Manejaron información de millones de ciudadanos

Ex represores traficaron durante el menemismo con papeles de identidad

STELLA CALLONI/II Y ULTIMA CORRESPONSAL

Buenos Aires, 17 de julio. La empresa Ciccone Calcográfica, en la que confluían ex represores que al igual que Ricardo Miguel Cavallo se habían convertido en empresarios, había sido autorizada en enero de 1995 a imprimir los nuevos pasaportes y cédulas de identidad de los argentinos, y en mayo de ese mismo año, a fabricar y distribuir a domicilio el Documento Nacional de Identidad (DNI), negocio que sin embargo poco después perderían.

Sobre esta curiosa empresa escribió el diario Clarín el 24 de septiembre de 1995, al señalar que había nacido "para imprimir las entradas del Mundial de Futbol 1978, y que fue vinculada por Domingo Cavallo (ex ministro de Economía) a Alfredo Yabrán", uno de los empresarios favoritos del menemismo. Vale recordar que durante aquel mundial, los crímenes de la dictadura estaban en su apogeo. Clarín sostuvo entonces que esta misma empresa estaba encargada de imprimir "desde cheques hasta permisos de portación de armas, billetes de lotería y los pesos convertibles de uso legal".

Por esa época, algunos dirigentes políticos y de derechos humanos advertían sobre el peligro de dejar en manos de estos oscuros grupos la confección de los documentos de los argentinos, y con ello todos los datos.

Actualmente Ciccone está aquí en concurso de acreedores, en tanto el gobierno de Néstor Kirchner intentará concentrar toda la información que tiene el Estado sobre los ciudadanos y renovar todos los documentos de identidad, que serían impresos por la Casa de la Moneda a partir de una nueva base de datos.

Esto volverá a colocar sobre el tapete la historia de aquellas licitaciones de la pasada década, donde hubo favoritismos, "irregularidades, cifras multimillonarias y empresarios de alto vuelo atravesando la historia de la privatización de la emisión de los DNI" según señalaba el diario Página 12 hace dos años.

El negocio de los documentos cocinado durante el menemismo fue originalmente diseñado por Yabrán -quien presuntamente se suicidó- junto con Ciccone Calcográfica, una firma del poderoso Grupo Macri y la firma israelí Malam Systems, entre otros. Cuando Yabrán salió del escenario, los grupos se enfrentaron en una larga guerra de intereses, ya que en juego estaba la estratégica información de padrones electorales y controles migratorios.

Sin embargo, finalmente este grupo de empresas no pudo hacerse de la confección de los DNI, que en 1998 quedó en manos de la alemana Siemmens.

Pero fuera de este escenario local y cuando el gobierno se prepararía para retomar el control en la confección de los documentos, la pregunta sigue siendo Ƒcómo se llegó a China y se convenció a su gobierno de las virtudes de empresas de oscuro pasado para que se encargaran de fabricar los documentos para millones de ciudadanos?

En esta historia son claves personajes como Alberto Kohan y su amigo Miguel Angel Egea, el socio de Ricardo Miguel Cavallo que, según la periodista Gabriela Cerrutti, fue cercano a Rodolfo Galimberti, el ya fallecido ex guerrillero montonero que terminó como hombre de la CIA.

Egea, otro de los emprendedores convertidos en empresarios, tiene un largo historial que lo liga desde la criminal Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) de los años previos al inicio de la pasada dictadura militar (1976-83), hasta los peores personajes de ese régimen.

En diversas investigaciones periodísticas es señalado como uno de los hombres clave en la venta de pertenencias de desaparecidos, como casas, fábricas, campos y otros valores. Cercano al contralmirante Emilio Massera, uno de los miembros de la primera junta militar de la dictadura, Egea convergió luego en los negocios con Cavallo.

Estos siniestros personajes han tenido en sus manos la mayor recopilación de datos de los ciudadanos argentinos al hacer los documentos de registros automotores en algunas provincias, por ejemplo, y luego extendieron sus actividades al exterior, como El Salvador y México.

No obstante, poco se habla del periplo asiático de esas empresas dirigidas por hombres que cargan no sólo con el pasado de represión, sino también con causas por estafas, aunque gracias a una justicia adepta al gobierno muchas veces pudieron evitar ser procesados.

Todos estos nuevos empresarios tuvieron el recurso de la impunidad que permitió a Cavallo llegar a tener en sus manos informaciones estratégicas de millones de mexicanos, como ahora el grupo Ciccone posee los documentos de millones de chinos, en una operación que dejaría ganancias extraordinarias. Asociada a Martiel, entre ellas la israelí Malam, tienen otros contratos en países asiáticos.

Cuando en 1997 saltó lo de la falsificación de documentos en la embajada argentina en Pekín, los enviados de la cancillería argentina que investigaron el asunto confirmaron que para confeccionar los documentos falsos de los cuales se valieron las mafias chinas, se contaba con alguien con "enorme experiencia en la imitación caligráfica, que podía copiar a la perfección la firma de funcionarios". El tema de los documentos, finalmente, está presente en todas estas operaciones empresariales dirigidas por emprendedores que comenzaron sus trabajos en los oscuros días de la dictadura, como por ejemplo Ricardo Miguel Cavallo, quien controlaba la confección de documentos que hacían los prisioneros del campo de detención clandestino de la marina.