México D.F. Sábado 9 de agosto de 2003
LA FIESTA DE LOS CARACOLES
La autonomía indígena, basada en los
incumplidos acuerdos de San Andrés
Influye el autogobierno rebelde en la mitad del territorio
chiapaneco
JESUS RAMIREZ CUEVAS ENVIADO
Oventic, Chis., 8 de agosto. En su primera aparición
pública, aquella madrugada del primero de enero de 1994, los rebeldes
zapatistas llamaron "a los pueblos liberados a elegir libre y democráticamente
a sus propias autoridades administrativas". Pero fue tiempo después
cuando esta propuesta se hizo realidad en las comunidades indígenas
chiapanecas.
Primero se crearon los municipios rebeldes y dos años
después también se declararon autónomos. Hoy la autonomía
indígena, el autogobierno de los pueblos rebeldes, es una realidad.
En la actualidad hay más de 30 municipios autónomos, cuya
influencia abarca la mitad del territorio de Chiapas.
A fines del 94 los zapatistas comenzaron la formación
de municipios indígenas regidos de acuerdo con sus usos y costumbres.
El anuncio del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) de crear juntas de buen gobierno en los cinco Caracoles
(antes llamados Aguascalientes) representa una nueva etapa de
este proceso y, al mismo tiempo, la consolidación de la autorganización
comunitaria.
La distribución de dichas juntas corresponde a
las distintas zonas que conforman al movimiento de acuerdo con la geografía
de los pueblos rebeldes y sus relaciones entre sí: los Altos (tzotzil),
el Norte (chol), Altamirano (tzeltal-tojolabal), selva tojolabal y selva
tzeltal.
Este nuevo gobierno regional representa un esfuerzo organizativo
de las comunidades para enfrentar los problemas del autogobierno y para
construir un puente más directo entre ellas y el mundo. Han sido
casi 10 años en que las comunidades zapatistas han resistido sin
la ayuda de autoridades ni de presupuesto oficial alguno, en medio de un
cerco militar y del hostigamiento de fuerzas gubernamentales y paramilitares
que han dejado un saldo de miles de indígenas desplazados de sus
pueblos de origen.
Una larga historia
Hoy
hace siete años surgió el primer Aguascalientes en
el corazón del territorio zapatista, el primer intento por construir
un espacio de encuentro y de diálogo entre la sociedad civil y los
rebeldes. Ahí surgió la Convención Nacional Democrática,
que fue el primer intento de organizar una fuerza de la sociedad civil
a favor de la paz y de la democracia. Pero la propuesta feneció.
La madrugada del 19 de diciembre de 1994 el subcomandante
Marcos informaba a la prensa nacional e internacional del inicio de
una ofensiva de sus fuerzas insurgentes para romper el cerco militar en
la llamada zona de conflicto. Confinados en tres municipios por el gobierno,
ese día los zapatistas aparecieron en 38 (de 110 que tiene Chiapas).
Ante el avance de sus tropas, los zapatistas dispusieron
la formación de municipios rebeldes que reconocieron a Amado Avendaño
como gobernador en rebeldía y giraron instrucciones para que la
población eligiera democráticamente a sus autoridades.
Al mismo tiempo, Marcos anunciaba la creación
de 32 municipios rebeldes. Esa noche el jefe guerrillero mostró
los mapas para ubicar los nuevos gobiernos locales zapatistas, que tardaron
en funcionar.
Dos años después, durante los diálogos
de paz con el gobierno, los zapatistas retomaron la idea de la autonomía
como base de los acuerdos de San Andrés, suscritos por el grupo
armado y el gobierno federal el 16 de febrero de 1996.
Ante el incumplimiento gubernamental de los acuerdos y
tras la suspensión del diálogo, los zapatistas decidieron
ponerlos en práctica y declararon a sus municipios autónomos
y rebeldes.
