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México D.F. Martes 29 de julio de 2003
Emir Sader*
Crecer, sólo hacia adentro
Para quienes gustan de interpretar y obedecer al "mercado", y para todos en general, el mensaje es claro: la economía internacional está en recesión profunda y prolongada. No sirve hacerle caricias, porque no devuelve nada que se parezca a inversiones, préstamos o incentivos a la reactivación económica. Al contrario. Si quieren volver a crecer, los países -especialmente los de la periferia capitalista, como Brasil- tienen que apoyarse en la expansión del mercado interno.
El análisis del economista conservador Martin Wolf, publicado recientemente en el Financial Times, es franco: todas las medidas monetarias de los bancos centrales de los países centrales del capitalismo, comenzando por las de la Reserva Federal de Estados Unidos, se han mostrado ineficientes para reactivar la economía de sus respectivos países. Como dice el informe anual del Banco de Compensaciones Internacionales (BIS): "El último año estuvo marcado por decepciones económicas. Esto sorprendió a muchos, dado el alto grado de estímulo monetario aplicado en gran parte del mundo. En verdad, esa pauta de expectativas irrealizadas viene siendo la norma desde hace al menos dos años".
Pueden invocarse como causas desde los escándalos de las grandes empresas a los atentados de 2001, desde la crisis argentina hasta la guerra en Irak, de la neumonía atípica a cualquier otro nuevo escándalo, reclamos que Wolf considera "tonadillas desesperadas" frente al fenómeno central: la economía de Estados Unidos, que por sí sola había sido la locomotora del capitalismo mundial en la década pasada, agotó su combustible, sin que ninguna otra economía ocupe su lugar. Se dio lo que el economista marxista belga Ernest Mandel preveía hace tiempo: la simultaneidad de la crisis en los tres principales ejes del sistema capitalista mundial: Estados Unidos, Europa occidental y Japón.
Cualquier análisis que se haga de la economía estadunidense concluye que la recesión llegó para quedarse y se instaló de manera profunda, con todas las consecuencias internacionales que tiene el peso de esa economía dada la importancia que asumió. La posibilidad de retomar el crecimiento en otros países es "generar un crecimiento de la demanda por encima de su potencial". Sin embargo, el propio Wolf constata: "Pero ese cambio viene siendo reprimido, porque los gobiernos impiden un movimiento necesario en las tasas de cambio y porque las autoridades no están promoviendo la demanda doméstica". Y concluye: "Si ese cuadro no cambia, unos cuantos años decepcionantes pueden fácilmente transformarse en una década desastrosa".
La contribución brasileña para esta década desastrosa tiene que ver directamente con la tasa estratosférica de intereses que sigue en pie. El mensaje es claro para quien no es sordo a los mensajes de la realidad: si queremos crecer, sólo será en dirección al mercado interno, elevando el poder de compra de la masa de la población, redistribuyendo el ingreso, haciendo una reforma tributaria redistribuida, extendiendo y no restringiendo los derechos sociales. Está en manos del gobierno, mientras sea tiempo. Si no, intente seguir durmiendo con estas tasas de interés. *Sociólogo y doctor en ciencias políticas, profesor en las universidades de Sao Paulo y de Río de Janeiro. Es uno de los organizadores del Foro Social Mundial de Porto Alegre Traducción: Alejandra Dupuy
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