ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Adiós a las novilladas

COMO TODA HABILIDAD sin responsabilidad fácilmente se vuelve abuso, los partidarios de la autorregulación taurina en el Distrito Federal -empresario de la Plaza México, matadores, subalternos y chicos de la prensa que los secundan- decidieron formar un frente común, tan frágil como impertinente, contra el inobservado Reglamento Taurino.

PARA ELLO, CON la imaginación que los ha caracterizado en las últimas décadas, el Bush de la colonia Nochebuena y sus marines vestidos de torero, en vez de procurar cumplir si no al pie de la letra siquiera razonablemente la bienintencionada normativa, expedida en mayo de 97 durante los alegres tiempos de mister Zedillo y del jefe Espinosa, decidieron declararle la guerra al reglamento, ignorándolo pero a la vez magnificándolo.

TRANSCURRIDOS SEIS AÑOS -los taurinos mexicanos nunca han percibido la grave crisis de tiempo, más que de figuras, que aqueja al espectáculo-, el 17 de junio pasado tan selecta tríada -empresario, matadores y subalternos- entregó a Alejandro Encinas, secretario de Gobierno del DF, su propuesta para modificar el satanizado reglamento taurino.

A SU PROPUESTA de desbocada autorregulación -que desaparezcan de la normativa las autoridades- estos irresponsables taurinos secundaban la advertencia del voluntarioso promotor: mantener la Plaza México cerrada mientras la delegación Benito Juárez no le retire a la empresa una multa de 100 mil pesillos y levante la suspensión por un año al torero español Enrique Ponce, "nada más" porque a ambos personajes -Herrerías y Ponce- se les antojó cambiar un toro previamente autorizado por el juez por un novillo que se sacaron de la manga, como deplorables magos de la tauromaquia que son.

EN MEDIO DE tanta inmadurez taurina, soliviantada por una tardía y tímida aplicación de la ley, una vez más se suspende la temporada de novilladas o temporada chica, que si bien en años anteriores no significó ningún éxito empresarial, económico o artístico, constituye el último reducto de un eventual relevo generacional de toreros.

AHORA, COMO ESTOS -matadores, novilleros, picadores, banderilleros y rejoneadores- a través de sus respectivas agrupaciones apostaron por apoyar incondicionalmente al Bush de la Nochebuena, en vez de exigir la apertura de la desprestigiada plazota como importante fuente de trabajo para ellos, las novilladas han sido suspendidas una vez más -la primera en 1998 por motivos similares-, con el incalculable perjuicio para el fogueo profesional de valores en ciernes.

EL HECHO DE que la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia haya decidido no sumarse a la vitriólica propuesta de modificación del reglamento hecha por los toreros y su patrón revela por lo menos una clara intención de poner prudente distancia entre su gremio y las mangoneadoras intenciones de quien, por lo pronto, está acusado de fraude y falsificación de documentos. Seguramente los ganaderos saben que de decir adiós a las novilladas a decir adiós a las corridas de toros sólo hay un paso.