, se pactó con empresas y organismos internacionales la entrega de la industria energética que el país no puede ni debe entregar, se pactó con grupos de dudosos antecedentes el rompimiento de la tradición de solidaridad de México con la revolución cubana, y seguramente una larga lista de cosas más, que hoy la realidad les manifiesta que no pueden cumplir, como tampoco pueden hacerlo con los compromisos de cambio, de crecimiento económico y de generación de empleos que en su momento ofrecieron a la sociedad mexicana a cambio de su voto.

Ante la realidad, Vicente Fox parece hoy terminado, como lo pinta Magú en sus caricaturas, o con la intención de abdicar descrita por Asdrúbal Flores en su novela sobre el Protocolo secreto de los Tratados de Bucareli, a la cual hice referencia en mi artículo anterior. Así la historia de Fox parece destinada a convertirse en una lección terrible sobre los riesgos que la democracia implica, pero una lección, también, para quienes aspiran a gobernar el país en el futuro, y que para ello busquen establecer compromisos que les permitan llegar al poder

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