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P O L I T I C A
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México D.F. Sábado 19 de julio de 2003

DESFILADERO

Jaime Avilés

Una pregunta a Julio Frenk

La Organización Panamericana de la Salud reprueba los manicomios de Guido Belsasso

Recomienda establecer una oficina de quejas para los enfermos psiquiátricos en los hospitales

PRIMICIA. De acuerdo con un reporte oficial de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) -obtenido en exclusiva por esta columna-, los hospitales psiquiátricos mexicanos que pertenecen a la esfera pública son, "con una sola excepción, muy decepcionantes". El documento de 23 páginas describe con un lenguaje benévolo y cargado de eufemismos los horrendos manicomios que administra Guido Belsasso, titular del Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic) desde la Secretaría de Salud (Ssa), pero exalta en términos elogiosos el Modelo Hidalgo concebido por Virginia González Torres y adoptado visionariamente por el gobernador de aquella entidad, Manuel Angel Núñez Soto.

"Consideración especial merece el llamado Modelo Hidalgo", afirma el texto en la página nueve. "Se visitó el campus Villa Ocaranza, creado para pacientes que previamente estaban en el hospital psiquiátrico adyacente, anteriormente una factoría de pulque, que cerró como hospital hace dos años. El campus es un magnífico escenario, agradable y espacioso, con varias villas próximas una a otra, cada una de las cuales lleva el nombre de una flor. Todas tienen el mismo diseño arquitectónico, con varias alcobas de tres o cuatro camas y baño propio. En el centro de cada villa hay cocina, comedor y sala de estar. Algunos pacientes ayudan a preparar la comida. Los residentes estaban visiblemente orgullosos de sus habitaciones y mostraron sus camas y vestuarios. (El sitio) expresa una excelente humanización...".

Redactado por los doctores Gastón Harnois, director del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Montreal, Canadá; Julian Leff, del Institute of Psychiatry de Londres, Inglaterra, y Francisco Torres González, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Granada, Centro Colaborador de la OMS en Andalucía, España, quienes de octubre de 2002 a mayo de 2003 inspeccionaron diversas "residencias" de enfermos mentales en México, el documento desliza empero algunas opiniones críticas sobre el Modelo Hidalgo:

"Aunque el estilo de las habitaciones era hogareño, no había ninguna imagen en torno a las camas, en las paredes de ladrillo desnudo. Se tuvo la impresión, no obstante, que muchos de estos usuarios podrían recibir en la comunidad los cuidados que precisan". Y agrega: "Si bien las condiciones de vida eran de un estándar mucho mayor que en los otros hospitales visitados, la lejanía del campus de toda zona residencial, la ausencia de transporte público y de oportunidades de trabajo remunerado, hacen que los residentes de Villa Ocaranza estén tan aislados de sus comunidades de origen como cuando vivían en el hospital psiquiátrico.

"También hay algunos aspectos que es necesario estudiar más: existe una alta proporción de pacientes claramente aquejada de dificultades de aprendizaje y con mayor o menor grado de retraso mental. Al igual que en otros centros hay una mezcla de personas con retraso mental, unos pocos con problemas orgánicos y algunos otros aparentemente con psicosis. Otro señalamiento es que (esa villa) se usará en el futuro como una unidad de ingreso en lugar de ubicar este servicio en el hospital general más cercano."

Lo más destacable de todo lo anterior es que el Modelo Hidalgo fue el único de todos los hospitales psiquiátricos del país que los expertos visitantes mencionaron por su nombre en el documento. Sobre la identidad y ubicación de los demás prefirieron guardar un piadoso silencio.

Prisiones del siglo XVIII


"Los hospitales psiquiátricos visitados fueron, con una sola excepción, muy decepcionantes. Las personas con trastornos esquizofrénicos y afines están mal atendidas por el sistema sanitario existente, dominado por la deficiente atención y custodia; algunos se encuentran en deplorables condiciones generales", afirman los especialistas, a guisa de introducción en la página seis de su informe, antes de arremeter contra el Plan Maestro en Salud Mental, valuado en mil 500 millones de pesos, que intenta imponer Belsasso para "extender" y "fortalecer" la red de manicomios tradicionales. Observe lo que piensan los sabios de la burocracia internacional acerca de esa propuesta:

"La solución no consiste en cambiar los psiquiátricos existentes por edificios nuevos de mejor diseño en los mismos terrenos, como está previsto en el Plan Maestro (sic), ya que perpetúa el aislamiento y la estigmatización de los servicios psiquiátricos. Como se enuncia en los principios básicos de la salud mental comunitaria, la hospitalización ha de ser el último recurso y se deberá promover que sea dentro de los hospitales generales. Si se crea un sistema integrado de establecimientos comunitarios, no será preciso hospitalizar a la gran mayoría de los pacientes."

