México D.F. Domingo 3 de agosto de 2003
ENTREVISTA /RICARDO
ALARCON, PRESIDENTE DEL PARLAMENTO CUBANO
Más estadunidenses pugnan por normalizar nexos
con Cuba
FUERZAS CONSERVADORAS QUIEREN PARAR LA POLITICA AGRESIVA
Algunos desilusionados de la administración
Bush, otros convencidos del fracaso de la política hacia la isla,
diversos sectores de interés en Estados Unidos ya enredaron al gobierno.
Tanto, que manda señales contradictorias. El forcejeo es cada vez
más evidente
GERARDO ARREOLA/II CORRESPONSAL
La Habana, 2 de agosto. Entre distintos sectores
de interés en Estados Unidos hay un "forcejeo" sobre la política
a seguir hacia Cuba, en una contienda a la que se han sumado fuerzas conservadoras
en favor de algún tipo de relaciones con la isla, señaló
el líder parlamentario cubano, Ricardo Alarcón.
En una amplia conversación con La Jornada,
el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, ex canciller y
especialista en las relaciones con Estados Unidos expresó que cree
en el fortalecimiento de la tendencia que ha surgido en la comunidad de
negocios de ese país para persistir en el comercio con Cuba y que
este balance de fuerzas encontradas ha provocado una reacción, "con
tendencia a la provocación", en la ultraderecha anticastrista radicada
en Miami.
Estos son extractos de la entrevista:
-En Estados Unidos se ven señales contradictorias
hacia Cuba. En los pasados meses ha habido duras declaraciones del enviado
especial Otto Reich, el anuncio de que restringirán las licencias
de viaje, el aumento de multas por los viajes sin permiso a Cuba, la incautación
y subasta de dos aviones cubanos secuestrados, y las acusaciones de interferir
transmisiones de televisión de iraníes opositores; pero,
por otro lado, la aprobación del nuevo subsecretario para Asuntos
Hemisféricos estaba condicionada por un recurso legislativo favorable
a los viajes a Cuba, el Tesoro sigue autorizando la venta de alimentos,
hay acuerdos comerciales de dos puertos con Cuba, llegan a La Habana naves
con bandera estadunidense, se enjuicia al secuestrador (en abril) del An-24...
¿todo esto forma parte de esa serie de complicaciones de la política
estadunidense hacia Cuba?
-¿Qué diría si fuera a resumir eso?
¿Qué es lo que se lee en ese paneo? Que hay un forcejeo.
Falta todavía otra cosa divertida: la fenomenal bronca que se está
armando en Miami entre la Fundación Nacional Cubano-Americana y
los legisladores de origen cubano, a partir de que se consideran traicionados
por la administración, que no está cumpliendo sus compromisos
de acabar con la Revolución Cubana. Esto es dicho en síntesis.
¿Cuál sería mi explicación? Hay una tendencia
objetiva, una corriente en la que van marchando los acontecimientos en
el sustrato, en la dirección de aumento constante, sostenido, de
los sectores en Estados Unidos que se pronuncian por una normalización
de las relaciones. Que ya no son solamente los críticos del lado
progresista, liberal, los que se han opuesto al bloqueo, los que están
por una política de paz. No son solamente los religiosos, las organizaciones
humanitarias. Son los agricultores, que tienen un cierto nivel de organización,
que en general tienen más vinculación con el Partido Republicano
y que en general son gente moderadamente conservadora o conservadora plenamente,
que no tienen nada que ver con el liberalismo estadunidense. Son otro tipo
de actores, además con razones muy sólidas, porque son propias.
No quieren tener comercio con Cuba para beneficiar al socialismo, sino
porque tienen necesidad de buscar mercados.
Impacto en Miami
-El
consenso bipartidista que había sobre Cuba parece que se rompió
irreversiblemente y que ahora no importa si se es demócrata o republicano,
liberal o conservador, porque Cuba es un reactivo un poco más complejo...
-No. Pienso que en lo fundamental sí, pero no puede
decirse exactamente así. Se puede decir que hoy existe un bloque
que incluye a republicanos y demócratas, a liberales y conservadores,
que están por permitir el comercio y permitir los viajes. No llega
a que todo ese bloque esté por eliminar completamente la política
agresiva, eliminar el bloqueo. Algunos sí, pero no todos. Las elecciones
de 2000 llevan al poder a un grupo que está comprometido con lo
contrario, con intentar frenar esa corriente. A eso se compromete, y el
compromiso adquiere una especial significación por el modo tan peculiar
en que llegó Bush a la presidencia. "Nunca olvidaré", dijo
en Miami, "lo que ustedes han hecho por mí". Cómo lo va a
olvidar, si es presidente por ese robo de elecciones que hubo en Miami.
-Pero según algunos ya se olvidó...
