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México D.F. Martes 22 de julio de 2003
SIGNOS DE INJERENCIA ESPAÑOLA
La
Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada (UEDO) de la Procuraduría
General de la República y la embajada de España no se ponen
de acuerdo. La primera, por boca de su titular, José Luis Santiago
Vasconcelos, sostiene que dos agentes de la policía española
en territorio mexicano participaron en un "intercambio de información"
con la UEDO en el operativo que condujo a la captura de seis vascos
requeridos por la justicia de Madrid por su presunto involucramiento en
ETA.
El vocero de la sede diplomática, José Emilio
Cerro, asegura que "la única policía (española) que
se tiene (en México) es la que resguarda el edificio diplomático
(...) Ningún agente español actúa en territorio mexicano;
respetamos su soberanía".
Son pocas las explicaciones posibles para esas divergencias
declarativas. Si se diera crédito al diplomático peninsular,
habría que concluir que dos individuos no identificados, que se
hacen pasar por agentes policiales españoles, han colaborado por
razones desconocidas e incomprensibles con la UEDO y señalado a
los vascos residentes en México que el gobierno español desea
encarcelar y someter a juicio. Si, por el contrario, se toman por buenas
las palabras del funcionario mexicano, sólo quedan dos conclusiones
posibles: o bien la representación del Estado español en
México desconoce la presencia aquí de agentes de Madrid -quienes,
según esa lógica, estarían actuando en forma encubierta,
por lo menos ante su propia embajada- o bien el agregado de prensa de la
legación mintió con plena conciencia.
En tanto las partes no den a conocer nuevos datos, la
verdad parece estar más bien en las palabras del jefe de la UEDO.
No sólo por la cauda de elementos sospechosos que han estado presentes
en la persecución de los supuestos etarras en México desde
hace siete años, sino también por las actitudes abiertamente
injerencistas que ha adoptado el gobierno de José María Aznar
hacia México, que pasan por las exigencias impertinentes de que
nuestro país se sume a la fantasiosa "guerra contra el terrorismo"
que encabeza el guía ideológico, político y castrense
de Aznar, George W. Bush. Existe, asimismo, la evidencia de que la representación
diplomática peninsular mantiene seguimiento puntual e interesado
de los asuntos políticos internos de nuestro país, como dejó
en claro el reporte recientemente enviado a Madrid desde la embajada española
y que fue publicado el sábado pasado en estas páginas.
Sin prejuzgar sobre el alcance de las actividades de elementos
de la policía española en México, es claro que la
sola presencia de tales agentes constituye una violación inadmisible
de la soberanía nacional. La candidez de Santiago Vasconcelos -quien
admitió los "intercambios de información" con esos funcionarios
policiales de un país extranjero- no justifica ni legaliza tal presencia.
La embajada española, menos ingenua, sabe que no es correcto que
policías españoles en activo pululen en territorio mexicano
y niega, en un claro reflejo defensivo, la existencia de tales agentes.
Corresponde al gobierno federal ofrecer una explicación puntual
de esta anomalía y corregirla de inmediato.
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