A juicio de la fuente que solidariamente filtró desde Washington el informe de marras a esta columna, la idea de atender a los pacientes psiquiátricos en estado de crisis dentro de los hospitales generales durante pocos días, y no en los manicomios donde quedan encerrados para siempre, forma parte de la doctrina que Julio Frenk "definió" desde la Organización Mundial de la Salud cuando era funcionario de ese organismo en Ginebra, antes de incorporarse como secretario del ramo al gabinete de Vicente Fox.

Pero sigamos con la crónica de los especialistas de la OPS. Estos hallaron que en la mayoría de los manicomios que Belsasso desea perpetuar, "la entrada está cerrada con llave y el acceso es a través de una puerta controlada por personal de seguridad, lo que da escasa apariencia de apertura a la comunidad. También las distintas unidades interiores están cerradas con llave. Hay un diseño dudoso donde sistemáticamente la consideración de la seguridad pesa más que las necesidades clínicas...", y ojo, mucho ojo por favor:

"Hay insuficiente respeto a los derechos humanos; no se respeta su privacidad y se presta poca consideración a las necesidades personales de los pacientes. Algunas unidades (esto se refiere al manicomio de Tabasco. Nota de JA) son de diseño panóptico (como el del penal de Lecumberri. N. de JA), concebido en el siglo XVIII para los prisiones. Con 18 camas dispuestas en la parte exterior de un semicírculo, sin separación de ambientes entre ellas y con el control de enfermería en el centro. Si bien esto satisface la necesidad del personal de observar a los pacientes, les niega toda vida privada o sentimiento de su propio espacio personal..."

En esos lugares, añaden los relatores, "no se cuenta con datos específicos pero se puede pensar que es elevado el número de personas que reingresan a la institución (porque no son curadas). La condición jurídica de los pacientes no suele estar clara, pero la mayoría parecen estar internados compulsivamente" (o sea, contra su voluntad). Por tanto, recomiendan, "debe considerarse el establecimiento de un mecanismo de queja donde los pacientes que no estén satisfechos puedan efectuar un reclamo".

Y puntualizan: "Hay una mezcla sistemática de categorías diagnósticas (tipos de enfermedades), entre ellas un porcentaje alto de personas con retraso mental, otro con enfermedades orgánicas y uno más pequeño de pacientes con psicosis. No hay tratamientos o enfoques específicos para cada categoría. Se tuvo la impresión de que muchos pacientes podrían ser manejados en la comunidad, si hubiese un enfoque adecuado y se dispusiese de una red de apoyo".

Salud comunitaria 


Al llegar a este punto, los autores del documento elogian de nuevo al Modelo Hidalgo, que no se reduce a las villas construidas junto a las ruinas del manicomio Ocaranza, sino que tiene además dos "casas de medio camino" donde pasan a vivir la siguiente fase de su recuperación aquellos que son dados de alta después de permanecer hospitalizados.

"El éxito del hogar para estadías a medio plazo en Pachuca, Hidalgo, indica que los pacientes con dificultades moderadas de aprendizaje pueden vivir y trabajar con la comunidad". Esto contrasta, subrayan, con los manicomios obsoletos que defiende Belsasso (al que nunca llaman por su nombre, desde luego):

"Los programas de rehabilitación en general son inadecuados: todos los que fueron visitados recalcan las actividades tradicionales del pasatiempo y ninguno estaba orientado específicamente a la adquisición de aptitudes personales que permitan un mejor funcionamiento en el exterior (...), por lo que los programas de rehabilitación futura deberán desarrollarse en la comunidad y no dentro de un establecimiento psiquiátrico. La fabricación y venta de pan en un barrio de Pachuca (nueva alusión al Modelo Hidalgo) pueden ser un buen ejemplo de ello."

En alto contraste con su despiadada pero cuidadosa crítica de los manicomios tradicionales, los visitantes encomiaron los centros de salud mental que operan en distintas comunidades del país. Estos "ofrecen un servicio ambulatorio de buena calidad a pacientes de todas las edades, apoyan a los miembros de sus familias, enseñan atención de salud en las escuelas, toman medidas preventivas como dar asesoría en las relaciones materno-infantiles y entre padres e hijos".

Para rematar su descripción en esta materia, aseguraron que "este modelo de atención preventiva para el tratamiento de los trastornos psiquiátricos es admirable, sus programas parecen ser muy costosos y son bien apreciados por los usuarios y sus familias. Es recomendable difundir estas experiencias y en lo posible extenderlas a todo el país".

Hace cuatro semanas, en la entrega en la que se dio a conocer el proyecto de Belsasso que pretende llevar adelante un costosísimo programa para hacer exactamente lo contrario de lo que recomiendan la OPS y la OMS, esta página enfatizó que en el presupuesto calculado en mil 500 millones de pesos aparecía un redondo cero (es decir, ni un centavo) ante el rubro de la atención preventiva en el contexto de la salud mental de la comunidad. Esta es una pregunta para Julio Frenk: ¿Por qué?

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