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México D.F. Miércoles 23 de julio de 2003

Néstor Bravo Pérez

Arte y política

En el arte siempre ha estado presente una visión nihilista del mundo, esta postura es una negación, un rechazo a lo que sucede, un reclamo que pretende demostrar que el mundo es nada.

De alguna manera se trata de un impulso destructor, en algunas ocasiones, inteligentemente destructor, a pesar o quizá gracias a su incapacidad de comprender la historia. En el siglo XX se han dado los suficientes elementos para que esta explosión del nihilismo se desarrolle con plenitud y virtuosismo. La revolución conservadora de la posguerra fría y el fracaso de sus políticas, económicas y culturales, alimentó la posibilidad de que se produjeran modelos artísticos alternativos cargados de incredulidad, pesimismo y desencanto.

En este momento se recupera la crítica a la cultura y las instituciones que trataban de regular sus procesos y gestación. Las líneas de producción de varios artistas estaban pobladas de estridentes quejas con respecto al mundo en que vivían. La política emergía en las propuestas artísticas con cierta fuerza. No era algo nuevo, ya en los años 60 se había promovido una actitud más participativa en lo que se refiere a la política, en donde el manejo de los hechos obedecía en gran medida a una actitud contestataria. En esta perspectiva se trataba de establecer principios que permitieran hacer una crítica, y establecer estrategias de solución a los conflictos sociales y a las carencias de las políticas culturales generadas por el Estado.

En ''el primer Congreso Internacional de Purificación Cultural", que se llevó a cabo dentro del contexto del Festival Internacional de Performance de este año, se propone un espacio de discusión en el que se aborden las posibles vías de ''... análisis, debate, y la eventual transformación del ambiente cultural del Distrito Federal". La preocupación fundamental de este congreso parece tener un carácter político y aparentemente de carácter activista. La idea de poder transformar, eventualmente, si se quiere, el ambiente cultural de la ciudad de México, es a todas luces relevante.

En el congreso para la purificación de la cultura se discutió alrededor de tres temas: Políticas culturales, Políticas de difusión y Cuatro propuestas para la mejora de la cultura urbana.

Sin embargo, una voz disidente no se escucha en ninguna de las mesas, parecería más bien que la convocatoria tenía un carácter tendiente a polemizar. Personajes representantes de la administración pública tratando de establecer, con más o menos claridad, lo que para ellos es la actitud desidiosa y desinteresada de los artistas, compartiendo la mesa con tímidas evaluaciones sobre la situación actual del arte en México. Si existía una postura política parecía la gubernamental, la voz del Estado. La disertación, que pretendía analizar, desde una visión histórica, las responsabilidades de los diferentes actores involucrados en la producción de cultura del DF, no existió o fue acallada por la visión ''purificadora" que da título a ese congreso.

Resulta interesante la capacidad de convocatoria de la asociación civil, abogada de la purificación cultural, que es capaz de atraer a personajes involucrados con la extrema derecha, o por lo menos con un discurso cercano a las propuestas de cero tolerancia.

No existió, en este congreso, nada que estuviera fundamentando una postura crítica a la magra plataforma política interesada por la cultura que caracteriza a nuestro país.

Me parece que existe la necesidad de establecer con claridad los parámetros que deben conformar una convocatoria de este tipo, creo que este congreso se mantuvo alejado de una perspectiva que le sería de gran utilidad a los políticos, me refiero a una postura estética. Insisto que si se pretendía generar un espacio de reflexión y de crítica sobre las políticas culturales generadas por el Estado, no se cumplieron los objetivos en este congreso. Cierto que se denunciaron carencias, que se hicieron propuestas, pero estaban planteadas apenas, eran reflexiones que flotaban en la superficie.

El congreso llegó a tener tintes cómicos, casi tragicómicos, como si se tratara de una puesta en escena; algunos ponentes mostraron un gran nivel de desinformación sobre los temas que trataban y en otros casos no existía la capacidad para discernir, fue el caso de un ''posgraduado" de la Sorbona, entre dos corrientes del pensamiento antropológico.

La relación entre arte y política, entre política y cultura, puede ser observada de diferentes maneras; una importante es la que nos permitiría acercarnos a conocer las políticas de Estado. Qué es lo que está planteando el gobierno en ese sentido, qué estrategias está poniendo en práctica para la promoción de la cultura, Ƒexiste disposición de parte del gobierno del DF para promover y auspiciar la cultura en la ciudad de México?

Estos temas nos llevan a tomar postura, a proponer formas y estrategias de análisis y vías de resolución; me pregunto si será viable atacar el problema de la realidad cultural de nuestra ciudad desde la perspectiva que propone el Congreso para la Purificación de la Cultura. Creo que no es suficiente con provocar al público escandalizándolo y establecer un principio de relación estridentista o punk con los problemas sociales y culturales de la urbe. Es cierto que la época está como para anclarnos en el nihilismo, sin embargo, creo que debemos ser capaces de construir otras opciones.

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