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México D.F. Miércoles 16 de julio de 2003

Arnoldo Kraus

Etica y medicina

A pocos, muy pocos, les puede parecer que el dolor sirva, que el dolor construya, que la enfermedad pavimente o que la experiencia de sentir el alma y el cuerpo lastimados por heridas trascienda y se convierta en semilla, en camino, en pregunta. Más bien se huye del dolor y de sus brazos porque amenaza, porque rompe el día, porque desvela, porque horada y expone sentimientos y caras no conocidas para quien lo padece. Un guiño nuevo, unas letras distintas, un rictus desconocido, un deseo de esconderse, de evadirse, de hurgar en el pasado y de evocar la muerte abrazan, en muchas ocasiones, la vida de quien padece dolores crónicos. La vida de ayer, nunca otra vez. La vida inmemorial, nunca más.

El dolor no sólo desvela porque incomoda, sino porque cuestiona. No sólo cercena porque amenaza, sino porque perfora rincones de la conciencia otrora sepultados, vacíos. El dolor corporal lastima porque paraliza y produce sufrimiento; el del alma perturba porque revela. Ambos, sobre todo cuando son crónicos, son presencias incómodas, desagradables, plagadas de un velo que unos llaman miedo, otros vulnerabilidad y los más, heridas permanentes. Sin embargo, nadie muere por dolor ni a nadie se le diagnostica dolor como causa de fallecimiento. Se vive con dolor pero no se muere por dolor. ƑQué hacer con el dolor?, Ƒcómo vivirlo?, Ƒqué hacer cuando afloja o cuando se va? En ocasiones el dolor que anticipa más penas, el dolor que huele la muerte y el sufrimiento que modifica el día pueden convertirse en las venas que aten a la vida, que fortalezcan el yo o que fomenten la creación.

Los vínculos entre dolor y creación suelen encontrar ecos distintos en enfermos y en artistas. Desde la página en blanco, o la paleta vacía, hasta la reflexión profunda. Por ejemplo, Thomas Mann, a pesar de haber sido un hombre sano, utilizó el dolor y la enfermedad para escribir. Los temas fundamentales de dos de sus obras maestras, La montaña mágica y El doctor Fausto, son la tuberculosis y la sífilis.

De Mann leí que "los grandes artistas son grandes inválidos". De una paciente, cuyos riñones ya no funcionaban, escuché: "a pesar de estar enferma durante 30 años, mi expediente quiere seguir vigente, quiere continuar con vida: tengo mucho que decir, mucho que enseñar". Otra enferma, crítica de arte, contó que después de un año de viudez y ante la imposibilidad de resolver su duelo, y después de haber soñado noche tras noche la misma historia, decidió una mañana pisotear el despertador de su esposo para liberarse del dolor y escribir la historia de sus sueños. Rilke resume espléndidamente esos nudos: "La obra de arte es el resultado de haber estado en peligro, del hecho de haber ido hasta el extremo de una experiencia que ningún hombre puede sobrepasar".

La serie que hoy presenta Tv UNAM intenta ofrecer un pequeño recuadro de la condición humana. Un interludio efímero de lo que sucede en las personas cuando la enfermedad, el dolor o la depresión son presencia. Los programas retratan las cavilaciones de seres desgajados que encuentran consuelo y motivos para vivir a través de la creación. Retratan también la carga, a veces insuperable, que conlleva la depresión y que en ocasiones orilla a los sujetos a suicidarse. Carga que debe ser leída y afrontada, sobre todo cuando se habla de suicidios, como un cuestionamiento tanto para la familia como para la sociedad.

Estos programas buscan revelar algunas de las penurias de quienes sufren depresión y algunas ideas de quienes consideran que el suicidio puede ser "una solución". Desde hace tiempo he pensado en las razones por las cuales no pocos artistas se suicidan. No tengo, por supuesto, respuesta, pero sí algunas preguntas: Ƒcontiene la creación una dosis de locura?; si el artista considera que "su" capacidad de crear llegó al límite, Ƒsigue el suicidio?, Ƒes el suicidio para algunos creadores una consecuencia lógica, válida?

El germen de estos programas nace de una serie de preguntas e inquietudes que intentan estimular la duda y sembrar disenso. Muchas enfermedades, algunas formas de depresión y no pocos suicidios son manifestaciones no sólo de alteraciones en el funcionamiento de las células o de los órganos, sino de anomalías en el entorno íntimo y en el medio circundante. Es decir, algunas enfermedades son espejo de lo interno y retrato de lo externo.

El arte, en muchas de sus manifestaciones, tiene influencias sobre el ser humano que pueden ser curativas o vías para mejorar la salud. Así lo han demostrado experiencias procedentes del arte y algunos experimentos médicos. Por eso algunos curadores se ocupan de las enfermedades y otros de las artes. El modesto propósito de estos documentales es estimular la meditación acerca de los caminos terapéuticos que existen entre enfermedad y creación, entre arte y curación, y entre el proceso creativo y el siempre impostergable dilema que encierra el suicidio.

Fragmentos del texto leído el 15 de julio en Tv UNAM, durante la presentación de la serie Etica y medicina

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