México D.F. Miércoles 16 de julio de 2003
La velada en el Metropólitan incluyó temas de nuevo cd
Brillaron El pop oscuro y la estética andrógina de Placebo
ARTURO CRUZ BARCENAS
El grupo británico Placebo, integrado por Brian Molko, Stefan Olsdal y Steve Hewit, ofreció la noche del pasado lunes un concierto en el teatro Metropólitan, donde la estética predominante se cubrió de negro, con ojos y comisuras de labios marcados y el sonido pop pesado, con caricias estridentes, pleno de imaginación.
El foro de la calle Independencia estaba lleno hasta el tope. Hacia las siete y media de la noche los revendedores, ubicados desde avenida Juárez y Balderas, trataban de comprar para luego ofrecer. Los especuladores hicieron su agosto. Algunas personas no resistieron. Cedieron ante la tentación de 500 o 600 pesos o más el boleto, a veces el doble. Por culpa de los revendedores, muchas personas se perdieron de uno de los mejores conciertos de rock de los últimos años. Una a una, hasta completar 19 piezas, desde un reconocimiento a Van Halen hasta la emblemática Where's my mind?, en un supercover del clásico de Pixies.
Brillaron el pop oscuro y la estética andrógina. Nada de parafernalias. Cada quien agarró su guitarra. Y a darle. Es rock, simple y llanamente rock. No hizo falta calentar motores. Bullet proof, Allergic... Y a brincar, y a levantar la mano mostrando la señal internacional del rock.
Los del balcón comenzaron a vengarse de los de abajo. Arrojaban vasos, escupitajos y cuanto objeto les estorbara. La delgada Rocío no se quedó con las ganas de venganza y con su coraje. Subió y enfrentó a los que le aventaron un líquido espeso que cayó en su cola de caballo. Es de agallas. "Por poco me madrean esos güeyes", dijo casi bufando.
Otros de los de abajo sólo levantaban la vista y seguían comprando sus cervezas de 20 pesos. Unos periodistas que no alcanzaron boleto de prensa estuvieron de pie todo el concierto. "Es mejor así, para bailar", comentó uno. Los lobos, personal de seguridad, barrieron antes del concierto, sacando a todo aquel que no estuviera sentado y que careciera de boleto. Los comunicadores fueron avisados y se sentaron donde pudieron, mientras pasaba el peligro.
Special needs y English summer rain inundaron el Metro con su ritmo aparentemente repetitivo, alimentado desde la conformación del grupo en 1994, cuando el cantante y guitarrista Brian Molko se rencontró con su antiguo compañero de escuela, el bajista Stefan Olsdal.
Ambos habían estudiado en la misma escuela, sólo que el destino los volvía a juntar con el interés por la música, desarrollado y enraizado en sus almas. Originalmente llamado Ashtray Heart, el grupo cambió su nombre a Placebo y grabó en 1996 un disco homónimo, primero en su cosecha, con Robert Schultzberg en la batería. Ese primer trabajo fue editado bajo el sello Caroline Records. El éxito fue tan inmediato como sorpresivo; súbitamente la banda fue requerida como abridora de los Sex Pistols, U2 y Weezer.
Al poco tiempo cambiaron de baterista; se quedó bajo la tutela de Steve Hewitt. Con esta nueva alineación, en 1997 Placebo fue invitado a la fiesta de 50 años de David Bowie, uno de sus grandes fans, en el Madison Square Garden de Nueva York. Un año más tarde y bajo el auspicio de Virgin Records, Placebo concretó su segunda placa discográfica de nombre Without you I'm nothing. Ya para entonces su nombre sonaba fuerte en el subterráneo estadunidense, aunque la temática oscura de sus letras chocaba de frente con la vacuidad del pop de aquellos lares.
Siguió Black market music, su tercer disco, síntesis de la creatividad, del alma confundida y apasionada de Brian Molko. Ya para entonces Placebo era en México sinónimo de buen pop, con riffs de guitarra y una imagen extrema. Se presentaron el 17 de mayo de 2001, también en el Metropólitan. Un día después actuaron en el Pabellón Este del Palacio de los Deportes.
De entonces a la fecha data la relación personal de Placebo con el público mexicano, que fue el pasado lunes a escuchar en vivo los temas de su nuevo y cuarto disco, Sleeping with ghosts, que da título a su gira mundial.
La locura colectiva en el Metro fue cuando tocaron Special K. Brilló, durante más de dos horas, el pop oscuro, el rock, simplemente buen rock, de Placebo. Lo más extravagante que hizo Molko fue subirse a una bocina y alzar las manos agradeciendo la respuesta del público.
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