México D.F. Sábado 7 de junio de 2003
Puesta en escena para niños en la sala Villaurrutia
Sin moralejas, Salvador invita a explorar qué es la vida
CARLOS PAUL
Como un canto de esperanza y agradecimiento a la vida, define la directora Sandra Félix la obra Salvador, ''divertido y conmovedor'' montaje para niños que se presenta en la sala Xavier Villaurrutia.
Escrito por la canadiense Suzanne Lebeau, el texto ''es de una gran sensibilidad. Con la mirada de la autora se comprende la fraternidad, las relaciones filiales, el amor por los que nos rodean, por la tierra en la que se nace.
''Hay una gran compasión por la realidad de pobreza que se vive en América Latina, al tiempo que se expone la gran dignidad que se tiene", expresa Félix.
Se trata de la historia de un niño pobre de la montaña que se convierte en escritor por la fortaleza y el apoyo de sus padres: una lavandera y un campesino.
Con esa obra, explica la directora, ''proponemos que los niños exploren sus emociones, al igual que los adultos cuando van al teatro. No se trata de ofrecer una solución o moraleja, sino cuestionar y comprender qué es la vida".
Por su parte, Lebeau, quien vino a México para el estreno de su obra, comentó que el texto dramático surgió luego de un viaje que hizo a Perú, en el que pudo observar la realidad de los niños de ese país. La intención de escribirla fue ''compartir con los niños canadienses la emoción que había vivido, sin dar ninguna lección de vida. Sin decirles, estos niños que carecen de dinero y trabajan desde los cinco años tienen el mismo derecho de vivir que ustedes. Quería expresar esa emoción que sentí en las calles al ver a esos pequeños tan listos y curiosos. Fue un camino muy duro, porque no quería traicionar esa emoción, ni la energía que tienen, aunque la vida sea muy dura para ellos".
Para Lebeau ''es una lástima que todavía se tenga que ver tanto teatro comercial para niños, que son obras sin consecuencias. Para mí, una obra de danza, pintura o música debe salir del corazón de un artista para narrar algo tan personal que nadie pueda contarnos. Eso es lo más importante, lo cual debemos aplicar también en el teatro infantil
''Y una de las cosas que debemos respetar es su tiempo y su espacio. Ese género exige que el artista adulto no se censure, aunque también no se puede decir cualquier cosa, pues un niño de tres años no va a reaccionar igual que uno de nueve. Ambos tienen distintas habilidades intelectuales y emotivas, por lo que se debe tomar en cuenta su punto de vista sobre el mundo."
Con escenografía e iluminación de Philippe Amand, las actuaciones de Luisa Huertas, Antonio Zúñiga y Carlos Aragón, entre otros, Salvador se escenifica sábados y domingos, a las 13 horas, en la Sala Xavier Villaurrutia, atrás del Auditorio Nacional.
|