.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo Electrónico
Búsquedas

P O L I T I C A
..

México D.F. Domingo 3 de agosto de 2003

Antonio Gershenson

Las mentiras

Nuevamente se han puesto de moda las mentiras. No es que, necesariamente, ahora se digan más mentiras que antes, sino que algunas han sido muy difundidas y muy discutidas. Declaraciones de gobernantes y funcionarios de Estados Unidos y del Reino Unido, queriendo justificar la invasión de Irak, resultaron falsas. Y desde antes tuvieron mucha difusión promesas incumplidas de nuestro actual Presidente: que si la solución a Chiapas en 15 minutos, que si se ofrece un crecimiento de 7 por ciento anual para luego dejar en los puestos clave para ello a los mismos tecnócratas que han mostrado desde hace años que no quieren inversión pública, que creen que si hay crecimiento económico eso va a disparar la inflación, etcétera.

El que estas mentiras, digamos, grandes por sus implicaciones y por la cantidad de personas a las que abarcan mediante medios de difusión y otros, estén rodeadas de toda una cultura de la falsedad, con mentiras chiquitas pero que a veces son incluso cotidianas, no ayuda a que, como sociedad, consideremos a la verdad como un valor de primera importancia, como creo que debería suceder.

Empezamos a recibir mentiras desde que aprendemos a hablar, casi. Algunos mitos ya están pasados de moda, como eso de que la cigüeña trae a los niños de París; pero no se deja de decir a muchos niños que los juguetes de fin de año se los trajeron Santaclós o los Santos Reyes. El niño, claro, pronto se da cuenta de la verdad, pero al mismo tiempo empieza a dudar de lo que le digan sus padres, y se empiezan a sentar las bases para que él mismo mienta. En cuanto a la costumbre de que los amigos cercanos de los papás son tíos, y otras similares, no siempre los niños se dan cuenta tan rápido.

Es tan grande la cantidad de mentiritas cotidianas que incluso se pueden clasificar por subgrupos. Uno de ellos es el de los pretextos. El tránsito parece ser el primer pretexto para llegar tarde. Podría decirse que, siendo algo tan frecuente, bastaría con salir un poco antes hacia el lugar al que llegó uno tarde; pero el pretexto ya está casi institucionalizado. Alguna vez que llegué un poco tarde a una cita, el afectado me saludó con un "hay mucho tráfico, Ƒno?" Otro caso: "ƑYa llegó el licenciado?", y la respuesta de la secretaria: "Viene en camino". Si alguien pregunta lo mismo una hora después, se arriesga a recibir la misma respuesta.

Una vez, hace unos años, estaba yo comprando un periódico en un puesto, y llegó una señora pidiendo dinero, por cierto sin tener ningún impedimento para trabajar. Le dije que no, y contestó: "No tiene dinero..." El pretexto es tan generalizado que ella misma ya me lo estaba proponiendo. Pero eso no era cierto, y contesté: "sí tengo, pero no le doy". Se me quedó viendo con una gran sorpresa. El encargado del puesto mostró una expresión de asombro. Nuestra cultura es tal que al decir la verdad quedaba yo como un bicho raro.

Los juramentos. Si alguien jura algo, para que le crean que ahora sí va a decir la verdad, ello implica que cuando no se ha jurado algo sí se vale mentir, o que por lo menos es normal hacerlo. Y como los juramentos suelen darse en situaciones excepcionales...

En no pocos casos el no decir las cosas como son se ve como un asunto de buena educación, e implícitamente queda como mala educación el decir las cosas como son. Hace todavía más años, durante una comida familiar en un restorán grande, llegó un vendedor de dulces a ofrecer su producto, interrumpiendo la plática, por cierto. "Ahorita no, gracias...", fue la primera respuesta; y mi hijo mayor, entonces todavía un niño, agregó: "... y después tampoco". En realidad, todos sabíamos que después tampoco íbamos a querer, el asunto estaba en decirlo o no.

Como tenemos palabras prohibidas en ciertos ámbitos, también se genera un lenguaje sustituto: "Me voy a polvear", "voy al tocador", etcétera, como si fuera tan grave mencionar la palabra baño, ya no digamos mayores especificidades. En estos casos, por lo menos todo mundo sabe de qué se trata.

Otras mentiras tienen un origen más remoto. Les seguimos llamando indios a quienes provienen de etnias existentes en México desde antes de la conquista española. Sabemos que no es cierto, que fue un grave error de Colón y sus acompañantes, que les pusieron ese nombre creyendo haber llegado a "las Indias" (como si hubiera tantas), pero con un error como de 15 mil kilómetros frente a la realidad. Y a los verdaderos indios, para distinguirlos de los originarios de América (el continente, por supuesto, no sólo un país del mismo) todavía les decimos hindúes, cuando que el hinduismo no es una nacionalidad, sino una religión. Y entre los verdaderos indios hay quienes tienen la religión hindú, pero también millones que tienen la musulmana, la sij, alguna de las cristianas o simplemente ninguna. En este último caso hay que hacer una distinción: al ser sobre todo resultado de la ignorancia, el decirles hindúes a los indios es un error, y cuando hablamos de mentiras presuponemos que quien las dice tiene, si no la plena conciencia, por lo menos alguna percepción de que no está diciendo la verdad, aunque lo justifique de una u otra manera.

Estas costumbres no son fáciles de desarraigar, tienen una larga historia. En relación con los ejemplos mencionados al principio de este artículo, de mentiras que han tenido mucha publicidad, hay una frasecita de Bismarck, a finales del siglo XIX: "Nunca se dicen tantas mentiras como antes de unas elecciones, durante una guerra y después de una cacería". Así que muy originales, no lo son. Alguien dirá que nada más falta lo de la cacería; pero si vemos que en Irak hay una cacería de hombres...

También podemos recordar un ejemplo histórico nuestro. El libro de Bernal Díaz del Castillo La verdadera historia de la conquista de la Nueva España tiene la palabra verdadera porque continuamente polemiza con, y desmiente, la versión oficial en la que los conquistadores aparecen como lo máximo del universo, en el libro que se llamó Historia de la conquista de la Nueva España, creo que escrita por Luis de Gomera, o algo así.

A pesar de todo, creo que debemos proponernos desarrollar una cultura de la verdad. Esto permitirá mejores condiciones para aislar y confinar a las grandes mentiras de nuestro tiempo. Aunque, a la luz de esto último, tal vez habría que ir pensando también si hay quienes no merecen que les digamos la verdad.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4445 y 4110
Email