Estos gobiernos locales se han fortalecido y aunque su
desarrollo es desigual, pues depende del grado de organización y
de las condiciones en que trabajan, han consolidado el autogobierno indio
para resistir el cerco del gobierno. Los acuerdos de San Andrés
les dan legitimidad, pues se trata de un compromiso incumplido.
La construcción de la autonomía se ha dado
en medio de un ambiente de guerra, militarización y de hostigamiento
paramilitar. También ha enfrentado las estrategias gubernamentales
contrainsurgentes, cuyo objetivo ha sido debilitar el apoyo social que
tiene el EZLN en las comunidades.
De esta manera, los indígenas zapatistas han buscado
resolver sus problemas y necesidades mediante la autorganización
con la ayuda solidaria de la sociedad civil nacional e internacional.
El funcionamiento de los Caracoles
Los municipios autónomos están integrados
por las comunidades indígenas dentro de los territorios con influencia
zapatista. Las comunidades comprendidas en cada municipio rebelde han decidido
voluntariamente su participación mediante asambleas comunitarias.
Las comunidades organizadas para la resistencia eligen, de acuerdo con
sus usos y costumbres, es decir en asamblea, a sus representantes para
el concejo municipal autónomo, la autoridad colegiada del ayuntamiento
rebelde. Las autoridades y delegados son revocables en caso de no cumplir
con los mandatos de la asamblea de las comunidades. Ahora estarán
coordinados regionalmente desde los Caracoles.
Los concejos autónomos están integrados
por un presidente, secretario, ministros de justicia, de asuntos agrarios,
del comité de salud, de educación y el responsable del registro
civil.
Sus funciones son la impartición de justicia, la
salud comunitaria, la educación, la vivienda, la tierra, el trabajo,
la alimentación, el comercio, la información, la cultura
y el tránsito local. Algunos municipios autónomos han abierto
sus propios registros de matrimonios, nacimientos y defunciones. En muchos
lugares, también reciben la asesoría de las autoridades tradicionales
o de los consejos de ancianos. El alcance de las acciones de los municipios
dependen de su consolidación. Su presupuesto se obtiene por la cooperación
de sus integrantes o de la ayuda solidaria. Los miembros de los concejos
autónomos no reciben remuneración.
Desde su surgimiento, los municipios rebeldes han sido
objeto de ataques por parte del gobierno.
En 1998, tras la matanza de Acteal, los gobiernos federal
y estatal iniciaron una ofensiva contra los pueblos zapatistas. Entonces
se les acusó de romper el estado de derecho, de provocar la división
nacional y de usurpar las funciones de las autoridades constitucionales.
El saldo de esa operación fue de 10 muertos, varios heridos, miles
de indígenas desplazados, más de 100 personas encarceladas
y 168 observadores internacionales expulsados del país. Destaca
la ofensiva contra Taniperla, sede del municipio Ricardo Flores Magón.
Luego siguió el ataque de más de mil efectivos policiacos
y militares contra Tierra y Libertad, en Amparo Aguatinta.
El momento más grave fue el 10 de junio, cuando
un millar de soldados y policías incursionaron en San Juan de la
Libertad, tomaron la cabecera municipal y se adentraron en las comunidades
de Chavajeval y Unión Progreso, donde murieron ocho indígenas.
Los zapatistas respondieron el ataque militar que estuvo a punto de provocar
la ruptura del cese del fuego y de la tregua establecida desde 1995.
En abril de 1999, la policía estatal incursionó
en la cabecera de San Andrés Sakamchen de los Pobres. Pero con la
movilización pacífica de miles de indígenas fue recuperada
un día después.
A pesar de todos los intentos por socavar la autonomía
indígena zapatista, ésta se fortalece y se extiende a nuevos
confines.
A partir de hoy, los cinco Aguascalientes dan paso
a los Caracoles, y se abre otra etapa para nuevas iniciativas de
un movimiento rebelde que nació con la demanda de respeto como divisa
fundamental, y del no dejarse usar como arma política.
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