México D.F. Miércoles 18 de junio de 2003
Arnoldo Kraus
Ciencia y autonomía
Una nota reciente publicada en El País, donde se lee que un juez denegó a una mujer el permiso que solicitaba para ser inseminada de su marido en estado de coma desde hace casi 12 años, invita a la reflexión. El dilema y la pregunta inicial es: Ƒqué tanto pueden dañar o distorsionar la ciencia y la tecnología médica la autonomía y la calidad de vida de los seres humanos?
Sucintamente, la historia es la siguiente. Después de siete meses de casados, el esposo de Julia B., quien ahora tiene 32 años, sufrió un accidente de moto en 1991 y desde entonces quedó en estado de coma irreversible. La esposa ha solicitado en repetidas ocasiones se le conceda la autorización para extraer semen de su marido para fecundarse después. El deseo de Julia B. de procrear un hijo con su marido era tal que, para "neutralizar" responsabilidades de tipo legal, planteó que el descendiente no llevase los apellidos del padre y no tuviese derecho alguno de herencia. De acuerdo con el juez "no es jurídicamente factible que la voluntad de un varón incapacitado y en estado de coma pueda ser suplida, mediante autorización judicial, en orden a prestar consentimiento para tener descendencia con su esposa a través del sometimiento de ésta a técnicas de reproducción asistida". Y añade: "No está de más hacer hincapié en que la suplencia judicial de la voluntad de un incapaz en aquellos supuestos que, por su naturaleza, excedan del ámbito competencial propio de los tutores, no puede, en ningún caso, extenderse a la realización de un acto de carácter tan personalísimo como es la decisión de tener un hijo".
El problema, sin embargo, es más complicado, pues el derecho a la maternidad de Julia estaba impedido, ya que por ser casada no podía quedar embarazada de otro hombre porque esto hubiese implicado el divorcio. A la vez, tampoco le era factible optar por la inseminación artificial "anónima", ya que la ley exige que una mujer casada cuente con la autorización de su consorte, lo cual es imposible por la situación médica del cónyuge. Después de múltiples audiencias el juez modificó su sentencia y le otorgó "permiso" para utilizar técnicas de reproducción asistida con semen procedente de donante anónimo.
El affaire Julia B., aunque aparentemente lejano y poco frecuente, plantea muchas preguntas y expone no pocas dudas acerca de los límites de la ciencia, de las relaciones entre individuos y tecnología, de la autonomía de las personas y de las implicaciones que surgen cuando la ley se ve obligada a resolver situaciones médicas. Muestra también una serie de interrogantes para las cuales nunca existirá consenso ni respuestas universales.
Expongo algunas inquietudes y dejo al lector que responda.
1. ƑTiene sentido la vida del marido de Julia B., después de 12 años de permanecer en estado de coma?
2. ƑEs ético mantener en estado de coma a una persona durante 12 años?
3. ƑEs moralmente aceptable mantener "viva" a una persona que no tiene vida de relación, mientras otros fallecen por no contar con los mínimos recursos para tratar enfermedades sencillas?
4. ƑTienen más peso y derecho la ciencia y la jurisprudencia que la esposa del afectado a quien suponemos ha cuidado?
5. ƑNo es contradictorio mantener en coma a una persona que carece de opinión y negarle la posibilidad a su consorte de "continuar la vida" del afectado por medio de un vástago?
6. ƑNo es suficiente la autonomía de Julia B. para decidir acerca de las vías, los tiempos y la persona con la que desea procrear?
7. ƑDebe la ciencia mantener a "un vivo no vivo" y ceder su destino a los médicos y sus aparatos, y su persona a los jueces y sus leyes?
8. ƑEs ético negarle a una mujer el derecho a la maternidad con la persona que eligió como esposo a pesar de que esté en coma?
El affaire Julia B. ilustra y cuestiona algunos de los divorcios contemporáneos entre los seres humanos y sus creaciones, llámense ciencia, tecnología, jurisprudencia. El caso no se remite exclusivamente a principios utilitaristas, nociones éticas o al estudio de los vínculos entre poder y ente. Va más allá. Va al corazón y al ser del individuo. No sólo a la vida del ser humano, sino a su arquitectura más íntima. A su ser. A su autonomía. A sus porciones más entrañables: las que le dictan el deber ser, el poder construirse por medio de decisiones que no afectan a terceros y a las que apelan a la dignidad de los seres.
El dilema y la pregunta final es similar a la inicial: Ƒpuede la ciencia médica inmiscuirse con la autonomía y las vidas de los seres humanos?
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