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México D.F. Miércoles 16 de julio de 2003
Vilma Fuentes
Un gol de Emilio Maillé
Un match de futbol, visto en la televisión, no parece dejar en la memoria una huella imborrable. El día del encuentro, el espectador, si se trata de un aficionado, conserva la mirada fija en la pantalla, listo para saltar de su sillón ante cualquier tentativa de gol, a gritar contra el árbitro, a chiflar o aplaudir, a pelearse con vecinos o amigos, en fin, a conducirse con toda la pasión y la mala fe del aficionado.
Pero, cuando el match termina, la pasión decae y el olvido lleva a cabo su obra. Sobre todo 20 años después. ƑQuién podría apasionarse por un juego que no provoca sorpresa puesto que el resultado se conoce? Da lo mismo leer una novela policiaca con el nombre del criminal revelado en el primer párrafo. ƑQué queda del ''suspenso'', fuente principal del placer?
Frente a esta dificultad debió verse el cineasta mexicano Emilio Maillé cuando realizó una película consagrada al match entre Francia y Alemania, en la semifinal del campeonato mundial de futbol, de 1982, en Sevilla. ƑCómo interesar, 20 años más tarde, a un espectador que no sea un profesional con este viejo partido? ƑCómo despertar la pasión desempolvando una pieza de archivo? Maillé aceptó el reto y, por mi parte, sin ser especialista del futbol, creo que ganó.
Por dos razones. La primera se debe al match, que fue excepcional. La segunda, a la idea del cineasta que supo utilizar la perspectiva del tiempo para dar profundidad a su relato. Filmó de nuevo, en los mismos lugares del drama, puesto que se trata de un drama, los héroes del match de vuelta a Sevilla, 20 años después. Toda la película es una perpetua ida y vuelta entre el pasado de esta historia y el presente actual.
Sin duda, Emilio Maillé fue recompensado por el tema que escogió: el match mismo. Así, debemos reconocerle el talento de saber elegir sus temas. En efecto, el encuentro Francia-Alemania no fue de ninguna manera un match cualquiera. Fue realmente excepcional. Cabe recordar que el equipo alemán vivía su gran época, era considerado favorito y que, contra todas las previsiones, el encuentro terminó con un empate 1-1, al final del segundo medio tiempo. Así pues, prolongaciones. Era ya una sorpresa. No fue la última. Los franceses meten un gol, después un segundo, lo que parece no dejar a los alemanes posibilidad alguna de ganar este semifinal, pues el score es de 3-1 a favor de Francia y las prolongaciones no duran más de un cuarto de hora cada una.
Miramos a sabiendas de que tal no será el resultado final. Alemania terminará por ganar. Lo sabemos desde la primera imagen de la película que pasa en la televisión francesa. Es dicho por los jugadores de vuelta a Sevilla, pero quizá ése es el verdadero misterio de este filme sobre una muerte anunciada.
Este anuncio inicial otorga, con la mayor fuerza, su intensidad dramática al acto. El colmo del suspenso es que no hay suspenso. Cuando un desenlace se conoce por adelantado adquiere un carácter de fatalidad que rebasa la emoción del suspenso y alcanza la dimensión de lo trágico. Era fatal, era el destino, estaba escrito, no se puede hacer nada en contra, y por ello es legítimo evocar la tragedia.
Los personajes (Platini, Giresse, el entrenador Hidalgo) se expresan desde el principio del filme como los héroes de una tragedia griega. Vuelven sobre el terreno, regresan a los mismos vestidores y parecen, 20 años después, abrumados por la inexplicable derrota. Repiten sin cesar: ''ƑCómo pudo pasarnos eso?'' O, si no lo dicen, sus ojos lo dicen, como sus rostros envejecidos cargan con las arrugas de una desgracia sobrehumana. Están marcados. El filme deja atrás la dimensión de un reportaje de futbol. Se convierte en una historia en la que el fracaso como la victoria ocurren a causa de fuerzas superiores que no dependen de la voluntad de los hombres sino del capricho de los dioses. Los jugadores parecen fulminados por la superstición.
En el momento más cruel, el de los goles directos, el francés cuyo gol será parado por el portero alemán no ve una explicación distinta a su fracaso que no sea la de haber sido el cuarto en intentar un gol. No estaba previsto, era fatal. El más inocente de los juegos puede alcanzar la tragedia, y el mérito de este excelente filme es mostrarlo.
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