México D.F. Viernes 25 de julio de 2003
Miguel Marín Bosch*
Carta de Halifax
He pasado esta última semana en Halifax, sede de la quincuagésima tercera conferencia anual del movimiento Pugwash. ƑPugwash? Se trata de un pequeño pueblo de la provincia de Nueva Escocia, Canadá, que dio su nombre a un esfuerzo de científicos encaminado a poner fin a la competencia nuclear entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética. Hablamos de hace medio siglo, cuando se había pasado de las bombas atómicas a las nucleares y, luego, a las termonucleares. El poder destructor de estas últimas puso en peligro la supervivencia de nuestro planeta y ese peligro empezó a preocupar a muchos científicos, preocupación que sigue presente hoy.
El movimiento Pugwash nació al amparo del manifiesto de Bertrand Russell que fue endosado en 1955 por Albert Einstein poco antes de su muerte y luego firmado por otros nueve distinguidos científicos de cinco países. En él se señalaba que era menester encontrar la manera de poner fin a las armas nucleares y se convocaba a una reunión de científicos con ese fin.
Fue una acción valiente. En plena guerra fría el manifiesto Russell-Einstein apareció como una muestra de cordura de un grupo de científicos. Pero la sombra del senador estadunidense Joe McCarthy hizo que muchos lo tildaran de un empeño en contra de Estados Unidos. Eran tiempos difíciles y pocos se atrevían a desafiar a la superpotencia. La anunciada conferencia tardó dos años en verificarse. Nadie quería sufragar los gastos y parecía que la iniciativa sería derrotada. Entonces apareció el empresario Cyrus Eaton.
Eaton había nacido en 1883 en Pugwash. De joven se marchó a Estados Unidos y antes de cumplir 30 años ya era millonario. Luego habría de perder su fortuna, pero muy pronto volvió a acumular otros muchos millones en una variedad de actividades netamente capitalistas. Pero tenía conciencia social e inclinaciones pacifistas. Fue una combinación curiosa que habría de resultar en un hecho insólito: el mismo año que fue proclamado empresario del año en Estados Unidos, la Unión Soviética le otorgaba el premio Lenin.
Eaton se hizo ciudadano de Estados Unidos, pero siempre mantuvo vínculos con su pueblo natal. En la década de los 50 solía reunir a educadores y científicos en su pequeña casa de campo en Pugwash, casa conocida como el Hostal del Pensador. Por tanto, no tuvo nada de extraño que ofreciera esa casa a los científicos vinculados al manifiesto Russell-Einstein. Y así fue que en julio de 1957 se llevó a cabo la primera conferencia Pugwash con la participación de 22 hombres de ciencia (no hubo una sola mujer) de 10 países (Australia, Austria, Canadá, China, Estados Unidos, Francia, Japón, Polonia, Reino Unido y Unión Soviética).
Las conferencias Pugwash se han seguido realizando cada año en distintos países. En México hemos tenido dos. El movimiento ha ido cambiando y hoy abarca muchos otros temas, además de las armas nucleares. En todo el mundo habrá arriba de 3 mil personas que en algún momento u otro han estado vinculadas a Pugwash. El motor del movimiento es su consejo ejecutivo, integrado por una treintena de miembros (del que ahora formo parte). Alrededor de 200 hombres y mujeres asistieron a la conferencia anual en Halifax. Representan distintos campos de la ciencia y las ciencias sociales. Hubo también otras 40 personas del llamado grupo de los jóvenes de Pugwash.
Con una excepción, todos los científicos que asistieron a la primera conferencia ya han desaparecido. La excepción es Joseph Rotblat. En 1939 se fue de Polonia a Londres para seguir sus estudios de física nuclear. Ahí lo pescó la Segunda Guerra Mundial y muy pronto se encontró dentro del grupo británico encargado de fabricar una bomba atómica. Se sabía que los nazis habían iniciado un programa parecido y así se desató la primera carrera armamentista nu-clear. Con la intensificación de los bombardeos a Londres, los científicos británicos se fueron a Estados Unidos y se incorporaron al grupo de científicos reunido en Los Alamos, Nuevo México, en lo que se conoció como el Proyecto Manhattan.
Cuando se supo que los alemanes habían abandonado su proyecto, Rotblat insistió en que debería abandonarse también el de Los Alamos. Pero no fue así, y antes de que se lanzaran las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, Rotblat renunció al Proyecto Manhattan y así surgió el primer acto de protesta en contra de las armas atómicas, que culminó en las conferencias del movimiento Pugwash.
En 1995 Rotblat compartió con el movimiento Pugwash el Premio Nobel de la Paz. El gobierno británico, que hasta entonces lo había tratado mal por su actitud antinuclear, se apresuró a otorgarle el modesto título de caballero. Casi centenario, sir Joseph Rotblat sigue muy activo y en la reciente conferencia en Halifax hizo un vigoroso llamado para que Pugwash se concentre más en los temas de sus orígenes: el desarme nuclear y la eliminación completa de las armas nucleares. Durante la conferencia se organizó una excursión al pueblo de Pugwash. Ahí, en el Hostal del Pensador, Rotblat sigue teniendo su propia habitación.
* Ex subsecretario de Relaciones Exteriores e investigador de la Universidad Iberoamericana
|