México D.F. Martes 29 de julio de 2003
Llega a 50 la cifra de bajas estadunidenses desde que acabó la guerra en el país árabe
Sometida a ataques, la cruzada de Bush en Irak se desmorona
Washington no identifica al enemigo; falsa, su idea de que son "remanentes" de Hussein
ROBERT FISK THE INDEPENDENT
Bagdad, 28 de julio. La noche de este lunes las bajas estadunidenses en Irak alcanzaron la cifra crítica de 50 desde que el presidente Bush declaró terminada su guerra. Cincuenta jóvenes vidas estadunidenses han sido así sacrificadas desde el 1Ɔ de mayo en un creciente movimiento guerrillero que Washington y Londres aún no reconocen. En el último incidente, un soldado estadunidense fue muerto en un ataque en pleno centro de Bagdad por una granada lanzada hacia su convoy desde un puente.
Sometida a ataques cada vez más intensos por cientos de guerrilleros iraquíes, la cruzada militar estadunidense en Medio Oriente -eliminar inexistentes armas de destrucción masiva y "liberar" a Irak- se está desmoronando, y pese a ello Washington no logra identificar a sus verdaderos atacantes. Sus peligrosos enemigos militares no son los llamados "remanentes" y "desesperados" del régimen de Saddam Hussein, como Washington y sus fuerzas de ocupación parecen creer, sino una serie en rápido crecimiento de grupos islamistas musulmanes sunitas que no sienten ningun aprecio por Saddam Hussein pero tienen un fiero deseo de librar a su país de la ocupación extranjera.
Vestigios baazistas, sin la menor influencia
El crítico error estadunidense ha conducido a despachar miles de soldados en operaciones militares contra vestigios del régimen baazista que ejercen poca o ninguna influencia sobre los sucesos actuales. La cacería perpetua de Saddam no tendrá el menor efecto en las organizaciones salafistas, cuyo número en ocasiones no rebasa los 10 o 15 miembros, que por estos días tienden emboscadas a las tropas de ocupación por la mitad del país.
Una de ellas hizo aparición en una cinta difundida hoy por el canal de televisión al-Arabiya. El grupo Jihad Salafista, sin conexión conocida con el régimen de Hussein, lanzó una advertencia a los estadunidenses de que "sacudirá el suelo bajo sus pies" y traerá la venganza de Dios sobre el ejército de ocupación. Revestida del usual lenguaje pueril de tales amenazas -con todo y referencia a la Casa Negra de Washington-, fue de todas formas un genuino reflejo de los ingenuos pero cada vez más despiadados grupos islamistas, encabezados por emires, que están floreciendo.
Los que en un principio se presentaban como una no violenta campaña de la fe, ya en tiempos de Saddam, ahora operan con eficiencia cada vez mayor como un ejército guerrillero en embrión. También los musulmanes chiítas exigen que sus líderes convoquen a la guerra santa contra los estadunidenses.
Por ahora, sin embargo, son los grupos sunitas -sin ningún vínculo con Osama Bin Laden, pero tan devotos como él de una ortodoxia que considera la ausencia de ocupantes extranjeros como el primer paso hacia la pureza- los que llevan a cabo las operaciones. Tienen raíces en la vieja Ikhwan Muslimeen -la hermandad musulmana-, que fue perseguida y con el tiempo liquidada por Saddam, en cuyo régimen sólo se toleraba el islamismo más manso.
En un intento por alejar a los jóvenes iraquíes de las versiones más extremas del Islam, Saddam creó una organización de activistas islámicos no políticos, a quienes se permitía promover un interés ritual por la religón musulmana, pero sin contenido político.
Son éstos los grupos que ahora causan tal alarma en Washington y temor entre los soldados estadunidenses en Irak y sus parientes allá en Estados Unidos. Crecen en número conforme las represalias estadunidenses se intensifican, y hay muchos otros grupos sunitas, a los que Saddam llamaba wahabitas en alusión a sus contrapartes puritanas de Arabia Saudita.
Por todo el país, los convoyes estadunidenses viajan con cada soldado apuntando su arma por la ventana del camión o el Humvee, con el dedo literalmente en el gatillo. Muchos de sus oponentes pasaron años huyendo de los torturadores y asesinos de Saddam y, si es que aún no se organizan, es probable que la ocupación los impulse a unirse. Lo que significa, para desgracia de los estadunidenses y sus aliados británicos, que la insurrección está en marcha. © The Independent Traducción: Jorge Anaya
|