Dijo que ahora la labor de los artistas es mantener viva la obra de ambos cubanos

Cerró Albita el Afrocaribeño en Veracruz con un homenaje a Celia Cruz y a Compay Segundo

También se presentaron el Ensamble Taumbú, de EU, y la Gran Orquesta del Festival, dirigida por Memo Salamanca La versión del próximo año estará dedicada a la libertad

MARIANA NORANDI ESPECIAL

Veracruz, 28 de julio. Este domingo, tras 11 días de actividades, se llevó a cabo la ceremonia de clausura del Festival Internacional Afrocaribeño que durante 10 años consecutivos ha organizado el Instituto Veracruzano de la Cultura (Ivec). El cierre, debido a las lluvias, se realizó en el Teatro de la Reforma y tuvo como protagonista a la cantante cubana Albita, precedida por grupos de danzas africanas de Veracruz, el Ensamble Taumbú, de Estados Unidos, y la Gran Orquesta del Festival, dirigida por el compositor tlacotalpeño Memo Salamanca.

Mientras se llenaba el teatro, un grupo de danza africana del Ivec que, durante este festival recibió el taller de Sensibilización corporal, impartido por la bailarina colombiana Norma Ortiz, ejecutó una coreografía de danzas guineanas en las que el cuerpo responde al llamado de los tambores volviéndose médium de toda una necesidad expresiva y espiritual.

Le siguió otro grupo similar llamado Bakan, el cual recibió el taller ofrecido por el percusionista guineano M'Bemba Bangoura, denominado Danzas del este africano. Este ensamble, como el anterior, y como otros que se han podido apreciar durante este festival, dejaron constancia del gran interés que existe en muchos jóvenes veracruzanos por rescatar nuestra africanidad.

Cuando los tambores habían animado el ambiente, apareció un grupo de jazz latino estadunidense, dirigido por un percusionista denominado Taumbú. Este músico, descendiente de esclavos africanos, realiza una fusión de jazz con ritmos afrocaribeños y world music. Se presentó acompañado de siete músicos de gran calidad y cinco vocalistas menos calificadas, por lo que el resultado desorientó su valoración, pues generó diversos y encontrados comentarios.

El siguiente artista en presentarse fue Memo Salamanca, que dirigió la Gran Orquesta del Festival con la subdirección del pianista Luisito Martínez. Su aparición despertó gran entusiasmo entre los espectadores, ya que este compositor es sumamente querido y admirado por los veracruzanos. Sus mambos, con más de medio siglo de historia, son parte de la cotidianidad musical jarocha que, con el pasar de los años, ganan frescura y vigencia. Dirigió varios de sus mambos, otros de El Rey Dámaso Pérez Prado, así como temas que grabara con Celia Cruz. Lo acompañaron los cantantes Patricio Ruiz y Aminta Ruiz, logrando poner a todo el público de pie.

Retraso por tormentas

La actuación de Salamanca se alargó más de lo normal hasta que, finalmente, se explicó que debido a las fuertes tormentas el avión procedente de Los Cabos en el que viajaba Albita acababa de llegar al puerto de Veracruz, tras varias horas de retraso. Superada la espera, la cubana salió enérgica al escenario con cuatro músicos. Ofreció un repertorio muy cubano el cual comenzó con El manicero, incluyó Chan chan, en memoria de Compay Segundo, y acabó con un homenaje a Celia Cruz con clásicos como El yerberito, El Carnaval o La negra tiene tumbao.

Esta cantante, que cuenta con ocho álbumes en su trayectoria, demostró poseer una voz intensa y carismática capaz de interpretar con sobrado talento trova, canción latinoamericana o tropical. Y confesó, en las palabras que dirigió a la prensa después de su actuación, sentir una especial debilidad por la fusión: "Me gusta la fusión, porque de la mezcla de blanco y negro siempre salen cosas buenas".

A la cantante, que radica desde hace unos años en Estados Unidos, se le preguntó si el que recordara en su espectáculo más a Celia Cruz que a Compay Segundo tenía relación con el hecho de que eran cantantes representantes de Cubas diferentes, a lo que respondió: "No creo que sean personajes que pertenezcan a Cubas distintas, ambos pertenecen al mismo país; la diferencia es que en Cuba la gente no puede pensar distinto. Eso es lamentable porque, si viviéramos en un país normal, tendríamos a Compay y a Celia juntos en Cuba. Creo que ahora la labor de los artistas es mantener viva la obra de los dos".

Este festival, tal como empezó, acabó: con un sentimiento de tristeza por la pérdida de estas dos grandes figuras de la música cubana, con la sensación de haber aprendido más acerca de la cultura afrocaribeña y estar ante uno de los festivales más importantes del país. El festival brilló por su infraestructura y organización, aunque le faltó mantener mayor equilibrio entre el eufórico principio y el apagado final, apocado por las lluvias y por una menguante calidad musical. El programa fue diverso, abarcó varias ciudades y colonias veracruzanas, acercando la expresión afrocaribeña a un público amplio, el cual demostró gran interés por estas actividades. Tal vez faltó un espacio para las propuestas más vanguardistas del Caribe, que las debe de haber, porque, salvo las presentaciones de El Cigala, los percusionistas Pantempers Steel Pan de Belice y la poesía teatral de Julia Marichal, se apreciaron espectáculos de importante calidad, pero poco transgresores de los convencionalismos artísticos; hizo falta mayor atrevimiento creativo.

El próximo festival, que coincidirá con los 200 años de la abolición de la esclavitud, festejará la libertad y, desde ahora, lanza su invitación con el deseo de que asista aún más gente, porque con el apoyo al encuentro se impulsa y fortalece esa parte tan importante de nuestra cultura: la africana.