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México D.F. Sábado 19 de julio de 2003
La canción Jeremy, la gran ausente
de la noche
El público, lo más destacado del primer
concierto de Pearl Jam
JORGE CABALLERO
Lo mejor del jueves por la noche no fue que Pearl Jam
tocó como pocas veces se ha escuchado en estas tierras de Dios,
tampoco lo extrañamente bien que se escuchen el Palacio de los Deportes,
ni el excelente juego de luces robóticas/estroboscópicas,
mucho menos la interpretación de uno de los himnos generacionales
noventeros con que cerraron la actuación: Yellow ledbetter,
ni el derroche de carisma y energía del vocalista de la banda con
los cuales deconstruyó el escenario. No, lo que realmente estuvo
de güevos, fue la descomunal muestra de amor que el público
le profesó, en tres horas, a la banda de Seattle, a Matt Cameron,
Jeff Ament, Mike McCready, Stone Gossar y Eddie Vedder: Pearl Jam.
A las 20 horas subió el power trío
femenino Sleater Kinney, la banda telonera para hacer los honores, pero
realmente se escucharon mal, únicamente una amalgama de instrumentos
encimados sin ningún orden, pero igual el público les festejó
en varias ocasiones; incluso Corin Tucker (vocalista/guitarrista), Carrie
Brownstein (guitarrista) y Lora MacFarlane (baterista) por un momento se
la llegaron a creer por las muestras de cariño del respetable. Interpretaron
unas siete rolas y se despidieron; la gran ovación, por supuesto,
llegó en ese momento.
Gracias por esperar: Vedder
Mientras
los minutos trascurrían pesados como plomo para los asistentes,
la cita de Pearl Jam con el público mexicano, postergada 13 años,
preludiaba una velada sin desperdicio. La primera muestra del frenético
amor que se le profesaría al grupo llegó cuando comenzaron
a tomar sus posiciones en sus instrumentos; la gritería fue ensordecedora
por varios minutos. Su recompensa fueron las canciones Go y Save
you, que en todo momento fueron coreadas, incluso detrás del
escenario donde se encontraba tocando la banda, porque para este concierto
y los dos restantes (ayer y hoy) también se vendieron esas localidades.
Pero la verdadera demencia le llegó a los asistentes
cuando Vedder les dio la bienvenida: "Gracias a todos los que están
aquí... Gracias por esperar", dijo el vocalista de la agrupación
con un español básico; algunos de las primeras filas se quitaron
la camisa para comenzar a agitarla y a otros más sensibles se les
escurrieron las lágrimas. En ese momento la banda soltó Courduroy,
seguida de I'm mine, temas que erizaron la epidermis.
Después alguien lanzó una bandera de México,
el vocalista cantaba Given to fly, se la colocó en uno de
sus bolsillos traseros y en Even flow la depositó en la base
del micrófono; con Love boat captain, Stone Gossard y Mike
Mc Cready deshicieron sus guitarras a una velocidad endiablada, como pocos;
la batería de Matt Cameron y el bajo de Jeff Ament no se quedaron
atrás y también galoparon a la par, como para que nadie se
fuera hablando de su calidad musical.
Llegaron también temas como Better man, Daugher
y Rearviewmirror con lo cual el nivel llegó a su punto máximo.
Bueno, hasta se vio por ahí a algunos bluff, de esos que
se afrentan de su gusto por Pearl Jam, deschongarse y pedir a gritos la
canción Jeremy, que por cierto fue la canción ausente
de la noche.
Llegó la primera despedida de Pearl Jam. Minutos
después, la banda salió para tocar tres temas: Do the
evolution, Glorified y Alive, para volver a despedirse. Pero
no fue suficiente, el público pidió más y salieron
por segunda vez. Vedder, con una botella de vino tinto en la mano, invitó
a sus teloneras, quienes sólo evidenciaron que no fue el sonido
lo que hizo que se escucharan mal, su ejecución fue la deficiente.
Se fueron y regresaron por tercera vez para cantar Ghost,
Black y despedirse por fin con el rolón Yellow ledbetter
y las palabras de Vedder impregnadas de vino tinto: "Nosotros también
disfrutamos del concierto".
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