-Exactamente. Se da esa corriente, que yo no creo que
vaya a terminar, porque para que cesase tendrían que perder los
agricultores el interés por tener el mercado cubano, que es tradicional
para ellos, que está muy cerca de sus producciones. Tendría
que desaparecer el interés de los estadunidenses por ejercer su
libertad de viajar a Cuba. Hay esa corriente objetiva que está empujando
en esa dirección. Viene una administración que está
comprometida a frenar esa corriente o a impedir que avance. Por primera
vez hay una administración en la Casa Blanca que le debe su elección
a esta ultraderecha de origen cubano.
Lo que están diciendo hoy en Miami es que el presidente
no ha cumplido sus compromisos. En la medida en que avanza la corriente
en favor del comercio, en favor de la normalización, se agudiza
la reacción hostil e inclusive la tendencia a la provocación.
Vamos a seguir viendo ese juego de contradicciones, que tiene una carga
de peligro evidente. Vuelva a hacer ese análisis en la medida en
que se acercan las próximas elecciones.
Los cinco presos
-Con este panorama de contradicciones, ¿se siente
optimista o pesimista sobre la resolución que se espera en septiembre
sobre el caso de los cinco cubanos presos en Estados Unidos?
-Están en fase de apelación, que es de intercambio
de papeles. La defensa presentó sus escritos. Ahora el gobierno,
la fiscalía, tiene hasta el 15 de septiembre para responder. El
tribunal va a dar a la defensa un plazo adicional para que a su vez responda
a la respuesta del gobierno, lo que llevará todo hasta el 15 de
octubre más o menos. A partir de ahí el tribunal de Atlanta
va a designar a tres magistrados para que tomen una decisión, que
será apelable al conjunto de la Corte de Atlanta. El veredicto depende
de esos tres magistrados, pero la ley no les impone fecha. Después
de una presentación oral pueden decidir inmediatamente o en dos
o tres meses. Lo que hacen los especialistas es especular. En otras palabras,
lo que no hay la menor duda es que no sería nunca antes de octubre.
¿Si soy optimista o pesimista? Desde el punto de
vista estrictamente jurídico, técnico, legal, no tengo la
menor duda de que si eso fuera sólo el único factor, sería
tremendamente optimista.
(Alarcón recuerda que la defensa de los cinco cubanos
condenados en diciembre de 2001 por espionaje y otros cargos a penas que
incluyen la cadena perpetua ha reclamado irregularidades jurídicas
y demandado la celebración de un nuevo juicio, considerando que
el celebrado en Miami no pudo ser imparcial por la atmósfera anticastrista
de esa ciudad).
El cambio de sede, dice Alarcón, "está en
la mejor tradición estadunidense. Es casi automático en Estados
Unidos. En el tiempo de esta moción (noviembre de 2002) para acá,
fíjese la cantidad de juicios que han sido cambiados de sede. El
más reciente, el de los dos francotiradores que no van a ser juzgados
en Washington. Al de la explosión en Oklahoma lo juzgaron en Colorado.
Esto es casi de rutina en Estados Unidos".
"En este caso", argumenta Alarcón, "se dio además
un hecho de prevaricación del gobierno, porque el mismo gobierno
que se opuso a cambiar la sede de Miami, alegando que en ese estado no
existían prejuicios para ver un tema como éste con imparcialidad,
al año siguiente fue el acusado en un pleito de discriminación
laboral, por cierto en relación con un mexicano; como la demanda
de esa persona estaba relacionada directamente con el caso de Elián
González (el balserito que fue devuelto a Cuba), el gobierno
dijo que nada relacionado con Cuba podía verse imparcialmente en
Miami".
(Más allá del cambio de sede, Alarcón
invoca otros tramos cruciales del alegato de defensa, como el hecho de
que uno de los sentenciados, Gerardo Hernández, está condenado
por asesinato en primer grado, a pesar de que la fiscalía se desistió
de ese cargo; o que la acusación anticipó desde el principio
del juicio que no había forma de documentar el espionaje).
"Hay una serie de errores, de violaciones, que desde el
punto de vista técnico lo harían sentirse a uno muy optimista",
concluye Alarcón. "No voy a prejuzgar a los magistrados de Atlanta.
¿Dónde está el problema? En que este es un caso político
(...) que tiene que ver nada menos y nada más que con la lucha contra
el terrorismo y la actitud real frente al terrorismo.
"Cuando los magistrados se enfrenten a eso, van a darse
cuenta de lo que estamos hablando. Pero de este tema no se habla en Estados
Unidos. Los magistrados no lo han leído en los periódicos,
no lo han visto en la televisión, no han leído un libro.
Como están las cosas, todo está en las manos de la integridad,
de la honestidad, de los magistrados que vayan a ser designados."
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