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México D.F. Viernes 25 de julio de 2003
Luis Javier Garrido
El derrumbe
ƑEs imprescindible, como suponen algunos, esperar a 2006 para impedir que el gobierno foxista siga llevando el país al desastre?
1. El verano de 2003 ha sido un desastre personal y político para Vicente Fox, cuyo gobierno se hunde en el descrédito: los recientes acontecimientos ya desenmascararon, como era evidente desde el inicio, que es de continuidad y componendas con la tecnocracia priísta a espaldas de los mexicanos.
2. Los escandalosos acontecimientos no dejan lugar a dudas sobre la naturaleza del régimen actual y la inexistencia de una transición "democrática". Días después de que Fox diera en Radio Red con dos años de antelación el banderazo de la sucesión presidencial, evidenciando, a juicio de la prensa, su hartazgo por desempeñar el cargo, sucedieron hechos que confirman el grado de descomposición del poder político: la designación de la foxista-salinista Elba Esther Gordillo como "pastora" de los diputados priístas en la 59 Legislatura, la enésima reaparición en plena impunidad de Carlos Salinas de Gortari, quien subrayó a The New York Times su buena relación con Fox, la exoneración de la PGR a los implicados en el Pemexgate y el señalamiento de que no se procederá contra Fox ni se encausará penalmente a sus Amigos ni mucho menos se cancelará el registro del PAN por los múltiples delitos electorales que cometieron todos en la campaña de 2000.
3. El proceso de desaliento personal de Fox para seguir en el cargo fue muy obvio y pasó por las recriminaciones de los empresarios que se sumaron al descontento social, los desacuerdos con la administración Bush durante la invasión de Irak, las repercusiones síquicas de su fallida intervención quirúrgica, la crítica de la prensa estadunidense sobre su incompetencia, las acusaciones por el cogobierno ejercido con su esposa, el repudio popular en las elecciones de julio y las luchas internas en su gabinete y en el PAN: la evidencia, en suma, del fracaso de sus políticas. El proceso de descomposición del Estado en este sexenio no ha sido observado, sin embargo, con la misma atención: el abandono del gobierno de sus responsabilidades sociales sustituidas por programas asistenciales, la entrega de proyectos de desarrollo a intereses privados, el agravamiento de la corrupción institucional, el uso de recursos públicos para beneficio de unos cuantos, el desmantelamiento de la nación, la ciega subordinación a Washington, la inexistencia de cambio democrático.
4. El arreglo entre Fox (jefe real del PAN) y Salinas (jefe real del PRI) para darle "carpetazo" al Pemexgate y a los Amigos de Fox, que es un acuerdo PRI-PAN, se justifica en nombre de lo que la "clase política" llama "la gobernabilidad" para que no haya conflictos mayores en el futuro inmediato, como han demandado muchos empresarios, y que Fox satisfaga las exigencias de Washington en materia energética y laboral, y salvar su imagen ante el gran capital trasnacional. Nada hay, sin embargo, que les garantice a Fox y a Martita que así vaya a ser, pues esos arreglos se hicieron a espaldas del pueblo y de sus propias huestes, y no es posible suponer que éstas vayan a obedecer disciplinadamente en las cámaras.
5. El aspecto más relevante no es que Salinas haya regresado a la vida pública, presentándose como el hombre que tiene la clave para allanar el camino a Fox ante su incompetencia política y administrativa, sino que existe absoluta impunidad de todos los que gobiernan, priístas y panistas, lo que ahonda la crisis moral del país. Salinas, es cierto, tiene un poder creciente, que él se encarga de hacer creer que es mayor, y se debe a las componendas de Fox con él (como las hizo también con Zedillo) para llegar a Los Pinos, y a los apoyos que después le ha demandado. López Obrador se equivoca cuando dice que Salinas tendrá dos coordinadores en San Lázaro: Elba Esther (PRI) y aludiendo a Barrio (PAN), pues Ƒdónde quedarían los líderes parlamentarios del PVEM, del PT y de Convergencia? La impunidad de la "clase política" para seguir pasando por encima del orden constitucional, que caracterizó al "antiguo régimen" y es rasgo central de éste (que no es sino su prolongación), se debe a que, al igual que en los dos gobiernos anteriores, sigue gobernando una coalición de la tecnocracia priísta con el PAN, aunque algunos de los empresarios beneficiarios directos del poder hayan cambiado.
6. La pregunta de quién gobierna a México, la forma en que crecen los graves problemas nacionales y la indolencia e ineptitud de Fox, y sobre todo su obcecación en no tener más respuesta que insistir en derrochar los recursos nacionales en autopropaganda y autoelogio para hacer creer a los mexicanos que el suyo es un gobierno de "cambio" y que lo está haciendo muy bien, evidencia el malestar de todos los sectores del país.
7. La reacción de Fox ante el creciente descontento es preocupante, pues lejos de cambiar de políticas y de gabinete o de plantearse con serenidad la posibilidad de renunciar a un cargo para el que no está capacitado, decidió con sus estrategas de cabecera, Carlos Rojas Magnon y Francisco Ortiz, seguir recurriendo a la propaganda, y con su mentalidad de vendedor de Coca-Cola hace de todos los eventos oficiales actos publicitarios y de autoelogio, adornados con carteles y dilapidando recursos públicos en su beneficio como no hizo ningún Ejecutivo priísta.
8. El problema central no es el de las componendas de los partidos políticos, aunque busquen hacer más viable la expoliación de la nación y la aplicación de las políticas neoliberales, y ni siquiera la incapacidad de los dirigentes políticos que se asumen como "de oposición", pero que están resultando funcionales al "nuevo régimen", como muchos dirigentes del PRD que insisten en que vamos en el camino de "una transición democrática" y que su tarea en las cámaras es profundizarla.
9. El problema central es la grave crisis social producto de las políticas neoliberales y definir nuevas estrategias de resistencia, como señala el comunicado del EZLN del 19 de julio (La Jornada, 22/7/03) en el que los zapatistas reiteran su condición de rebeldes y anuncian que en sus territorios aplicarán los acuerdos de San Andrés en derechos y cultura indígenas.
10. El pueblo mexicano no tiene por qué estar sentenciado a la fatalidad de los sexenios presidenciales, y si amplios sectores dieron evidencias el 6 de julio de su rechazo a la clase gobernante, muchos otros muestran desde ahora que, más allá de los esquemas caducos del poder institucional, son capaces de asumir la responsabilidad de su propia realidad y pasar a nuevas formas de organización y de participación política y social.
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