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México D.F. Sábado 7 de junio de 2003
Ricardo Robles O.
Represión o sumisión
Más allá del decreto firmado el 19 de mayo que acabó con el INI, pero no con el indigenismo, del que parece sólo rescatar los vicios de burocracia y tutela, es alarmante la represión que como política del Estado se va materializando con mayor dureza en los tiempos de este "cambio" indigenista. La nueva ley, sin respeto, sigue queriendo dirigir la historia de los pueblos indios y tutelar sus procesos, sus opciones, sus rumbos. Tal política de represión a los indígenas indóciles no es nueva, viene del viejo régimen. Lo alarmante es que el gobierno actual no sólo la reitere sino que la recrudezca.
Los casos están a la vista. Sus maneras son muy diversas. Desde el hipócrita reventar a las comunidades atizando antiguos conflictos de tierras, hasta la fabricación de cargos y la cárcel de los luchadores de autonomías y derechos, pasando por la militarización, las coerciones, las provocaciones o los compromisos incumplidos. Todas son fórmulas de una política de guerra contrainsurgente contra los pueblos que van decidiendo reconstituir autonomías ancestrales y legítimas. Todas son represión para aniquilar a quienes conciben y buscan un mundo digno, diferente al servil que impone el gobierno.
Entre los pueblos indios afectados están los tzeltal, tzotzil, chol, mixteco, zapoteco, mixe, nahua, tlapaneco, amuzgo, otomí, huichol, tepehuano y tepehuán, tarahumar, yaqui, kikapú, con muchos otros. Entre los estados, el de México, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Veracruz, Morelos, Guerrero, Puebla, Hidalgo, Querétaro, Michoacán, Jalisco, Durango, Zacatecas, Sonora, Coahuila y el Distrito Federal, al menos; es decir, el país.
Cada caso tiene su historia dramática, sus racismos, sus dignidades, sus perfidias, sus grandezas, sus traiciones, sus lealtades. Tomo algunos ejemplos que me quedan claros por amistad, por cercanías personales que duelen ahora.
Unión Hidalgo, Oaxaca, resulta ser una especie de advertencia tétrica, a la manera que la guerra de Irak es advertencia al mundo. Se ensaña sobre los compañeros zapotecos Carlos Manzo, Luis Alberto Marín y Francisco de la Rosa. Advierte que la imposición unilateral del poder está decidida, pésele a quien le pese. No se explican de otra manera las irregularidades, los testigos ignorados, el desdén ante protestas nacionales e internacionales, las impunidades o la invención de culpables. A las protestas el gobierno ha respondido tan sólo endureciéndose más, acumulando cargos, prometiendo largas condenas. En el mismo Oaxaca se han recrudecido los atropellos al compañero Raúl Gatica y al Consejo Indígena Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón. Y así parece que van José Murat y la Federación advirtiendo durezas por todo el estado: San Miguel Quetzaltepec, Santiago Amoltepec, San Pedro Yosotato, Santa Catarina Yosonotú, San Isidro Vista Hermosa, San Juan Guichicovi, La Trinidad Santiago Yaveo Chopam, Villa Hidalgo Yalalag. Estos todos, tan sólo en 2003.
Xochistlahuaca -Suljaa'-, Guerrero, pueblo amuzgo, es otro ejemplo reciente. Silverio Matías Domínguez, autoridad tradicional, de 60 años, fue arrestado en represalia contra todo el pueblo que tuvo la osadía de decir: "Hoy retomamos nuestro propio camino, recorriendo el camino nuestro sabemos hacia dónde vamos, el camino de abajo, el que hemos aprendido, el que nos enseñaron, el que por siglos recorrieron los abuelos de nuestros abuelos, el que no se hace de mentiras sino el que se construye a pasos verdaderos". El mismo había dicho durante la marcha del color de la tierra: "Es necesario que en nombre de los indígenas se sufra esta lucha de los zapatistas. Hoy los indígenas estamos reprimidos por parte del gobierno". Y así va siendo, como con valentía la vieron venir.
De Coloradas de la Virgen, en la sierra Tarahumara de Chihuahua, el tarahumar Isidro Baldenegro está preso también, por defender los bosques. Es secreto a voces en la zona el que los caciques locales, oscuramente conectados al narcotráfico, por la misma causa asesinaron hace un par de décadas al padre de Isidro siendo gobernador tradicional de su pueblo, y que como a él han asesinado a muchos otros tarahumares. La impunidad de estos crímenes es también advertencia. Quienes mandan, deben mandar a su antojo, porque tienen el dinero y el poder. A todos los demás les toca someterse. La advertencia de Irak es también vigente aquí, caseramente, a la mexicana.
Bueno sería detenerse en los Montes Azules y muchos más lugares chiapanecos, en el límite que junta a Durango, Zacatecas y Jalisco, en muchas más comunidades de Oaxaca y Guerrero, eso al menos. Por todos los rumbos crece la advertencia de represión o sumisión.
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